19 de octubre
Ciclo de conferencias
LAETIFICAT COR HOMINIS. LA CULTURA DEL VINO EN NAVARRA
Vino, arte y arquitectura
Patxi Mangado Beloqui
Arquitecto
Resumen por Igor Garjón Sanz
La ponencia llevaba por título Vino, arte y arquitectura, y fue un breve recorrido por la arquitectura reciente de las bodegas navarras, españolas y del extranjero. El arquitecto afirmó que no se consideraba un experto en vino, y que veía su charla más como un ejercicio “de opinión” que como la conferencia de un erudito.
Patxi Mangado comenzó explicando que la arquitectura del vino “tiene una parte industrial y una parte mágica”. Este componente mágico tiene que ver con que, tradicionalmente, se ha tenido que excavar la tierra para crear una bodega, con todos los vínculos que tiene este acto con lo misterioso y lo mítico. El vino en sí mismo tiene esa condición mágica por estar tan ligado al factor tiempo, necesita meses para madurar y convertirse en un producto de calidad.
Mangado insistió en que esos espacios subterráneos, que los bodegueros de antaño construían sin un deseo de perseguir la belleza, resultan mucho más encantadores que gran parte de las construcciones de los arquitectos actuales, cuyo afán de exhibicionismo y ostentación ha llevado a la creación de espacios que entorpecen más que ayudan a la creación del vino.
La exposición se acompañó en todo momento de magníficas fotografías de bodegas de diferentes épocas que vinieron a reforzar las tesis que el experto sostuvo a lo largo de toda su charla.
La primera imagen de la introducción se centró en una puerta, que evocaba el misterio y el deseo de entrar en ese otro mundo que es la bodega. Junto a la foto se encontraba el plano de la estructura de esa misma bodega: un mundo misterioso y subterráneo, con sus galerías, sus rincones secretos y sus misterios. El ponente explicó cómo, sin ese deseo de crear algo visualmente impresionante, los bodegueros de tiempos pre-industriales fueron capaces de crear espacios que transmitían una gran belleza. “Esta es una arquitectura capaz de generar espacios fantásticos sin la necesidad de que haya un arquitecto”, indicó Patxi Mangado mientras proyectaba la imagen de unas enormes ánforas semejantes a pilares para demostrar cómo, de forma inconsciente, se había generado una belleza en esos espacios.
De esta “arquitectura sin arquitecto, sin voluntad cultural, sino funcional”, se pasó en la Edad Contemporánea a una arquitectura distinta, que responde a los tiempos de industrialización por los que estaba pasando España y la civilización occidental en general. Mangado explicó cómo en España se dieron dos corrientes muy interesantes en la arquitectura de espacios destinados al vino, con Cataluña y Andalucía como focos de cada una de ellas.
En Cataluña, la arquitectura de bodegas se contagió de la fiebre del Modernismo, que se desarrolló en esta región de España por espacio de unos diez o veinte años. Las bodegas catalanas creadas en esta época no tenían la intensidad decorativa de otros edificios modernistas catalanes, pero sí que se puede apreciar en ellas una sobreabundancia de la estructura que entronca con los edificios de Gaudí y otros grandes nombres del Modernismo catalán. El propio autor de la Sagrada Familia construyó unas bodegas a su benefactor Güell en esta época.
El otro foco de interés señalado por el ponente fue Andalucía, donde las bodegas que se empezaron a construir entre finales del siglo XIX y principios del XX mostraron una clarísima inspiración en los arcos y pilares de la Mezquita de Córdoba. En general, se trata de una arquitectura que no es subterránea, sino que se desarrolla sobre la superficie. Un llamativo ejemplo de esta escuela es el de la real Bodega de la Concha de 1869, diseñada por el célebre ingeniero francés Gustave Eiffel, o las bodegas Lustau, en Jerez, donde se aprecian más claramente la influencia de las arcadas de la Mezquita de Córdoba.
Tras acercarse a estas dos tendencias arquitectónicas “de procedencia culta” que destacaron en los siglos XIX y XX, Patxi Mangado volvió su mirada a ejemplos más recientes y variados de arquitectura de bodegas. En esta parte de la charla, confesó su convencimiento de que la arquitectura que se hace actualmente para espacios destinados al vino es, en general, una arquitectura fallida: “en torno a los años 2000 y 2005, encontramos una arquitectura que es más de espectáculo que de servicio al vino”, declaró.
Esta arquitectura moderna ha ido descartando el milenario rito de excavar la tierra para dar lugar a edificios visualmente impresionantes que, sin embargo, suelen resultar poco eficaces de cara al almacenamiento y conservación del vino. El experto señaló que la arquitectura de vino se ha contagiado en los últimos años de lo que él mismo definió como “un componente algo hortera, como de nuevo rico, que está lejos de la cultura del vino”.
Sin embargo, no todo es negativo, destacando ejemplos de arquitectos que han sabido crear construcciones atractivas que, además, respetan las condiciones que requiere la elaboración de un buen vino. Uno de ellos es el navarro Rafael Moneo, quien en el año 2002 supo crear una estructura integrada con el entorno y las necesidades del vino en la bodega del Señorío de Arínzano. Otro interesante ejemplo de buena arquitectura del vino lo aportó el chileno Smiljan Radik en las bodegas VIK, donde hay una importante construcción subterránea mientras que en la superficie se logra la estética mediante la combinación de la piedra y el agua. El ponente destacó especialmente la labor de grandes arquitectos italianos, como Renzo Piano, cuya Bodega La Rocca ofrece un hermoso juego de luces que no interfiere en el proceso de creación y almacenamiento del vino; pero para él, sin lugar a dudas, el mejor arquitecto de bodegas de la actualidad es el portugués Álvaro Siza.
Patxi Mangado concluyó su conferencia afirmando que existe una fuerte conexión entre el vino y la arquitectura: “ambos están muy relacionados con el tiempo, con el misterio” indicó el arquitecto, “y las construcciones actuales no responden tanto a la arquitectura del misterio como a la arquitectura de lo mercantil”.