3 de octubre
Ciclo de conferencias
PAMPLONA EN SU CONTEXTO
Edificios Docomomo
Javier Torrens Alzu
Arquitecto
El Docomomo (Documentación y Conservación de la Arquitectura y el Urbanismo del Movimiento Moderno) es una organización internacional, creada de 1990, con el objeto de “inventariar, divulgar y proteger el patrimonio arquitectónico del Movimiento Moderno”. La Fundación Docomomo Ibérico comprende España y Portugal y ha realizado su registro en varias fases; primero una de 166 edificios representativos dentro del periodo 1925-1965 y, en varias fases sucesivas, se han documentado diversos apartados: vivienda, industria y equipamientos, etc., hasta alcanzar unas 1.200 obras. Desde 1997 se organizan seminarios y congresos bienales de discusión teórica. Se ha realizado un Inventario de la Arquitectura Española del siglo XX que recoge unas 6.000 entradas en su base de datos. Las actividades están coordinadas a través de los Colegios de Arquitectos de España y Portugal. En el año 2018 se han colocado 38 placas Docomomo en su ámbito, alcanzando un total de 242 desde 2012.
En Navarra hay 19 edificios registrados en sus dos categorías A y B. Recientemente el periodo considerado se ha ampliado hasta 1975 y, en Navarra, se ha conseguido incorporar un número significativo de nuevos reconocimientos (11 edificios más: nueve en categoría A y dos en categoría B). Para ilustrar este campo del patrimonio arquitectónico tan poco conocido voy a detenerme en nueve ejemplos, los más significativos y accesibles, de ellos ocho en Pamplona y uno en Guerendiáin (Ultzama).
El lema rector del Movimiento Moderno en arquitectura fue “La Forma sigue a la Función” (Form follows Function o FfF), que ya aparece en los escritos del arquitecto Louis Sullivan (1856-1924), maestro de Frank Lloyd Wright. El concepto Movimiento Moderno nace más tarde, en la exposición que Russell Hitchcock y Phillip Johnson montaron, en 1932, en el MoMA de Nueva York y era equivalente a la expresión Estilo Internacional y quería dar a conocer la arquitectura moderna que se estaba haciendo en Europa antes de la emigración provocada por el nazismo. El lema FfF era más un deseo que una realidad aplicado a la arquitectura, que siempre ha tenido un importante contenido más formal y estilístico que estrictamente funcional, a diferencia de lo que se puede apreciar en el campo de la ingeniería. Para este cambio de paradigma, que acabó con los estilos históricos, fueron fundamentales los avances técnicos de la ingeniería aplicados a la arquitectura: la estructura de acero, el ascensor y el aire acondicionado que permitían a la arquitectura liberarse de los corsés formales anteriores, alcanzar gran altura y disponer de grandes superficies acristaladas. Esta evolución técnica es perceptible tanto en la ingeniería de los nueve puentes que unían Manhattan con los demás distritos, como en obras europeas pioneras de arquitectura moderna como la sala de operaciones de la Caja Postal de Ahorros en Viena (Otto Wagner, 1905), uno de los hitos de referencia más importantes en la arquitectura de acero y vidrio.
La alusión a Otto Wagner viene al caso ya que su arquitectura fue admirada (en los viajes de sus primeros años profesionales) y fuente de inspiración temprana para el joven Víctor Eúsa que, en los años 20 y 30, diseñó y construyó obras importantes como La Vasco Navarra (1924), con una estatua de Palas Atenea wagneriana en su remate (derribada en los 40 al levantar un ático rematado por un chapitel neoherreriano), la Misericordia (1927), con una capilla igualmente wagneriana, el gran edificio de viviendas expresionista, de hormigón y ladrillo, de la Plaza Príncipe de Viana (1929), la arquitectura parlante del Seminario (1931), o el tratamiento de esquina de la pequeña casa en Fernández Arenas (1932). Pero no son estos edificios Docomomo, ya que el primero reconocido dentro del registro es el Casino Eslava (Eúsa, 1932), en una esquina de la Plaza del Castillo, con grandes ventanales, terrazas en las últimas plantas, una fachada de cobre en el porche y, sobre todo, una interesante planta libre con una hermosa escalera helicoidal y muchos elementos decorativos en paredes y techos que se han perdido.
Casino Eslava.
