13 de diciembre de 2010
Conferencias
LA NAVIDAD EN LAS ARTES
Tradiciones y costumbres del Adviento y la Navidad
D. Fermín Labarga.
Universidad de Navarra
El Adviento y, singularmente, el tiempo de Navidad son una época del año cargada de festividades, celebraciones y ritos de gran calado popular. Vamos a realizar un repaso a estos dos ciclos litúrgicos extendiéndonos hasta la fiesta del Presentación del Señor, el 2 de febrero, para reseñar las muchas manifestaciones de piedad popular que durante este tiempo, unos dos meses, tienen lugar.
El Adviento es el tiempo litúrgico de preparación para el nacimiento de Cristo que se celebra en la Navidad. Se compone de cuatro semanas, que incluyen los cuatro domingos anteriores al 25 de diciembre.
Al comienzo del Adviento, el 6 de diciembre, se sitúa la conmemoración de San Nicolás, un santo muy relacionado con la infancia, pues no en vano en tiempos antiguos era la fiesta escolar por excelencia por cuanto el santo se había alzado con el patronazgo de los escolares, entendiéndose estos por los miembros de la schola o escolanía. Su culto se difundió extraordinariamente, sobre todo desde que sus reliquias se trasladaron a Bari en 1087. San Nicolás es el primer estadio de la popular figura de Santa Claus (corrupción de su nombre latino Sanctus Nicolaus) o Papá Noel de la tradición nórdica y anglosajona, ampliamente difundida con posterioridad a escala mundial.
Los últimos ocho días del Adviento tienen una gran carga simbólica, por la cercanía del nacimiento de Jesús. La liturgia los celebra especialmente, en lo que se denominan “ferias mayores de Adviento”, que comienzan el 17 de diciembre. La antífona del Magníficat de las Vísperas comienza todos los días con una exclamación y una invocación a Cristo: ¡Oh Señor…!, ¡Oh, Raíz…!, ¡Oh, Hijo de David…! A partir de estas antífonas tiene su origen la advocación de Virgen de la Esperanza o de la O, cuya celebración tiene lugar el 18 de diciembre, la fiesta mariana más importante de la liturgia visigótica. Precisamente, según Gómez Tabarena, de la celebración de las ferias de la O, también llamadas olerías, deriva el Olentzero, figura que anuncia la Navidad en el ámbito vasco.
La piedad popular celebró, y sigue celebrando, estos últimos días previos a la Navidad con la costumbre de las posadas. Esta celebración, también denominadas las jornaditas, tiene especial importancia en Hispanoamérica, y singularmente en México, y se ha conservado también entre las tradiciones de los conventos femeninos de clausura. Otra tradición mexicana muy popular son las pastorelas. En esta misma línea es preciso referirse a la banda sonora de la Navidad, que no es otra que los tradicionales villancicos.
Aunque se ha ido implantando en los últimos tiempos el árbol de Navidad, la principal manifestación decorativa navideña ha sido siempre la instalación del belén, nacimiento o pesebre. Su finalidad es rememorar gráficamente el acontecimiento originario de la Navidad, el nacimiento de Jesucristo en el portal de Belén. Su origen puede remontarse a San Francisco de Asís y ha dado lugar a espectaculares manifestaciones artísticas, también notables por su valor etnográfico.
La fiesta de la Navidad se hizo coincidir con la antigua fiesta del nacimiento del Sol invicto (dies natalis Solis invicti), que se celebraba el 25 de diciembre para festejar la victoria de la luz sobre la oscuridad ya que era notorio que el día comenzaba a alargar y la noche a menguar. Esta asimilación de la fiesta fue posible porque según los Padres, y tomando pie del Benedictus (Lc. 1, 78), Cristo es el verdadero Sol que nace de lo alto.
La liturgia de este día es muy rica. Cuenta desde antiguo con vigilia y tres formularios diferentes para la celebración de la Misa: la de medianoche, la del alba y la del día. Esta misa de medianoche es la que, extendida luego a todo el occidente, se denomina popularmente Misa del Gallo. En ella pronto se dieron manifestaciones de teatro religioso, como el canto de la sibila, singularmente en el ámbito mediterráneo, o la anunciación a los pastores. También en esta Misa se cantaba, y puede cantarse todavía, la kalenda, trasladada del Oficio nocturno. En numerosos lugares fue costumbre que coros de pastores cantaran por las calles y en los templos, interpretando además danzas, que en muchos casos se prohibieron por irrespetuosas.
La Navidad constituye un tiempo muy rico no sólo desde el punto de vista litúrgico sino también en cuanto se refiere a la celebración de ritos populares. Tanto en los días previos como durante los siguientes al día de Navidad era frecuente, y en algunos lugares todavía lo es, que grupos de niños, jóvenes y mayores recorrieran las calles pidiendo el aguinaldo. Incluso hay cantos típicos para ello.
Dentro del tiempo navideño una de las festividades más ricas desde el punto de la ritualidad y el folcklore es el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. Todavía hoy se estila en dicho día dar la inocentada, si bien poco a poco se está perdiendo la tradición, al igual que se han perdido casi en su totalidad algunas celebraciones propias de esta fiesta, como la del obispillo y otras similares. En Navarra se conserva aún la representación del Niño rey de la faba. Según Heers viene a ser una trasmutación de la fiesta del obispillo en el ámbito cortesano.
El 1 de enero es la octava de Navidad. Durante los siglos modernos, el elemento central de la fiesta del 1 de enero era la circuncisión e imposición del nombre a Jesús, según la costumbre hebrea. La fiesta venía así a incorporarse al creciente movimiento de devoción al Nombre de Jesús, manifestado, por ejemplo, en la proliferación de tallas del Niño Jesús, que aparecen tanto en los domicilios particulares como en las clausuras femeninas. Por otro lado, era casi inevitable que el hecho de la imposición del nombre a Jesús dejara de relacionarse con el bautismo. Así, por ejemplo, en Palencia comenzó a celebrarse la ceremonia del Bautizo del Niño.
Desde el punto de vista popular la última gran fiesta dentro del tiempo estrictamente litúrgico de la Navidad es la de la Epifanía, o adoración de los Reyes Magos. Esta fiesta en el ámbito hispano siempre ha estado relacionada con la costumbre de hacer regalos, en recuerdo de los que Melchor, Gaspar y Baltasar ofrendaron al Niño Jesús. Desde antiguo tenían lugar en esta fiesta pequeñas representaciones teatrales en las que se escenificaba el relato evangélico de la adoración de los Magos. Surgió así el Auto de los Reyes Magos, y ya prácticamente en el siglo XX la popular costumbre de la Cabalgata en la tarde del 5 de enero.
La fiesta del 2 de febrero forma parte también, aunque no litúrgicamente, del ciclo navideño popular, con la que se cierra. Es tradicional la procesión con las candelas (de donde procede la denominación de la Candelaria) y, en algunos, lugares, presentar los niños recién nacidos a la Virgen. Finalmente, sólo resta indicar que en este día era costumbre desmontar el belén, como aún sigue haciéndose en Italia, y por última vez se daba a adorar la imagen del Niño Jesús al finalizar la Misa.
Las conferencias tuvieron lugar en la Iglesia de Agustinas Recoletas de Pamplona, con un elevado número de asistentes