18 de agosto
El arte al servicio de la fiesta. La Casa de Misericordia y el cartel de la Feria del Toro (1959-2022)
José Javier Azanza López
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
Con motivo del Centenario de la Plaza de Toros de Pamplona (1922-2022), las Salas 1 y 2 del Palacio del Condestable de Pamplona acogieron, entre el 16 de junio y el 20 de agosto de 2022, la exposición El arte al servicio de la fiesta. La Casa de Misericordia y el cartel de la Feria del Toro (1959-2022). El jueves 18 de agosto, la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro organizó una visita guiada con Javier Azanza, comisario de la misma y autor de su libro-catálogo, a la que asistieron una treintena de personas.
Cartel anunciador de la exposición El arte al servicio de la fiesta. La Casa de Misericordia y el cartel de la Feria del Toro (1959-2022).
En dicha visita, el profesor Azanza llevó a cabo un recorrido por las más de 150 piezas que componen la muestra y que pretende poner el acento en dos aspectos significativos. El primero de ellos, la revalorización del cartel publicitario como material expositivo, en la línea emprendida en los últimos años por prestigiosos museos que lo han incorporado como parte esencial de su relato museográfico, caso del MoMA de Nueva York, el MNAC de Barcelona y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Y el segundo, dar a conocer y compartir con la ciudadanía una parte del rico legado patrimonial de la Casa de Misericordia de Pamplona, dado que la totalidad de las piezas expuestas forman parte de su colección.
Tal y como explicó Azanza, el discurso expositivo se articula en torno a dos grandes elementos. En primer lugar, la cartelería taurina colgada en los muros de las salas y articulada en diez secciones que conforman un relato unitario, si bien algunas funcionan como “microexposiciones”, como los homenajes a José Antonio Eslava y a Ignacio Cía, al cartel de Juan José Aquerreta del presente año 2022, o la dedicada al cartel taurino en clave femenina con los nombres de Edith Hultzsch, Francis Bartolozzi, Elena Goñi, Laura Panno y María Franco. El segundo se concreta en las vitrinas de las salas, con un discurso independiente pero complementario al de los carteles murales, que incluye materiales como billetaje y programas de mano, bocetos inéditos de los autores del cartel y correspondencia con renombrados artistas con quienes se estableció contacto pero que por una u otra razón no llegaron a firmarlo, como ocurrió con Agustín Ibarrola, Francis Bacon y Rafael Ruiz Balerdi.
Una de las salas del Palacio del Condestable de Pamplona que acogió la exposición.
La exposición pone de manifiesto cómo desde mediados del siglo XIX se advierte la presencia taurina en los carteles anunciadores de las fiestas de San Fermín, tanto en escenas ligadas a la lidia en el coso como en la veloz carrera del encierro. La inauguración en 1922 de la nueva Plaza de Toros de Pamplona, cuya gestión quedó en manos de la Casa de Misericordia, resultará decisiva para el devenir del cartel, por cuanto a partir de estos momentos se van abriendo paso dos carteles independientes que, con sus características específicas, han llegado hasta nuestros días: el cartel festivo del Ayuntamiento y el cartel taurino de la Casa de Misericordia.
Este apretado recorrido histórico tiene su punto culminante en 1959, cuando por iniciativa de Sebastián San Martín, vocal de la Junta de la Casa de Misericordia y miembro de su Comisión Taurina, el ciclo taurino de las fiestas de San Fermín se convirtió oficialmente en la Feria del Toro de Pamplona, otorgando el protagonismo a las ganaderías de primera categoría que ofrecieran toros con peso y trapío, como reto para los toreros que quisieran enfrentarse a ellos. Desde entonces, la Casa de Misericordia trabaja todos los años para lograr un cartel anunciador plural. Evitar el concurso y la repetición de autor, encargo a firmas de renombre, libertad de ejecución, cartel a tono con los tiempos y con capacidad de impactar, y una cierta dosis de polémica, estas son las premisas sobre las que se ha cimentado durante décadas el cartel de la Feria del Toro, entendido como una inversión patrimonial mediante la creación de una valiosa colección artística con sello propio. Digna de mención es la labor llevada a cabo por las comisiones Taurina y del Cartel, de las que han formado parte Fernando Redón, Fernando Nagore, José M.ª de Andrés, Fernando Pérez Ollo, Pío Guerendiain, Eugenio Salinas, José M.ª Marco y Luis Arraiza entre otros, a quienes se suma Ignacio Cía, director y piedra angular de la Casa de Misericordia durante más de treinta años.
Más allá del binomio texto-imagen como elementos constantes, aunque con interpretaciones muy personales y con diferentes grados de integración y diálogo entre ambos, una palabra define la esencia del cartel taurino pamplonés: variedad. Y lo hace a muy distintos niveles, desde sus autores hasta las técnicas empleadas en su ejecución.
En relación a la autoría, el cartel de la Feria del Toro cuenta con creadores navarros, nacionales e internacionales, entre los que sobresale el colombiano Fernando Botero. Es notoria también la variedad de lenguajes, de manera que encontramos desde carteles hiperrealistas hasta otros que rozan la abstracción, bien por el dilema interpretativo de sus formas, bien por la intensidad cromática que las destruye, sin olvidar el reto del ready-made dadaísta. No menos significativa resulta la variedad iconográfica, y si bien el toro es el gran protagonista del cartel destinado a anunciar su Feria, aparece en muy diferentes actitudes, lances y escenarios; e incluso en ocasiones se hace invisible para dar paso al picador, al espacio silencioso de la plaza, al plástico capote, a los hierros de las ganaderías o a la piel que conceptualiza la fiesta, a los que se suman carteles-logotipo en los que trazo y color se convierten en verdadera metáfora de la lidia en el coso.
Es perceptible igualmente una variedad cromática, por cuanto la Feria en rojo, blanco y negro –trilogía sanferminera y taurina por excelencia– no cierra el paso a los colores cálidos en su identificación con el albero y la tarde soleada, ni a los netamente taurinos oro y fucsia, e incluso invita a las gamas frías de azules, violetas y verdes, poco dadas a la fiesta. Y existe por último una variedad técnica en los originales del cartel, que ofrece un amplio repertorio en el que, si bien prevalece el óleo, no descarta el temple, el grabado, la acuarela, el gouache y el collage; todo ello sin olvidar que el diseño gráfico, la fotografía y la escultura son técnicas a las que recurren igualmente los autores del cartel. Tal diversidad confiere a la cartelería taurina de la Meca un sello distintivo y muy personal que elimina cualquier atisbo de monotonía y repetición.
En definitiva, la cartelería de la Feria del Toro de Pamplona conforma un excepcional muestrario que invita a asomarse al universo del cartel publicitario, de las artes plásticas y de la tauromaquia desde una realidad poliédrica, en la que tienen cabida todos los gustos y sensibilidades. Así lo ha reflejado la exposición El arte al servicio de la fiesta. La Casa de Misericordia y el cartel de la Feria del Toro (1959-2022). Sirva como reconocimiento y homenaje a la Casa de Misericordia, cuyo esfuerzo y dedicación, incluso en los difíciles momentos de la pandemia, han permitido reunir una de las más valiosas colecciones taurinas a la altura de la Feria que proclama.
Un momento de la visita guiada con Javier Azanza.