17 de agosto
Ciclo de conferencias
EN TORNO A LA ASUNCIÓN. FIESTA E ICONOGRAFÍA
La Virgen de la cama, un culto singular. Apuntes devocionales e iconográficos
Jesús Criado Mainar
Universidad de Zaragoza
Más allá de la presencia tan modesta que la Virgen María tiene en el Nuevo Testamento, la Iglesia le otorgó desde fecha temprana un culto singular en atención a su papel como Madre del Redentor, consolidado en los concilios ecuménicos de Nicea (325) y Éfeso (431). La Muerte, Dormición o Tránsito de la Virgen tan solo se funda en textos apócrifos, aunque ya estaba bien definido para el siglo III y a partir de ese momento generó una extensa literatura. La Iglesia Oriental celebró esta festividad como una de las más destacadas del calendario litúrgico y la mayoría de las representaciones tempranas que nos han llegado de ella corresponden al ámbito bizantino, donde se conocía como Koimesis –literalmente, ‘sueño de la muerte’–.
La difusión de esta iconografía por Europa Occidental se remonta a los siglos XI-XII –aunque existen algunos ejemplos anteriores– y se consolidó con su incorporación a grandes portadas catedralicias francesas como la de Senlis (h. 1170), en las que se ilustra en la parte baja el Tránsito de María con la subida de su alma a los cielos y en la parte alta su Coronación. Sin embargo, a partir del siglo XIV, en Italia el Tránsito se acompañó con frecuencia del pasaje de la gloriosa Asunción de María para incorporar la pía tradición de que la Virgen entregó en ese instante su Sacra Cintola o cinturón a Santo Tomás, que no había estado presente en el momento de su muerte, debido a que la catedral de Prato guardaba desde 1141 esta preciosa reliquia mariana. Sirva como ejemplo el relieve alojado en la parte posterior del tabernáculo (1355-1357) del altar mayor del oratorio de Orsanmichele de Florencia, obra de Andrea Orcagna. Sea como fuere, lo cierto es que el arte italiano acabó decantándose por la plasmación de la Asunción antes que por la de la Coronación.
Avanzado el siglo XIV se hicieron cada vez más frecuentes los retablos dedicados a la ilustración de los diferentes pasajes de la vida de la Virgen, entre los que su Tránsito no suele faltar, llegando incluso a ocupar en ocasiones el compartimento central, al modo de lo que sucede en el monumental retablo que Veit Stoss hizo entre 1477 y 1489 para el altar mayor de Santa María de Cracovia. Este proceso concluye en el siglo XV, en un momento en el que la Dormición de María adquiere carácter autónomo para convertirse en argumento único, como sucede en el Maria-Schlaf altar o altar de la Dormición de María (h. 1434-1438) de la catedral de Frankfurt.
Este creciente desarrollo de los últimos siglos medievales refleja la efervescencia que había adquirido el culto asuncionista, con una vistosa liturgia centrada en la festividad del 15 de agosto que contemplaba diferentes facetas: desde las ceremonias en el interior del templo, que comenzaban la víspera y en muchos lugares se prolongaban a lo largo de la octava, hasta las procesiones, dentro y fuera del mismo. Y sin tampoco olvidar las paraliturgias que ponían en escena de forma teatralizada –y, por tanto, muy visual– el relato de la muerte, resurrección y subida de María al cielo, de las que aún pervive una preciosa huella en la celebración del Misteri d’Elx.
El culto asuncionista alcanzó por entonces una dimensión muy especial en algunas ciudades de la Corona de Aragón entre las que sobresale Palma de Mallorca, que lo ha mantenido vivo hasta el día de hoy. La capital balear celebraba –y celebra todavía– la Asunción con gran solemnidad, apoyándose en una imagen de la Virgen dormida o del llit –cama– (documentada ya en 1457, aunque la actual es de h. 1500) que constituía el centro de la liturgia desde las vísperas de la festividad hasta la tarde del día 15, momento en que se sacaba en procesión por las calles de la ciudad. Y lo mismo se hacía en otras ciudades aragonesas entre las que pueden mencionarse Lérida, Valencia o Zaragoza.
En la Ciudad del Ebro la organización de la fiesta de la Asunción de María estaba a cargo de la cofradía de Nuestra Señora del Milagro, incardinada en el convento de Santo Domingo, y que celebraba una pequeña procesión urbana por las calles del barrio de San Pablo –en el que se ubicaba el cenobio dominico– el día de la octava al menos desde 1498, pero con probabilidad ya desde 1485. A partir de 1560 se cambió el ritual y el recorrido: la procesión pasó a la tarde del día 15 y salió del barrio para dirigirse hasta el templo metropolitano del Salvador y la colegiata de Santa María la Mayor y del Pilar –en el centro de cuyo retablo titular estaba representada la Asunción–, adquiriendo así una mayor solemnidad a la que también contribuía la presencia del concejo municipal. Los cofrades transportaban una peana procesional en forma de cama con dosel en cuyo interior se disponía una imagen de vestir lujosamente ataviada de la Virgen dormida, al modo de como se hacía en Palma de Mallorca, si bien aquí la imagen no era vestidera.
Este cambio iba a tener una gran repercusión en otras localidades del entorno, desde Cariñena hasta Calatayud y Daroca, en las que en los años finales del siglo XVI se fundaron cofradías –algunas integradas solo por mujeres– dedicadas a organizar las celebraciones de la Asunción y provistas de imágenes y dispositivos procesionales similares al de la capital.
Cariñena. Diseño cama de la Virgen.
Afortunadamente, en algunas localidades se han conservado, aunque en la mayoría de ellas se haya perdido la fiesta. Entre los ejemplares más interesantes sobresalen los de Acered (Comarca de Daroca), Olvés y Munébrega (ambas de la Comarca de Calatayud), los tres realizados en los primeros años del siglo XVII y de clara inspiración renacentista. Constituyen un buen contrapunto para contextualizar la magnífica Virgen de la cama del Museo del monasterio de Nuestra Señora de la Caridad de Tulebras –en este caso, la imagen es del siglo XVII mientras que la cama se hizo en 1784–, que es el testimonio más relevante de este culto que se ha conservado en Navarra.
Acered. Virgen de la cama, h. 1610-1620.
Munébrega. Virgen dormida, h. 1600-1610.