12 de septiembre
Ciclo de conferencias
"DE LAS MUSAS A ARÍNZANO. BODEGAS EN TIERRA ESTELLA"
Las bodegas de hoy. Síntesis y catalizador de la cultura del vino.
Ejemplos en Tierra Estella
Jesús Marino Pascual
Arquitecto
No deja de ser curioso que la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro organice estas conferencias centradas en las bodegas, concretamente las bodegas de Tierra Estella.
Creo que no se trata de hablar del sector agroalimentario, de un producto agrícola, que lo podríamos hacer, ni creo que estas jornadas estén orientadas al campo, sus productos y comercialización. ¡Es la Cátedra de Arte y Patrimonio! Y ha elegido para hoy este lugar: Señorío de Arínzano. Ayer, Arellano (Roma) y mañana, Barón de Ley, bodega cuyo origen es un convento benedictino del siglo XVI y su bodega. Y hoy estamos aquí, en un complejo arquitectónico y paisajístico de primer orden.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué la Catedra de Patrimonio y Arte se centra en las bodegas? Una industria agroalimentaria y un negocio agroalimentario ¿como tantos otros?
Fijémonos en el espacio que estamos y en el entorno paisajístico que nos envuelve. ¿Verdad que esto no tiene aspecto de fábrica? ¿Qué ha habido en la cabeza de sus creadores? Seguramente respeto y consideración con el lugar, con aquello que aquí se produce y también con nosotros, los visitantes.
Lo que sucede es que estamos ante una actividad que trasciende la rutina productiva por su trascendencia cultural. Vivimos en una sociedad impregnada por la cultura del vino, con una presencia constante desde la antigüedad en nuestra vida cotidiana, en nuestras fiestas, en nuestra gastronomía, en la mitología, en la religión, en la literatura, en las artes.
Pero además de todo ello, la elaboración del vino es una actividad ligada al territorio y no deslocalizable. Es compleja y misteriosa. Cuando termina la cosecha comienza una larga elaboración que requiere tiempo, años, que ha obligado a desarrollar métodos, herramientas y técnicas, maquinarias e importantes aportaciones científicas. Se trata de una actividad que determina el territorio y su paisaje. Y cuando una cultura se imprime en un territorio, aparece un paisaje con una fuerte singularidad, aparece la capacidad tractora y en consecuencia el turismo, un turismo cultural: el hoy llamado Enoturismo. El visitante ha aparecido y debemos atenderlo.
Voy a tratar de ponerles en el contexto de qué ha sucedido para que surja este nuevo turismo en tan poco tiempo.
Hace muy pocos años no conocíamos esta palabra: “Enoturismo”. Me ha tocado vivir de una manera muy directa esta evolución a lo largo de mi vida profesional: la modernización y rehabilitación de la Estación Enológica de Haro (1899) en los años 80; el Museo Vivanco (proyecto de los 90); y bodegas de gran porte en este siglo XXI. Así como el Centro de la Cultura del Rioja (C.C.R.).
Pocos años antes (1976) se había producido en París un acontecimiento que podríamos llamarlo “revolucionario”, el llamado “Juicio de París”: una cata a ciegas de vinos californianos y franceses. Los primeros, de bodegueros casi amateurs y los segundos de los más venerados de las regiones de Burdeos y Borgoña. Resultando ganadores los californianos. La famosa cata de París tuvo una repercusión trascedente.
1985 MOMA S.F. organiza un concurso para la creación arquitectónica de la bodega Clos Pegase. Lo gana el reconocido arquitecto americano Michael Graves. Comienza a sonar un modo de hacer y entender la bodega diferente: la bodega objeto de visita. La visitamos en 2004, con la consiguiente decepción, nada que ver con el orden y rigor funcional de nuestras bodegas.
Pero el verdadero acontecimiento exitoso y trascendente surge en 1997. Pedro Vivanco, uno de los más importantes bodegueros de La Rioja, y el mayor coleccionista sobre aspectos y manifestaciones relacionadas con el mundo del vino, nos encarga el Museo de la Cultura del Vino que debía albergar la Fundación. No había entonces referencias similares, ni siquiera en Francia, a las pretensiones de su fundador. Se inaugura en 2004. El objetivo era alcanzar 40.000 visitantes anuales, pero el primer año recibe 140.000 y unos años después recibe el reconocimiento de la UNESCO.
Museo Vivanco.
Sus colecciones son espectaculares, recorriendo desde la Antigüedad hasta nuestros días. Desde la colección ampelográfica con un sinfín de variedades de vid hasta maquinaria, útiles, vasijas, el comercio, el cine, y una de las mejores colecciones de arte relacionado con el vino, etc. Su éxito conllevó una revolución. Su visita es obligada.
Este éxito del Museo Vivanco abrió los ojos al mundo del vino. Mostró que “el vino”, que la vasta cultura que en torno a la elaboración del vino se ha generado, posee un gran atractivo y que ha impregnado toda nuestra cultura occidental y, además, reúne no pocas singularidades. Aparece un nuevo interés, no solo por el vino como producto gastronómico, sino por todo aquello que envuelve su larga elaboración. El largo recorrido del viñedo a la copa, el misterio de sus calidades, y toda la sabiduría que contiene esa gran calidad.
Pero esa gran calidad tiene que ver con las condiciones del viñedo, con el clima y las variedades de vid más adecuadas, con el lugar y las tierras en las que se planta y crece, con las condiciones de la bodega y el cuidado y adecuado sistema de elaboración. No cualquier lugar puede acoger un buen viñedo, ni en cualquier lugar se puede elaborar un buen vino; y de aquí surge esa singularidad de la que hablamos al principio, “la singularidad tractora”, la que genera turismo: un territorio, siempre diferente, adornado e impreso por una forma de explotarlo que nos ofrece unas imágenes cambiantes según la época del año.
