25 de septiembre
Ciclo de conferencias
VIANA EN SU VIII CENTENARIO: CULTURA Y PATRIMONIO
La portada de Santa María: obra sobresaliente del Renacimiento hispano
M.ª Josefa Tarifa Castilla
Universidad de Zaragoza
La iglesia gótica de Santa María de Viana fue engalanada en el Quinientos con una excepcional portada retablo, acometida en el estilo renacentista imperante en el segundo tercio del siglo XVI, en un momento en el que la arquitectura comenzaba a ganar en monumentalidad haciendo uso de las formas clásicas, al tiempo que la abundante ornamentación dejaba de impregnar toda la estructura arquitectónica para quedar limitada a determinados espacios.
Viana fue en esta centuria uno de los arciprestazgos más importantes de la diócesis de Calahorra-La Calzada, que entre 1545 y 1556 estuvo regida por el obispo Juan Bernal Díaz de Luco, un destacado intelectual que llegó a conformar una prestigiosa biblioteca compuesta por libros de variadas disciplinas humanísticas y científicas. Como apuntaron en su momento Pedro Echeverría Goñi y Ricardo Fernández Gracia, posiblemente fue este culto prelado quien promovió el encargo de la portada renacentista, ya que además de contar con volúmenes impresos de teoría arquitectónica, como Serlio o Palladio, el complejo y rico programa de temática sacra y profana esculpido en ella tan solo pudo ser dictado por una personalidad de su categoría intelectual.
Gracias a los estudios realizados Tomás Biurrun y, especialmente, Juan Cruz Labeaga, sabemos que la portada fue proyectada y contratada en un primer momento por el maestro cantero e imaginero guipuzcoano Juan de Goyaz el 1 de noviembre de 1549, quien se comprometió a ejecutarla de acuerdo a la traza proporcionada por él mismo, en el plazo de 6 años y por 3.000 ducados. En 1552, cuando apenas se habían colocado los cimientos, Goyaz falleció, lo que provocó la paralización de la obra. Años después, el 2 de enero de 1556, los administradores de la parroquia de Santa María concertaron con el cantero vizcaíno Juan de Ochoa de Arranotegui, que había sido el primer oficial de Goyaz en esta empresa edilicia, la consecución de la portada de acuerdo con el diseño originario. Ochoa estuvo al frente de la fábrica, junto a un nutrido número de canteros y escultores, hasta el momento de su fallecimiento en 1566, cuando la portada estaba prácticamente terminada, ocupándose de su conclusión el cantero vizcaíno Juan de Orbara entre 1566 y 1570, quedando protegida por un alero de madera.
Juan de Goyaz proyectó en la portada de Santa María de Viana una estructura arquitectónica vanguardista, formada por un gran nichal central, organizado en dos cuerpos o niveles de altura, y cubierto por bóveda de cuarto de esfera casetonada, que completa su desarrollo vertical con calles laterales de diferente amplitud, quedando rematada en la parte superior por un frontón triangular (figura 1). Un diseño que recuerda y está en la línea de la propuesta planteada por el arquitecto italiano Bramante en el Nichal que cierra uno de los extremos del patio del Belvedere del Vaticano de Roma encargado por el pontífice Julio II a comienzos del siglo XVI, lo que denota el conocimiento por parte de Goyaz de las edificaciones de la antigüedad clásica romana en las que se inspiraron los artistas del Renacimiento. Además, el cuerpo bajo de la portada es una trasposición del esquema de un arco de triunfo romano, ya que se articula mediante columnas corintias que dividen la hornacina en tres calles, a las que se suman otras dos laterales dispuestas en el frente de la fachada, quedando el espacio central ocupado por la puerta de acceso al templo, rematada por un tímpano de medio punto.
Portada renacentista de la iglesia de Santa María de Viana.
Foto: M.ª Josefa Tarifa.