La segunda arquitectura incluida en el registro Docomomo es el edificio de Viviendas de la CAM (Zarranz, 1934) en el Paseo de Sarasate, construido por un joven Zarranz después de un concurso al que se presentaron arquitectos importantes como Yárnoz, Alzugaray, Esparza, etc. y en el que se valoró la claridad de distribución diagonal de la planta y la racionalidad de los exteriores con ventanas y persianas curvadas y un elegante aplacado de piedra arenisca. Zarranz, que murió en la Guerra Civil, ya había construido un interesante club social para la instalaciones deportivas de Larraina (1933), más tarde destruido, que se inspiraba en el Club Náutico de San Sebastián (Aizpurúa y Labayen, 1929) y en la arquitectura racionalista centroeuropea que Zarranz conocía bien.
Viviendas de la CAM.
El tercer edificio Docomomo es el Colegio Vázquez de Mella (Esparza, 1934) del arquitecto autor del plano del Ensanche de 1920, un trazado tardío y similar al de Cerdá en Barcelona aunque con apenas un centenar de manzanas de dimensiones (70x70m) menores al original. La pequeña escuela (de niños y niñas) resulta ser una construcción racionalista de limpia distribución, con amplios ventanales y una planta en E que ha permitido sucesivas ampliaciones (gimnasio y patios cubiertos) sin afectar demasiado los valores del edificio original.
La primera obra plenamente moderna en Pamplona, homologada con la arquitectura que se consideraba de referencia, conocida a través de la obra difundida por las revistas de arquitectura, es, paradójicamente, una obra oculta: la Casa Felipe Huarte (Redón y Guibert, 1959) situada dentro de la finca de Villa Adriana cuyo edificio principal había proyectado Eúsa para la familia. Se trata de una obra, registrada en el Docomomo, primera del exitoso tándem Redón-Guibert, que denota un pleno dominio del lenguaje moderno en los jóvenes arquitectos. Es un volumen prismático elevado sobre el terreno con muros que salen de la planta hacia el exterior, a la manera miesiana, y una organización del espacio interior muy del gusto de los maestros nórdicos que sus diseñadores admiraban. Contaba Redón que tuvieron que diseñar muchos elementos que no existían de serie.
Los siguientes edificios registrados en el Docomomo pertenecen a la época más fecunda de Redón y Guibert. El Edificio Las Hiedras (1961) es nuestro flatiron ya que, como el neoyorquino, se produce en el encuentro entre la trama ortogonal del Ensanche y la diagonal (Avda. Baja Navarra). Ocupa el antiguo jardín de un palacete tras cuyo derribo en los años 70 (la primera voladura controlada en Pamplona) el mismo Redón (con Sagastume) construiría el edificio que da a la plaza. Pero el que nos interesa es el primero, una planta triangular con dos viviendas muy bien resueltas y un tratamiento diverso en sus fachadas, principal a Baja Navarra y secundaria a Leyre. El tratamiento de esquina es tan sencillo como efectivo y elegante. Los arquitectos emplearon la misma plaqueta cerámica blanca que habían diseñado para la casa de Felipe Huarte.
Edificio Las Hiedras.
En el Club Klinker (Redón y Guibert, 1962) de Olazagutía aparecen, a modo de ensayo, algunas de las características de sus mejores obras de ámbito rural: una planta abierta orgánica en diversos niveles, una estructura rigurosa, unas fachadas casi inexistentes, meros cerramientos funcionales y unas potentes cubiertas que constituyen el carácter formal del edificio. Los materiales son económicos y se busca la fluidez del espacio interior.
Las Torres de Huarte (Redón y Guibert, 1963) es un conjunto de 96 viviendas en dos torres adosadas con cuatro viviendas por planta, cada una, que se organizan en una trama estructural rígida de 4,10m de lado que se manifiesta al exterior en un esqueleto de hormigón con entrepaños de ladrillo amarillo. Algunos módulos son patios o baños y otros se desplazan para alojar los cuerpos de escaleras y ascensores. Las pronto obsoletas zonas de servicio doméstico originaron reformas internas y la aparición de nuevos huecos en fachada que, además del cierre de terrazas, desvirtuaron un tanto la equilibrada composición lleno-vacío del edificio.
La Torre de Erroz (Redón y Guibert, 1963) se levantó en el solar del chalet de Erroz, pequeño edificio racionalista que Eúsa había construido, en 1933, para uno de los socios de la empresa que gestionaba los cines en Pamplona. Situado en una ubicación privilegiada al borde del parque, el edificio presentaba una poderosa imagen formal por su remate fragmentado fruto de la ordenanza de altura. Con una traza en forma de mariposa, cuatro viviendas por planta, amplios núcleos de ascensores y escaleras, los dormitorios se abren buscando el soleamiento en una solución que más tarde empleará Redón en Ubarmin. El aplacado de piedra caliza blanca, sin vuelos en alféizares, y el escalonado de las últimas plantas hace que el edificio consiga una calidad plástica escultórica en el skyline de la ciudad.
