16 de mayo de 2011
Visita guiada
Visita guiada a la exposición "Menchu Gal, La alegría del color"
D. Francisco Javier Zubiaur Carreño
La visita guiada a la exposición "Menchu Gal, La alegría del color", en el Pabellón de Mixtos de la Ciudadela de Pamplona, estuvo a cargo de su comisario, Francisco Javier Zubiaur Carreño, profesor de la Universidad de Navarra.
Zubiaur comenzó su explicación con una introducción en la que destaco el perfil biográfico de Menchu Gal Orendain (Irún, 1919-San Sebastián, 2008): su aprendizaje con Gaspar Montes Iturrioz en su ciudad natal, su primer viaje a París donde pasó cuatro meses en la academia del purista Amedée Ozenfant, el comienzo de sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, que interrumpió la Guerra Civil, para luego continuarlos bajo el magisterio de Daniel Vázquez Díaz y de Aurelio Arteta; su conocimiento de Benjamín Palencia y participación en la Joven Escuela de Madrid; y la poderosa atracción que siempre sintió por la desembocadura del río Bidasoa, espacio que visitaba con frecuencia abandonando por un tiempo su residencia de Madrid. Aludió también a los géneros predominantes en su pintura y a sus características más destacadas, entre ellas la figuración dominante y el sentimiento por el color.
En cuanto a su opción figurativa, el comisario matizó que no se trataba de una imitación de la realidad sin más, sino de una interpretación del natural pasada por la emoción subjetiva de la pintora, que se tradujo estilísticamente, y de manera evolutiva, por medio del impresionismo, del neocubismo, y del expresionismo, más propiamente fauvista, aunque mencionó también los extraños ecos que en su pintura resuenan de otros y diversos pintores, desde los renacentistas italianos a los expresionistas centroeuropeos, los nabis, Chagall y un largo etc., prueba de que la pintura de Menchu Gal resume muy bien el devenir de las artes de los últimos ochenta años y su enlace con la tradición.
El valor de la obra de Menchu Gal ha sido reconocido por los principales críticos e historiadores españoles, y se articula en torno a los grandes dominios en que trabajó: paisaje, retrato, bodegón. Se ha destacado en ella la brillante ejecución de su obra, su frescura, su vitalismo, su visión penetrante para ver más allá de la apariencia, todo ello dentro de una figuración renovada que permite a sus sucesores enlazar con la tradición pictórica española sin menospreciar el arte nuevo de allende nuestras fronteras, vitalizándolo con su aporte vascongado.
La luz y el color jugaron en su obra papeles absolutamente protagonistas. La atracción por el color lleva a la luz y viceversa. Y la forma, o un cierto grado de informalismo, nos hablan de su capacidad emotiva, de su apasionamiento o, por el contrario, de su sentimiento delicadamente poético en el momento de aplicar los pinceles.
En cuanto a su aportación al conjunto de la pintura española, Zubisur destacó su pertenencia a una generación de supervivientes, los de la postguerra española que eclosionaron entre 1940 y 1960, y no sólo sobrevivió, sino que floreció en el momento más duro, lo que es más de admirar siendo mujer. Es de elogiar que en aquel ambiente supiera defender su vocación artística e imponer su nombre a la crítica especializada. Su trayectoria no deja de sobrecogernos, pues alcanza los 70 años de producción, con una trayectoria reconocida por importantes premios: el Gran Premio de Acuarela en la II Bienal de Arte del Caribe (1954), el Premio al Mejor Retrato en la III Bienal Hispanoamericana de Arte de Barcelona (1955), el Premio Nacional de Pintura (1959) y el Premio Biosca (1960), habiendo obtenido todos los existentes en su tierra, Gipuzkoa.
Menchu Gal, "Vista de Fuenterrabía", dec. 1960
Foto: Propiedad y cortesía de la Fundación Menchu Gal (Madrid).
Menchu Gal, "Bodegón con pajarito", dec. 1980
Foto: Propiedad y cortesía de la Fundación Menchu Gal (Madrid).
Menchu Gal, "Retrato de Ramón Faraldo", h. 1945
Foto: Propiedad y cortesía de la Fundación Menchu Gal (Madrid).
Un momento de la visita guiada a la exposicion de Menchu Gal explicada por su comisario, el profesor Francisco Javier Zubiaur Carreño