12 de septiembre
Ciclo de conferencias
ESTELLA ES ARTE-LIZARRA ARTEA DA
Santo Domingo de Estella: Sobre la humildad y la ostentacion arquitectónica en el siglo XIII
D. Javier Martínez de Aguirre
Universidad Complutense de Madrid
Santo Domingo de Estella es no solo la obra más importante de la arquitectura mendicante medieval navarra, sino también el convento dominico de mayor relevancia en el panorama ibérico del siglo XIII. Destaca la amplitud de su nave única (524 m2) que pone en tela de juicio la aceptación de las normas que sobre dimensiones habían acordado los dominicos en el capítulo general de Bolonia (1228). En cambio, el sistema constructivo empleado, con techumbre de madera sobre arcos transversales de piedra, no contravenía el principio de evitar las bóvedas.
La construcción de la iglesia aparece vinculada a Teobaldo II a través de pruebas documentales y escudos con las armas de Navarra-Champaña, emplazados en el muro occidental en combinación con emblemas del concejo de Estella. Todo ello lleva a pensar que los Predicadores tuvieron a bien colocar las armas de sus principales valedores: los reyes champañeses y la villa. La memoria del convento atribuía al soberano la iglesia, sacristía, sala capitular, enfermería, locutorio, cocina, hospedería y dormitorio. Varias de estas dependencias se culminaron después de su fallecimiento en 1270, pero habrían sido financiadas con su dinero. En 1284 Felipe el Hermoso y Juana I donaron al convento un sitio llamado Baños Reales y una torre para que los religiosos aprovechasen la piedra “para que se dilatasse la iglesia”, lo que certifica la sucesión de campañas.
El templo ocupa el ala septentrional del conjunto. Se trata, en conjunto, de una obra austera e imponente. De planta rectangular, consta de nueve tramos separados por arcos transversales de piedra, que sobrevivieron al abandono y la destrucción del siglo XIX. Sobre ellos fue restaurada la cubierta a partir de 1962. Los arcos, achaflanados, arrancan de ménsulas gallonadas y estriban en potentes contrafuertes. La edificación en pendiente hace que el pavimento se encuentre a tres niveles. La presencia de dos capillas en la mitad occidental de la nave constituye una interesantísima peculiaridad que podría explicarse en caso de que el espacio interior hubiese sido repartido inicialmente entre una “iglesia de laicos” y una “iglesia de frailes”. En varios lugares del testero, nave y hastial fueron añadidos lucillos o capillas funerarias de los siglos XIII a XV. Sólo una capilla se cubre mediante bóveda de crucería; en su clave se representa la oración de un dominico ante la Diestra del Señor. Quizá sea la capilla de Santo Domingo financiada por Nuño González de Lara. Otras ménsulas situadas en los dos tramos occidentales evidencian el añadido tardogótico de un coro alto a los pies que no ha llegado a nuestros días.
La ornamentación se reduce a mínimos. La puerta occidental consta de seis arquivoltas y chambrana sobre capiteles y ménsulas decoradas con fronda repetitiva de hojas grandes individualizadas. Arcos y columnillas están formados por finos baquetones cilíndricos sin listel. Los ventanales de los muros longitudinales ofrecen a la vista molduración sencilla, semejante a la fase gótica de San Pedro de la Rúa. El ventanal oriental, restaurado a mediados del siglo XX a partir de los restos conservados, recuerda al meridional del transepto de San Miguel de Estella, de lo que se deduce la intervención de un arquitecto que se prodigó en diversas iglesias de la localidad en el último tercio del siglo XIII.
En el ala oeste y con ayuda de Nuño González de Lara los frailes erigieron un impresionante refectorio, edificado conforme a los mismos principios de la gran nave única: siete tramos marcados por arcos transversales de perfil achaflanado sobre ménsulas de gallones cóncavos. Dispone de tres puertas, cinco ventanas y púlpito con escalera intramural. Bajo el refectorio, un gran espacio de idénticas dimensiones y cinco ventanas rectangulares sirvió como almacén. Sobre la puerta que comunica refectorio y claustro aparecen las armas del noble castellano que costeó refectorio, bodega, portería y parte del claustro, donde enterró a un hijo.
Al otro lado del patio, la sacristía y sala capitular se cubren con bóvedas de crucería cuyos nervios moldurados corresponden al Gótico Radiante de finales del siglo XIII. Les sigue el dormitorio, todavía no completamente restaurado, rectangular y con arcos transversales.
Convento de Santo Domingo de Estella