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14 de noviembre de 2012

Curso

ARTE HISPANOAMERICANO EN NAVARRA

El arte hispanoamericano en Navarra. Consideraciones generales

Dña. Pilar Andueza Unanua.
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Un análisis del arte hispanoamericano en Navarra, y en relación con él, el arte llegado desde las Indias orientales, revela la existencia de un conjunto significativo de bienes culturales con ese origen en nuestras tierras. Hasta el momento se han identificado algo más de doscientas piezas. No se trata por tanto de un elevado número de bienes, cuantitativamente hablando, pero sí de piezas de una calidad destacable, en muchas ocasiones extraordinaria, especialmente en lo que al arte de la platería se refiere, que por otra parte resulta el más abundante. 

Sin embargo, la relación de nuestro patrimonio cultural con los indianos navarros no la podemos centrar exclusivamente en las piezas que remitieron desde el otro lado del Atlántico, sino que también debemos poner de manifiesto las remesas monetarias que enviaron a su tierra natal, haciendo posible en Navarra la construcción, ampliación o remodelación de un buen número de parroquias, conventos, ermitas, basílicas, capillas y retablos, así como un rico conjunto de casas señoriales y palacios, renovando y enriqueciendo poderosamente el panorama artístico navarro. 

Aunque la emigración a Indias fue un fenómeno ininterrumpido desde el siglo XVI, en Navarra se aprecia una intensificación de este fenómeno durante el siglo XVII y, especialmente, en el siglo XVIII, momento en el que se alcanza el punto álgido en la recepción tanto de obras de arte como de remesas monetarias. Coincide por tanto con lo que Julio Caro Baroja denominó tan acertadamente la “hora navarra del XVIII”. Durante el mencionado periodo, la llegada de navarros a América se debió en algunos casos a su nombramiento para desempeñar cargos políticos y militares, al servicio de la monarquía hispánica, así como religiosos al servicio de la Iglesia. Pero también hubo numerosos navarros que marcharon a Indias por iniciativa personal y alcanzado el Nuevo Mundo se dedicaron a los negocios y al comercio. No faltaron los que compatibilizaron la actividad pública y privada, perfectamente lícita en aquel momento.

Regresaran o no a su patria, todo aquel que lograba cierta prosperidad en su destino muy pronto volvía sus ojos hacia su tierra natal y aquel sentimiento se traducía en el envío de dinero en metálico o de piezas de valor, en un proceso nada sencillo que podía durar meses e incluso años. Una de las principales preocupaciones de los indianos fue la familia dejada atrás, lo que se concretó en no pocas ocasiones en la adquisición de bienes raíces y en la construcción de una nueva casa familiar, como símbolo del éxito alcanzado, convirtiéndose así en promotores de buena parte de la arquitectura doméstica más sobresaliente del momento, cuyos ejemplares más destacados los hallamos en las tierras del norte, en el entorno del Bidasoa, por ser el territorio que más emigrantes aportó, y en Pamplona que, como capital del reino, acogió a destacados indianos a su regreso o, en su defecto, a sus familias. Pero también motivos de tipo espiritual y religioso llevaron a estos navarros a enviar remesas monetarias para obras pías y mandas benéficas, así como para la financiación de la construcción o reforma de los establecimientos religiosos de sus localidades natales: parroquias (Azpilcueta, Enériz, Gaztelu, Huarte-Pamplona, Lesaca, Ciga, etc.), conventos (concepcionistas de Tafalla, benedictinas de Corella, carmelitas de Lesaca…), ermitas o basílicas (Nuestra Señora del Portal de Villafranca, de los Remedios de Sesma, de Mendía de Arróniz, San Ignacio de Pamplona, santuario de Codés o San Gregorio Ostiense de Sorlada), capillas (San Fermín, Virgen del Camino de Pamplona, Virgen de las Nieves de Puente la Reina), así como, aunque en menor medida, retablos y esculturas. No podemos olvidar finalmente el envío a sus familias o a determinadas iglesias de piezas artísticas realizadas en talleres americanos o asiáticos, especialmente objetos de platería, aunque no faltan ejemplos de pintura, escultura y artes decorativas como ornamentos litúrgicos, muebles, joyas, porcelanas o enconchados, tal y como atestiguan no sólo las piezas que han llegado hasta nuestros días sino también los numerosos inventarios de bienes conservados.
 

Azpilkueta (Baztán). Parroquia de San Andrés. Silla de brazos. Siglo XVIII

Azpilkueta (Baztán). Parroquia de San Andrés. Silla de brazos. Siglo XVIII

Irurita (Baztán). Palacio Jaureguía

Irurita (Baztán). Palacio Jaureguía