Tampoco la elaboración se puede llevar a cabo de cualquier manera. Y aquí surge el concepto de “calidad” como atributo que adorna y refuerza la singularidad. En qué condiciones se obtienen las uvas y en qué condiciones se elabora (fermentación, crianza, envejecimiento, etc.) para alcanzar esa gran calidad.
Es la bodega el catalizador que concentra todas las actividades y, por ello, la bodega se ha convertido en un lugar de visita. Ha aparecido el visitante como pieza importante del programa. Ha sido necesario reajustar y enriquecer el diseño de la bodega, se ha hecho más complejo para mostrarle la mejor manera de hacer y seducirle.
En estos años, en La Rioja se ha producido una gran transformación del mundo bodeguero y sus bodegas, con nuevas creaciones y también importantes adaptaciones para recibir y conducir adecuadamente al visitante. Sin embargo, aprecio también este interés en Tierra Estella, pero con resultados muy desiguales.
Una nueva concepción de bodega
La implantación en el medio natural o paisaje
El paisaje no es sino una apreciación estética de la naturaleza. Está impreso en el imaginario, en la cultura e historia de un pueblo, en la relación con su espacio vital. Por tanto, el respeto con el que ha de afrontarse la implantación de la bodega en el entorno paisajístico es inexcusable. Pero, a partir de este respeto, es posible aportar visiones renovadoras sobre el lugar, sobre el paisaje del que ha de formar parte, transformando o señalándolo, enriqueciendo la naturaleza en donde quizás no se depositaba la mirada. Su valor y las cualidades paisajísticas de un territorio dependen de las emociones que despiertan en nuestra mirada.
ARÍNZANO es el mejor y más sensible ejemplo.
Bodegas de Arínzano.
La orografía de esta parte de Navarra es tan variada y tan rica que ha sido bien interpretada en cada una en sus circunstancias topográficas, como TANDEM señalando el paisaje, AROA ofreciendo una panorámica espectacular del entorno, o PAGO DE LARRAINZAR con su elegante discreción, dejándose envolver por una feroz naturaleza que convive con la naturaleza humanizada por sus viñedos.
Los avances en la elaboración (reordenación y diseño técnico)
Los enólogos contemporáneos insisten en el adecuado y cuidadoso tratamiento en los procesos de elaboración y el manejo natural en los sucesivos vertidos, remontados y trasiegos de la uva y el vino. La necesidad de evitar el maltrato, los bombeos y “stress” del vino. Como consecuencia de ello, desarrollamos la ordenación espacial para que todas las operaciones puedan llevarse a cabo por derrame, evitando las bombas de vendimia y las necesarias para los remontados a las cabezas de los depósitos, consiguiendo así un vertido natural. También el equilibrio térmico y la reducción del gasto energético en los largos periodos de crianza y envejecimiento.
En Tierra Estella, salvo el esfuerzo técnico por elevar la uva sin bombeo en Arínzano y la adecuada disposición y diseño de Tandem, no he apreciado grandes avances. Sin embargo, sí parece asentarse la idea básica e histórica de situar la crianza bajo tierra y garantizar así la reducción de consumo energético.
Bodegas Tandem.
Visitante y comercialización (reordenación y diseño sensorial)
Es aquí donde aprecio una mayor carencia, con la salvedad de Irache, por contar y expresar su largo recorrido histórico y el hito que supone en el Camino de Santiago con su fuente de vino; o Barón de Ley con la restauración del Convento, pero sin una conexión directa con la bodega y sin ningún interés ni necesidad en su comercialización por abrir vías al Enoturismo. El recorrido del visitante ha de ser fluido, natural y confortable, y sin interferir en los quehaceres de la bodega. Se trata de vincular al visitante con ella, con la calidad de sus vinos, las formas de hacer, con su historia y “sus historias”.
Bodegas Irache.
Debemos tener muy presente el papel escenográfico que siempre juega la arquitectura como pieza que forma parte de un paisaje, como hito que observamos en esa gran escenografía. O como marco espacial de nuestras vidas, cuando esta se desarrolla en su interior y sus espacios nos protegen y envuelven.
El concurso del MOMA pretendía dotar a la bodega de valor arquitectónico: además de funcional y bien construida, aportar el valor de la belleza.
Todos aspiramos a la belleza, pero ¿qué consideramos belleza en términos arquitectónicos hoy? Se asocia a la buena forma, justa medida, sus proporciones o composición estética; pero como dice el filósofo Javier Gomá, es en un escalón superior cuando se da la calidad sentimental, cuando se completa el concepto formal de lo bello, es entonces cuando se produce el hechizo, el rapto de nuestra atención.
Se trata de alcanzar desde el conocimiento y la racionalidad ese peldaño superior: la impresión de los sentidos, lo sensorial, lo emocional. Se trata de generar cualidades espaciales como consecuencia de la coherencia, de la resonancia de la luz, del color, de la propia cualidad de los materiales y sus texturas. Y ello tiene que ver con la infinitud, la continuidad, la intensidad, la sinceridad de la obra y el color que espera toda forma arquitectónica.
La buena arquitectura; lo es, en su grado superior, si además de alcanzar la perfecta funcionalidad y el inexcusable rigor constructivo y su buena vejez, conseguimos hacerla emotiva. Cuanto más sincera y desnuda mejor.