En la portada se esculpió un complejo y rico programa escultórico, de temática tanto sacra como profana, de la mano de diferentes escultores, imagineros y entalladores, en el que se advierten estrechas relaciones con el círculo de Arnao de Bruselas, en definitiva, con unos rasgos estilísticos acordes a la escultura riojana del segundo tercio del siglo XVI. En el primer cuerpo de la fachada se dispusieron escenas de la Infancia y Pasión de Cristo, a saber: los relieves de la Oración en el Huerto, la Anunciación, la Virgen con el Niño acompañados de San José, San Juanito y ángeles en sacra conversación, la Natividad de Jesús (figura 2) y la Caída de Cristo camino del Gólgota. Sobre este primer cuerpo se colocó en el interior de la hornacina un completo Calvario, presidido por Cristo en la cruz, flanqueado al buen y mal ladrón y acompañado de María y San Juan, junto a Longinos, la Magdalena y soldados romanos a caballo, al que se superpone en la parte inferior del nicho el grupo del Santo Entierro. Finalmente, la exedra que cubre la hornacina, decorada con casetones decrecientes con relieves de ángeles, está ocupada en su parte central por la representación de la Asunción de la Virgen María a la Gloria acompañada por ángeles y su coronación como reina de los cielos, ante la presencia del busto de Dios Padre, dispuesto sobre ella (figura 3).
Portada renacentista de la iglesia de Santa María de Viana. Detalle de la Natividad de Jesús.
Foto: M.ª Josefa Tarifa.
En las calles laterales que flanquean el nichal se esculpieron los cuatro evangelistas con sus atributos, y los padres de la Iglesia latina como depositarios y defensores de la doctrina cristiana, junto a San Juan Bautista, Zacarías y el rey David, profetas que anunciaron la llegada del Mesías en el Antiguo Testamento. En definitiva, un programa acorde a los ideales de la Reforma católica impulsado a partir de la celebración del concilio de Trento (1545-1563), en cuyas sesiones participó el mentor de esta portada, el prelado Díaz de Luco, que alude a la Redención del género humano gracias a la encarnación, pasión y resurrección de Cristo, en el que la Virgen tuvo un papel principal como corredentora de la Humanidad.
Portada renacentista de la iglesia de Santa María de Viana. Detalle de la hornacina.
Foto: M.ª Josefa Tarifa.
El mensaje religioso de la portada se completa con otro programa de lectura más compleja, dirigido a un público culto, que exige conocimientos de astrología y de mitología clásica. Como reveló el profesor Juan Francisco Esteban Lorente, en el intradós del arco que flanquea la puerta de acceso al templo se talló la sinastría astrología –o representación simultánea– de los horóscopos del nacimiento y muerte de Cristo, probablemente con la intencionalidad de resaltar la naturaleza humana de Cristo y, por tanto, no exento del sufrimiento para salvar a la Humanidad, a la vez que es Dios del cosmos y del tiempo. Por último, en el basamento de la portada, y sobre los paneles del zócalo, se dispusieron diferentes relieves con los trabajos de Hércules, el héroe virtuoso de la Antigüedad griega que luchó contra feroces animales y seres monstruosos, cuyas hazañas son interpretadas en el Renacimiento bajo un prisma cristiano, con una lectura moralizante, por lo que su figura se asimila a la de Cristo. Así, Hércules es el hombre virtuoso que lucha contra los vicios que llevan al hombre al pecado, como la soberbia (enfrentamiento con el león de Nemea), la lujuria (Hércules y el centauro Neso, y Hércules contra la Hidra de Lerna) o la avaricia (Caco robando los ganados de Hércules) gracias a la virtud de la fortaleza.
En definitiva, la portada de la iglesia de Santa María de Viana es una de las joyas arquitectónicas del patrimonio renacentista, no solo navarro sino también peninsular, por su vanguardista diseño arquitectónico y su completo y elaborado programa escultórico. Desgraciadamente, la calidad de la piedra arenisca empleada en su construcción ha provocado que en la actualidad presente un serio deterioro como consecuencia del paso del tiempo, agravado los efectos atmosféricos de la lluvia, la humedad o la contaminación ambiental, con la consiguiente pérdida de parte de su estructura arquitectónica y de los relieves que conforman su programa escultórico, por lo que esperamos y deseamos que un futuro inmediato pueda ser objeto de una urgente restauración que consiga evitar la pérdida irreparable de esta sobresaliente portada pétrea.