Identidad roncalesa: indumentaria en retratos fotográficos del siglo XIX
JOSÉ IGNACIO RIEZU BOJ
En esta exposición virtual queremos mostrar una serie de fotografías, quince concretamente, que hemos ido coleccionando a lo largo de varios años, todas ellas datadas en el siglo XIX y que nos muestran hombres y mujeres ataviados con la indumentaria roncalesa. Suponen un importante material para estudiar este atuendo en la segunda mitad del siglo XIX.
La creación de la fotografía fue un proceso largo en el que intervinieron multitud de inventores, de distintas nacionalidades, que tuvieron muy diverso éxito. Este dilatado nacimiento dio lugar a la creación de diferentes procedimientos fotográficos. Así, el francés Nicéphore Niepce desarrolló hacia 1826 las primeras fotografías sobre betún de judea; el brasileño Hércules Florence realizó fotografías en 1833; el francés Hippolythe Bayard inventó los dibujos fotogénicos en 1839; otro francés, Louis Daguerre, patentó el daguerrotipo en 1839; el inglés William Fox Talbot patentó el calotipo o talbotipo en 1841; su compatriota John Herschel Atkins creó el cianotipo en 1842; incluso un español, José Zanetti, ha sido recientemente alumbrado como creador de fotografías hacia 1842. Todos estos procedimientos eran caros, laboriosos y requerían de largas exposiciones que dificultaban sobremanera su utilización para realizar retratos personales. El daguerrotipo y el calotipo fueron los métodos que triunfaron en los inicios de la retratística fotográfica, pero sus altos precios solo los hicieron accesibles a las capas sociales más pudientes.
La invención en 1851 de un nuevo procedimiento fotográfico llamado “colodión húmedo” por el inglés Frederick Scott Archer y el francés Gustave Le Gray supuso un gran avance para los retratos fotográficos y originó nuevos procedimientos como el ambrotipo o el ferrotipo. Pero fue la aparición del procedimiento llamado “Carte de Visite” (CDV) o “Tarjetas retrato”, patentado por el francés André Adolphe Eugène Disdéri en 1854, lo que facilitó el acceso al retrato a una parte de la sociedad que no lo había disfrutado hasta entonces. Este procedimiento permitía la obtención de varias fotografías (4, 6, 8 o 12) en el mismo cliché produciendo pequeñas fotografías que eran pegadas en una cartulina del tamaño de una tarjeta de visita (de ahí su nombre, aproximadamente 6,3 x 10,2 cm) por una módica cantidad de dinero. El cliché numerado era guardado por el estudio, lo que permitía realizar nuevas copias sin la presencia del retratado. Esta producción en serie de retratos posibilitó a sus dueños repartir su imagen entre familiares o conocidos, imitando así las miniaturas pintadas o los daguerrotipos utilizados por la aristocracia. Supuso también una forma de distinción dentro de una capa social media-alta de otra baja, que no podía tener acceso a estos lujos. La aparición de este procedimiento provocó la proliferación de estudios fotográficos en pequeñas ciudades que nutrían sus ingresos gracias a este método más económico. Conforme avanzó la centuria, nuevos tamaños de tarjeta-retrato fueron apareciendo, aumentando su tamaño como el Victoria (8,3 x 12,2 cm), Cabinet (11 x 17 cm), Promenade (10,8 x 21 cm), Boudoir (13,4 x 21,5 cm), o el más grande, el imperial (17,5 x 25 cm), haciendo el procedimiento más variado y lujoso. No obstante, los tamaños más difundidos fueron la CDV y posteriormente el Cabinet o Gabinete en español. La técnica se extendió y popularizó de tal manera que hacia 1860 había llegado a establecimientos fotográficos de todo el mundo.
La indumentaria roncalesa siempre ha sido considerada por los roncaleses algo importante y exclusivo del valle. De hecho, en las diferentes ordenanzas que el valle fue actualizando durante los siglos XVI, XVII y XVIII, siempre aparece un capítulo encargado de explicar y regular su uso solo para personas nacidas en el valle. La utilización exclusiva del traje roncales era una forma de reconocer y proteger los especiales privilegios individuales roncaleses, entre otros su hidalguía colectiva. Esta manera de diferenciarse del resto de habitantes foráneos y el privilegio que ello conllevaba pudo ser el origen del fuerte lazo de han mantenido los roncaleses con su indumentaria y que ha perdurado hasta hace pocas décadas con más arraigo que en otros valles o villas navarras.
La sociedad roncalesa del siglo XIX sufrió un gran declive económico. La industria maderera, que había enriquecido y dado trabajo a todo el valle en el siglo XVIII gracias a la demanda de madera por la Armada española, sucumbió al derrumbe del imperio español tras la invasión napoleónica. El valle volvió, en su mayoría, a una precaria economía de subsistencia, con la excepción de unos pocos ganaderos con cierto poder económico, únicos capaces de dar trabajo a pastores y mayorales que manejaban sus ganados. La alta y media sociedad roncalesas, muy escasas, se fueron pronto del valle, teniendo que adaptarse a la globalización de las modas europeas y perdiendo, entre otras cosas, el modo de vestir roncalés. Las pocas familias prósperas que permanecieron en el valle se vieron también deslumbradas por las modas de la capital y adaptaron sus modos de vestir, destacando de esta manera su estatus frente al resto de habitantes del valle. Un ejemplo lo tenemos en Gregorio Garjón, administrador del tenor Julián Gayarre, que pleiteó con la junta del valle para abolir la obligatoriedad de llevar el capote y valona en las reuniones de dicha junta.
