30 de agosto
Ciclo de conferencias
TUDELA CIUDAD CONVENTUAL
Una Casa Grande para el Heredero.
Arquitectura señorial del Barroco en Tudela (Navarra)
Carlos Carrasco Navarro
Doctor en Historia del Arte
En la conferencia impartida el pasado 30 de agosto de 2018 dentro del ciclo “Tudela, ciudad conventual”, se pretendía no solo exponer tipológicamente la arquitectura señorial de los siglos XVII y XVIII, sino especialmente analizar el ambiente social de donde surgieron muchos de los religiosos procedentes de la nobleza que fundaron, patrocinaron y habitaron muchos de los cenobios tudelanos.
Los principales linajes tudelanos de los siglos del barroco conforman el marco del que surgen estas personalidades, siendo la casa principal de dichas familias la imagen preferente de su importancia histórica y eslabón primordial dentro de su carrera por el ascenso social.
Tudela y su Merindad durante esa época se conforman como el principal foco del arte barroco en Navarra, exportando artistas y obras por el Viejo Reino y regiones limítrofes, destacando figuras tales como Vicente Berdusán y los retablistas Gurrea. Sobresale durante esta época el ambiente festivo producto de las innumerables ocasiones que daban lugar a diferentes celebraciones populares con encierros, desfiles y fuegos artificiales, que sirven de excusa a espectaculares arquitecturas efímeras tales como arcos del triunfo y catafalcos, realizados por los mas afamados autores locales.
Uno de los festejos que más perduraron en la memoria local fueron los celebrados entre el 1 y 2 de febrero de 1743 con motivo de la profesión como religiosa en el Convento de la Enseñanza por parte de María Ignacia de Azlor y Echeverz junto a su prima Ana de Torres. En tal fecha, se congregó la mayor parte de la nobleza navarra y aragonesa para acompañar a la hija del conde de Ayanz y de la marquesa de San Miguel de Aguayo. Era conocida como “La Indiana” por su nacimiento en tierras americanas, donde dejó “caudales y hacienda”, y a las que regresó para fundar el Colegio de Nuestra Señora del Pilar de la Compañía de María en la capital de Méjico.
El primer caso analizado fue la Casa de Ezquerra en la calle Merced, fruto de la anexión y reforma de varias edificaciones entre 1695 y 1756, y que fue el hogar del linaje aragonés afincado en Tudela por José Ezquerra Borgoña, maestro albañil pero cuyos descendientes llegaron a la carrera militar, destacando el marino José Ezquerra Guirior.
Ezquerra.
La Casa Labastida en la calle Portal es el segundo modelo de casa señorial dentro del barroco pleno, con arcos de medio punto y ladrillo visto, conteniendo una temprana escalera imperial edificada en la década de 1730 por orden del ganadero Juan Francisco de Labastida y Ocón, bajo el diseño de José Fernández Luco.
Labastida.
La Casa de Huarte es el mejor ejemplo del barroco pleno, al tiempo que también constituye el diseño más original del barroco navarro por su impresionante doble escalera imperial invertida con tramos intermedios, todo ello bajo una torre lucernario con pinjantes suspendidos. Las trazas se pueden atribuir casi sin duda al maestro de obras José Marzal entre 1740 y 1744, siendo destinada para la residencia de Diego Huarte Francia y su madre Francisca; Diego Huarte Escudero logra en 1796 el título de I marqués de Huarte.
Huarte.
Huarte pinturas.
La bóveda de la escalera de la Casa de Montesa recoge el modelo de Huarte pero en menores dimensiones hacia 1773, cuando se completa la construcción de la casa iniciada en 1680 por Gaspar Vicent de Montesa al ampliar la antigua vivienda de los vizcondes de Castejón, ocupando los restos del antiguo Convento de Santa Clara, trasladado a principios del siglo XVII junto a la Plaza Nueva.
La Casa de Veráiz en la Plaza Vieja responde al modelo rococó con balcones bulbosos, reformada en 1768 por el maestro de obras Felipe Domenech para Domingo Veraiz Magallón. Sin embargo, en la fachada conserva el emblema gótico del linaje como signo de su antigüedad. Se conservan los diseños de las plantas del edificio donde se aprecian las nuevas modas francesas de distribución interior con un triple esquema de sala, gabinete y alcoba; un pequeño apartamento para el señor y otro para la señora de la casa.
Veráiz.
Igualmente, la Casa de Mur en la calle Rua presenta en su escalera edificada en 1777 una decoración plenamente rococó en las placas de su cubierta mediante rocayas o “chinerías”; sin embargo, destaca por las pinturas murales de su sala mayor, parcialmente conservadas y que desarrollan un programa de paisajes, arquitecturas fantásticas y batalla naval, bajo una cubierta plana con trampantojo de cúpula.
Mur.
La fachada de la antigua Casa de Arizcun, comprada en 1778 por el III marqués de Iturbieta a José Lizaso en plena edificación, también respondía, antes de sus reformas y reciente derribo interior, al modelo rococó en la portada mixtilínea, carpintería, alero cóncavo de yeso y vistosos pies de yeso en los balcones. Sin embargo, la compleja escalera presentaba un aspecto mucho más sencillo.
Arizcun.
La Casa de González de Castejón en la calle Verjas corresponde plenamente al modelo de barroco clasicista, mucho más austero, aunque el aspecto actual es fruto de numerosas y recientes reformas. Dentro de este importante linaje soriano destaca la figura de Pedro González de Castejón Salazar, teniente y secretario de estado de Marina en 1775. La Casa Principal lo era por el mayorazgo de Araiz, y está conformada por numerosas ampliaciones y reformas en 1741, 1770 y 1776.
Finalmente, la Casa de Aperregui en la esquina de las calles Rua y Serralta es igualmente fruto de numerosas reformas durante el siglo XVIII, promovidas algunas por Gregorio Antonio Aperregui Asiain; de entre sus 19 hijos destaca Petronila Aperregui Tornamira, religiosa de la Compañía de María y fundadora del colegio en la Isla de San Fernando (Cádiz). En 1797 y con motivo de la boda del heredero Joaquín Aperregui Montesa con Josefa Elio, a su vez hija del marqués de Vesolla y de la condesa de Ayanz, el maestro de obras José de Alba conforma la fachada actual que engloba todo el edificio y pretende poner al linaje a la altura de su nuevo estatus.
Aperregui.