26 de septiembre
Ciclo de conferencias
VIANA EN SU VIII CENTENARIO: CULTURA Y PATRIMONIO
Viana: singularidades históricas y sociales
Félix Cariñanos San Millán
Etnógrafo e historiador
Al examinar los archivos vianeses, el patrimonio inmaterial de esta ciudad y la vida en sus calles a lo largo de la historia, el investigador se percata de que existen dos peculiaridades que destacan sobre las demás respecto de numerosas localidades de Navarra: su localización en la frontera de la antigua Castilla –actualmente con la comunidad autónoma de La Rioja– y su inclusión hasta 1956 en la diócesis de Calahorra y La Calzada.
Ambas circunstancias se evidencian todavía hoy tanto en la incorporación en época moderna a la Denominación de Origen Calificada Rioja, ansiada por nuestros bodegueros al menos desde finales del siglo XVIII, como en los numerosos rastros monumentales y artísticos provenientes de influencias burgalesas, herrerianas y riojanas a causa de los artistas llegados desde tierras no navarras.
Uno de estos rasgos patrimoniales es la originalidad de sus distintas fiestas. Destaca la de San Felices o de la Fundación, en la que se entrega a cada escolar una moneda por la que recordará que en aquel 1 de febrero de 1219 nació esta ciudad. Es una efeméride civil testimoniada como patrimonio de la ciudad, o sea, del Ayuntamiento.
La festividad de santa María Magdalena, Patrona Única de la población desde la peste de 1599 según definición reiterada de las corporaciones, fue siempre celosamente protagonizada por estas, sin permitir injerencias por parte de la autoridad eclesiástica local. En 1973 el vino de honor que se asignaban los concejales e invitados en el salón de sesiones pasó a los soportales del palacio consistorial y dio lugar a la degustación denominada la pasta de la Magdalena.
A diferencia de las autoridades civiles públicas, los mozos crearon una nueva fiesta a partir de 1876, es decir, del final de la Tercera Guerra Carlista. Se repetía así otra singularidad de los festejos de la ciudad: su forma de reponerse anímicamente, siglo tras siglo, a pesar de las contiendas y dificultades de la vida agrícola. La juventud se organizó en numerosas sociedades y cuadrillas, germen de las futuras peñas del siglo XX, uno de cuyos actos cimeros era el chunchún, pasacalle oficial en el que los mozos y las mozas, ante la comitiva del Ayuntamiento, se apoderaban de los gigantes y marcaban el ritmo de la ida a las vacas y la vuelta desde la plaza del Coso.
Portadoras de la Virgen de Nieva. 2009.
Las fiestas de la Virgen de Nieva –devoción segoviana– o de Acción de Gracias han sido las mayores hasta los tiempos de la industrialización; albergaron siempre más actos y días que las de julio y fueron totalmente enseñoreadas por la mocería. A diferencia de las de la Magdalena, motejadas como fiesta de los ricos, estas eran conocidas como las fiestas de los pobres. La distinción léxica se basaba en que las primeras tenían lugar en tiempo de siega y los jornaleros no disfrutaban de dinero, mientras que en las de septiembre ya habían recogido la cosecha.
Una materia tan sustancial como la alimentación se revela en platos tradicionales que se amoldan a las distintas estaciones agrícolas: el rancho del trujal en la molturación de la oliva, el rancho mil chorras en la trasiega del vino, la berza con caracoles y carne por san Martín, la cena de las habas de la Cofradía de la Soledad por Jueves Santo… Es este un tema abundantemente documentado, que nos permite dividir los diversos tipos de refrigerios en los servidos por los Ayuntamientos y en los practicados por el pueblo.
El consistorio frecuenta los regalos a virreyes y personalidades que pueden aportarle beneficios. Asoman los productos de la tierra cuando los regidores comen en el campo al practicar amojonamientos junto a concejales de otras localidades. Destacan asimismo los refrigerios que se permiten en el Balcón de Toros –lugar en el que suele prohibirse el acceso a las mujeres– mientras asisten a los espectáculos taurinos.
Al pueblo se le auxilia en épocas de hambruna, sobre todo en los inviernos, de ahí que en 1898 se creara la Cocina Económica, mantenida por el Ayuntamiento, la parroquia y algunos próceres de la población. Las comidas populares enfilaron hacia los ranchos entre cuadrillas y al puchero de campo, consuelo de jornaleros. Durante siglos eran cotidianos los sartenes frecuentados por los pastores vianeses, navarros y riojanos de reses bravas originarios de la Ribera navarra y riojana junto al Ebro en los sotos de Galindo y Valdegón.
Características también fronterizas contuvieron las ferias y mercados. Estos se citan ya en el Fuero del Águila, concedido por Sancho VII el Fuerte. Tanto los reyes navarros medievales como Fernando el Católico y Carlos I se cuidaron de respetar estos privilegios. A finales del siglo XVIII, las corporaciones vianesas, conscientes de su proximidad con Castilla, intentaron alargar los once días de feria a veinticinco, e incluso a cincuenta y nueve, a fin de vender mejor el vino, el aguardiente y el aceite. Las ferias perduraron hasta 1904 y el mercado actual de los viernes en el Coso sucede a aquellos prósperos y comarcanos de finales del XIX.
En fin, de aquellas manifestaciones seculares tan significativas sobreviven actualmente un buen puñado sembrado en distintos campos:
- Las romerías a la ermita de Cuevas, paraje nominado en el Códice Calixtino que alberga las romerías del Lunes de Pascua y 7 y 8 de septiembre de sus 1.800 cofrades, con reparto del pan y el vino en esta última.
- Las romerías a la ermita de San Martín de Tidón el último sábado de mayo –con reparto de vino moscatel y pastas– y el 11 de noviembre.
San Martín de Tidón. Siglo XVI.
- Las cuatro bendiciones de los campos desde las murallas procesionando a san Isidro Labrador.
- La tradición oral conservada incluso acerca de brujas habidas en el siglo XX (la Coletilla, la Chichota), sin olvidar el retrato más singular trazado sobre el Brujo de Bargota por la pluma del vianés Francisco Navarro Villoslada en su novela inacabada El hijo del Fuerte.
- La pujanza de la nueva banda municipal (2004); los gaiteros (2016); la charanga Gazte-berri, sucesora (1914) de la mítica Miracueto; la comparsa de gigantes y cabezudos (1886); y las danzas de Erentzun Ikastola.
- Los auroros, Pedro Angulo Rozas “Periquillo”, pastor, recuperadores del folclore tradicional.
Coro de Auroros de Viana en la Casa de los Navarros de Burgos. 2007.
- Los murguistas, sucesores de quienes mantuvieron la murga de carnaval en el siglo XIX, la posguerra y los inicios de la industrialización.
- Los joteros, improvisadores algunos de ellos incluso de las jotas repentinas o al momento.
- Las evocaciones de César Borgia, recopiladas por Juan de Amiax, José de Alesón, Francisco Navarro Villoslada y quienes lo vieron exhumar en 1885 y 1945 e inhumar en 1953.
Bastantes más aspectos podrían enumerarse, mas basta. Bienvenidos a Viana, y gocen en ella.