26 de marzo de 2014
Ciclo de conferencias
LA PAMPLONA CONVENTUAL
Uso y funcion de las artes suntuarias al servicio del esplendor del culto divino
D. Ignacio Miguéliz Valcarlos.
Cátedra de Patrimonio y Arte navarro
Las artes suntuarias ocupan un papel primordial dentro de los ajuares de los conventos pamploneses, ligada la presencia de las mismas a la idiosincrasia y espiritualidad de las diferentes órdenes monásticas. Estas piezas de arte generalmente deben su existencia y presencia en estos conventos y monasterios al deseo de honrar a Dios y dar esplendor al culto divino y a la liturgia. Son variadas las artes que se engloban dentro del título genérico de artes suntuarias. En relación con la platería, de la que ya hemos hablado, debemos poner la joyería. De gran importancia son también los ornamentos. Menos atención han recibido generalmente los escaparates, belenes, arcas y arquetas, mobiliario, etc… todo lo cual forma el ajuar artístico de los cenobios pamploneses. Sin embargo, y al igual que ocurría en el caso de la platería, lo conservado hoy en día no es sino un reflejo de lo que a lo largo de los siglos acumularon estos monasterios, y que el paso del tiempo y el cambio en las costumbres han ido mermando y disminuyendo.
En relación a la joyería debemos diferenciar entre las piezas destinadas al ornato de las imágenes sagradas, de aquellas alhajas utilizadas de manera personal por las religiosas y frailes. Dentro de las primeras destacan las joyas de la Virgen de las Maravillas de las agustinas recoletas, que durante los siglos del Antiguo Régimen fue, junto a la Virgen del Camino, una de las imágenes de mayor devoción en Pamplona. Mientras que en relación a la joyería devocional hay que mencionar una serie de medallones relicario, medallas, colgantes, etc… que con imágenes religiosas o pequeñas reliquias eran coleccionadas o directamente fabricadas por las religiosas, en lo que se ha venido a denominar como “labores de monja”, tanto para su uso personal como para agasajar a familiares y patronos. Al mismo tipo de trabajo responde el adorno con lentejuelas, papeles e hilos de colores, etc, de una serie de reliquias conservadas en cajas y muebles realizados ex profeso para las mismas, así como en arcas que se adaptaban para su nuevo uso. Dentro de estas arcas hay que mencionar una magnífica arca de tapa plana y una arqueta de laca Nambán de las agustinas recoletas, piezas de procedencia japonesa, donde con técnicas propias se realizaban obras para consumo europeo.
Estuche con monja coronada. Agustinas recoletas
De especial interés son los conjuntos de ornamentos conservados por los cenobios pamploneses, siendo los más antiguos de época barroca, destacando las piezas venidas de talleres zaragozanos y toledanos, los más pujantes del momento. Se bordaban ricamente con hilos de oro, plata y sedas de colores sobre fondos de tisú, seda y damasco. Entre los primeros cabría mencionar sendos ternos de las agustinas de San Pedro y de las agustinas recoletas, mientras que entre los segundos hay que señalar el terno Medrano de las agustinas recoletas. Y en el mismo lugar se conserva una de las joyas en cuanto a ornamentos se refiere en Pamplona, un frontal de altar con la Inmaculada bordado en Nápoles y llegado en 1665 al convento a través de don José de Azpíroz, hermano de la priora sor Teresa de los Ángeles, y familiar del cardenal don Pascual de Aragón.
Son también numerosas las figuras de marfil conservadas en estos cenobios, que nos hablan de las devociones particulares de estas religiosas y de sus patronos. Dentro de estas piezas las encontramos de procedencia filipina, como la imagen de santa Rosa de Lima de las agustinas recoletas, obra que perteneció al beato Palafox, o europea, como el conjunto de piezas sicilianas conservadas por las carmelitas descalzas.
San Francisco Javier. Carmelitas descalzas
Y no podríamos dejar de mencionar las figuras de Belén, desde los escaparates o teatrinos, usados por las religiosas tanto con fin devocional como para agasajar a familiares y mecenas. De los belenes monumentales destaca el de las agustinas recoletas, que ya en 1776, cuando se vio en Pamplona por primera vez, causó admiración.
Escaparate con Epifanía. Agustinas recoletas