27 de junio de 2012
VISITA GUIADA
La memoria de la memoria, 1212-1912. Recuerdos de un Centenario
D. José Javier Azanza López.
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
En el mes de julio de 1912, Pamplona y Navarra entera conmemoraron el VII Centenario de la batalla de las Navas de Tolosa, que ya desde mediados del siglo XIX se había revelado con un acontecimiento identitario de extraordinaria importancia en la cultura navarra, por cuyo valor simbólico fue evocado una y otra vez por poetas y literatos, historiadores y artistas.
El marco de la conmemoración del VII Centenario de las Navas vino propiciado por los acuerdos adoptados desde 1910 por la Diputación Foral, entre ellos la adopción, a instancias de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra, del diseño definitivo del escudo con las tradicionales cadenas y de la actual bandera de Navarra. Tales acuerdos se plasmaron en la edición de programas y folletos oficiales que recogían con detalle los actos del Centenario, e invitaban a todos los navarros a participar en los festejos de muy variada naturaleza. Junto a la documentación oficial, vieron la luz numerosos libritos y opúsculos que elevaron aún más si cabe el tono épico y laudatorio del relato, ensalzando el destacado papel que desempeñaron el rey Sancho el Fuerte y sus huestes en la contienda.
Los solemnes funerales celebrados por el rey Sancho VII el Fuerte en Roncesvalles (12 de julio), Pamplona (15 de julio) y Tudela (24 de julio), marcaron el ritmo conmemorativo del Centenario. Los espacios sagrados vieron erigir enlutados catafalcos, y escucharon oraciones fúnebres por el alma del monarca pronunciadas por elocuentes predicadores. Particular interés revistió el suntuoso funeral que acogió la Colegiata de Roncesvalles, por cuanto se hizo coincidir con el traslado de los restos del rey Sancho y de su esposa doña Clemencia al nuevo mausoleo erigido en la capilla de San Agustín, recién restaurada por el arquitecto Florencio Ansoleaga, a la que proporcionaba luz y color la excepcional vidriera salida de los talleres Mauméjean de Madrid.
Roncesvalles. Sepulcro del rey Sancho el Fuerte en la capilla de San Agustín.
Villava acogió un Congreso Nacional de Viticultura que, organizado por el ingeniero agrónomo Nicolás García de los Salmones bajo el patrocinio del rey Alfonso XIII, congregó a 1.500 asistentes y alcanzó resonancia internacional. El Congreso tuvo su sede en el edificio diseñado por el arquitecto pamplonés José Yárnoz Larrosa, excepcional ejemplo en el que conviven soluciones eclécticas y del regionalismo vascongado. Como complemento al Congreso, se organizó un concurso-exposición de maquinaria agrícola, en el que se distinguieron los pabellones de la Casa Múgica, Arellano y Compañía, y de la Casa Arrieta Hermanos. El propio José Yárnoz proyectó el “Besta Jira”, un restaurant acompañado de su parque de recreo, iniciativa del ingeniero Serapio Huici para esparcimiento de congresistas primero y de pamploneses después.
Junto a los anteriores escenarios de Roncesvalles y Villava, Pamplona presenció festejos de muy variada naturaleza: religiosos, entre ellos la misa de campaña y procesión de cruces parroquiales del 16 de julio; culturales, como el certamen científico-literario, cuya entrega de premios tuvo lugar la mañana del 14 de julio en el Teatro Gayarre; militares, como la gran cabalgata y retreta que, con sus tres carrozas histórico-alegóricas representativas del Ejército, la batalla de las Navas y la Monarquía, recorrió las calles de la ciudad la noche del 16 de julio; y lúdico-deportivos: un concurso hípico, diversas carreras ciclistas, y la Gran Semana de Aviación, uno de los espectáculos de mayor popularidad de la época. También se celebró en la capital navarra la VI Semana Social, en la que tomaron parte destacados ponentes que analizaron desde el catolicismo los principales problemas sociales de la época, y vino acompañada de un certamen fotográfico-social al que concurrieron 25 colecciones y más de 600 fotografías; entre los premiados se encontraba el capuchino fray Pedro de Madrid, profesor de pintura y fotografía en el Colegio de Lecároz, por su excepcional colección de 24 caseríos típicos del Valle de Baztán, en la que supo aunar arquitectura doméstica y testimonio etnográfico a partes iguales.
De la celebración de los actos centenarios dieron noticia los programas editados al efecto, así como el cartel de las fiestas de San Fermín de 1912, cuya iconografía histórico-festiva salió de los pinceles del pintor granadino Juan García Lara.
Cartel de las fiestas de San Fermín de 1912. Juan García Lara. Archivo Municipal de Pamplona.
Y a buena parte de ellos asistió el rey Alfonso XIII, quien a su llegada a la capital navarra el 16 de julio cruzó bajo un monumental arco triunfal sufragado por la Cámara de Comercio y levantado por el arquitecto José Yárnoz en la confluencia de la calle Chapitela con la Plaza del Castillo.
Arco de triunfo erigido por la Cámara de Comercio en honor de Alfonso XIII. Foto Roldán e Hijo
Una vez finalizadas las fiestas centenarias, instituciones y colaboradores recibieron como recuerdo una medalla y diploma conmemorativos. Por encargo de Diputación, la medalla fue acuñada en Madrid por Bartolomé Maura, Director Artístico de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre; de inspiración sigilográfica, mostraba la figura ecuestre del rey Sancho en el anverso, y su heráldica acompañada de las cadenas en el reverso. El diploma fue pintado a la acuarela por Javier Ciga, y representaba una escena alegórica en la que Navarra, escoltada por un macero de la Diputación, se aprestaba a imponer una corona de laurel a las personificaciones de la Agricultura y las Artes, con el Palacio del Congreso de Viticultura como telón de fondo.
Medalla conmemorativa del VII Centenario de las Navas. Anverso.
Medalla conmemorativa del VII Centenario de las Navas. Reverso