Torre de Erroz.
La obra más apreciada de la modernidad en la arquitectura navarra de los años sesenta, fuera de Pamplona, es el Club de Golf de la Ulzama (Redón y Guibert, 1964). En un paisaje de bosque muy hermoso, los arquitectos levantaron un edificio complejo y muy bello que se abría al exterior tan pegado al terreno como una gran jaima de teja. La estructura de madera y acero sustenta la gran cubierta continua que se extiende sobre un espacio de gran calidad, organizado en niveles diversos de mucha complejidad. La estructura hexagonal de soportes adoptada (evocadora del Pabellón de Bruselas que construyeran Corrales y Molezún en 1956) sustenta una expresiva estructura triangular de vigas de madera de abeto de gran canto. El resultado es una obra maestra de arquitectura, fundida con el paisaje de bosque, que combina una gran calidad espacial interior con una fuerte imagen y un diálogo sutil con el entorno.
Club de Golf de la Ulzama.
Ignacio Araujo y Juan Lahuerta formaron otro tándem de arquitectos que produjeron, en aquellos años, algunos ejemplos de una arquitectura notable por su elegancia racionalista y perfecta ejecución. La Biblioteca de la Universidad de Navarra (1965) y la primera fase de la Clínica Universitaria (1965) son edificios de piedra caliza blanca con una sofisticada y precisa composición de huecos. El primero, un prisma horizontal sobre una elevación, se presenta como la cara de una planta en H; el segundo, un gran prisma blanco de nueve plantas, flanquea la calle Irunlarrea acompañado por un cuerpo bajo de acceso y administración que serían el germen de un gran edificio desarrollado posteriormente en diversas fases.
Del mismo año 1965 es la Casa de la Juventud (Estanislao de la Quadra-Salcedo), el primer edificio dotacional destinado al ocio juvenil en la comarca de Pamplona. Muy importante en la vida cultural de los setenta, alojó la primera iniciativa comercial de cine de Arte y Ensayo en la ciudad. Sus volúmenes rotundos sobre un basamento de dos plantas evocan imágenes del constructivismo ruso de los años veinte.
El periodo inicial (1925-1965) del Docomomo se ha ampliado hasta 1975, lo que ha permitido proponer y conseguir, este año, un buen número de incorporaciones en las dos categorías dentro del ámbito de Navarra. Como se apuntaba más arriba, se presentaron once edificios (nueve en categoría A y dos en B). Todos ellos fueron admitidos para formar parte del registro del Docomomo. Destacamos algunos:
La Clínica Ubarmin (Redón, 1968-75) es la obra más interesante de Redón en su etapa en solitario, después de su exitoso trabajo de siete años con Guibert. Promovida por varias mutuas aseguradoras como Centro de Rehabilitación Postraumática, se trata de un gran edificio aislado en Elcano, a 9 km de Pamplona. La planta baja aloja las consultas y áreas comunes en una retícula de 5x5m con patios ajardinados. Sobre ella se alza la torre de habitaciones (180) orientadas a sur con las áreas de servicio a norte. Una propuesta potente de hormigón elevándose sobre un extenso mar de cúpulas de plástico blanco que cubre totalmente la planta baja. Una obra de arte total en el paisaje abierto de la comarca con detalles de un esmerado diseño.
Los Comedores de la Universidad de Navarra (Echaide, 1968). Una gran cubierta acoge la planta diáfana de perímetro acristalado y galería del espacio principal sobre un potente basamento. Un edificio de aspecto fabril situado junto al río Sadar al que se accede por un pequeño puente.
El Centro de Formación Profesional del PPO en Burlada (Cano Lasso y Campo Baeza, 1974). Un gran edifico representativo del buen hacer del madrileño Cano Lasso, de ladrillo rojo y una organización clásica racionalista evocadora de la claridad formal del neoplasticismo holandés de J.J.P. Oud en los años veinte y treinta.
Por último, la Plaza de los Fueros (Moneo y de la Quadra-Salcedo, 1975). Se trata del diseño urbano, excelente y atemporal, de una rótula urbana entre las diversas partes de la ciudad que confluyen en el lugar y que resuelve con brillantez tanto los tránsitos rodados como peatonales. Se crea un espacio público de plaza circular hundida y una media luna ajardinada en pendiente como si de una versión actualizada de un teatro romano se tratara. Se presta especial atención al tratamiento del ladrillo a hueso y a las referencias visuales en los accesos peatonales.