El difícil acceso de las clases menos pudientes a la fotografía, aunque fuera un procedimiento barato como la CDV, y la dejación de la indumentaria tradicional del valle por las clases más acomodadas, dieron lugar a que, aunque no sean escasos los retratos fotográficos del siglo XIX entre las familias roncalesas, la presencia en ellos de indumentaria típicamente roncalesa sea muy limitada. Solamente unas pocas familias acomodadas conservaron por unas décadas los modos de vestir de sus antepasados, de forma que en los retratos pudieran lucir sus trajes roncaleses de gala.
En el valle de Roncal no se estableció ningún estudio fotográfico. La mayoría de los retratos estudiados están firmados por establecimientos fotográficos de las localidades más importantes con las que el valle mantenía lazos comerciales, como son Pamplona o Zaragoza. Podemos encontrar también retratos realizados en ciudades más lejanas, como San Sebastián o las francesas de Bayona o Burdeos, instantáneas que parecen estar más relacionadas con puertos de salida de la emigración roncalesa hacia América. En la colección que presentamos, todos los retratos están montados en el formato de CDV o en el más grande, Cabinet, aunque también tenemos catalogado alguno en tamaño imperial.
Las fotografías de la colección imitan poses y formatos desarrollados en la pintura, principalmente las miniaturas de décadas precedentes. Muchas son retratos íntimos para entregar a seres queridos: maridos, esposas, padres, pretendientes o amigos. Así mismo, inmortalizan momentos importantes en la vida de los retratados como bodas, natalicios, reuniones familiares o incluso viajes. Unas veces son bustos femeninos de medio cuerpo, algunos girados hacia un lado encerrados en óvalos y de mirada fija y perdida; otras son personas de cuerpo entero luciendo sus mejores galas con semblantes serios que remarcan el respeto y la dignidad; también en ocasiones se apoyan en algún mobiliario del estudio fotográfico o portan algún objeto que indica sus preferencias o estatus. Las parejas, probablemente recién casados, muestran sutiles y pudorosos contactos en el hombro o en el brazo, a veces los dos de pie, otras uno de ellos sentado y el otro de pie.
Esta colección permite estudiar la vestimenta de gala de los hombres y mujeres de este valle tan castigado ahora por la despoblación y el abandono, que trata en la actualidad de reavivar y redescubrir su indumentaria. Una forma de estudiar este modo particular de vestir es documentarlo en fotografías del siglo XIX.
Hacia 1880, albúmina. CDV (9,8 x 6,3 cm), Coyné y Marín, Pamplona.
Busto de mujer encerrado en un óvalo en relieve. Reverso con dedicatoria “Recuerdo a mi querida amiga María, Higinia”. En la fotografía destacan la larga y gruesa trenza que el fotógrafo ha colocado sobre el hombro derecho de la retratada para su lucimiento y las franjas bordadas de los corpiños. Obsérvese el procedimiento tan elaborado y ajustado de atar el jubón por delante. La mujer lleva en la garganta un lazo de cuatro piezas, típico del aderezo roncalés, atado al cuello con una cinta de terciopelo negro. Este aderezo recibe el nombre de ‘cruz’ (la última pieza es una cruz griega) o bitxi. Asimismo, aunque no se ve bien, porta un collar con varias vueltas. Se puede observar sobre el hombro izquierdo la numeración del cliché que guardaba el gabinete fotográfico para hacer nuevas copias si el cliente lo requería.
El estudio de Anselmo Coyné y Valentín Marín fue uno de los primeros establecimientos fotográficos instalados en Pamplona, junto al estudio de los dos socios Leandro Desages y Domingo Dublán, y el más desconocido de Domingo Erneta. El estudio estuvo activo durante los años 1866 y 1881, aunque Coyné se trasladó a vivir a Zaragoza en 1874. En esta ciudad se hizo cargo del importante gabinete de Mariano Júdez, asociándose con su viuda, refundando el estudio como “Coyné” y alcanzando una importante fama continuada por su hijo Ignacio. El estudio de Coyné y Marín, también denominado en sus primeras etapas “Fotografía Pamplonesa”, fue el primer establecimiento fotográfico en instalarse en la plaza del Castillo, lugar que a partir de entonces se hizo emblemático para los más importantes fotógrafos pamploneses.
Hacia 1885, albúmina. CDV (10,2 x 6,4 cm), Emilio Pliego, Pamplona.
Busto de mujer encerrado en un óvalo, apoyada sobre un álbum de fotografías. En la imagen destacan, como en la anterior fotografía, la larga y gruesa trenza colocada por delante, el gran lazo atado al comienzo de la trenza y la gran joya o cruz de cuatro piezas que cuelga del cuello. También lleva al cuello un collar de varias vueltas de cuentas blancas. Viste corpiños con franjas de galones.
El fotógrafo Emilio Pliego estuvo asociado a otros fotógrafos antes de montar su estudio propio. Tenemos constancia de la asociación con Leopoldo Ducloux, recién llegado a Pamplona hacia 1876, y con José Roldán probablemente continuando el estudio dejado por Coyné y Marín hacia 1881. El establecimiento en solitario de Emilio Pliego se ubicó en el n.º 35 de la plaza del Castillo y se convirtió en uno de los más prestigiosos de la ciudad, siendo una de sus especialidades el retrato infantil. En 1887 se trasladó al n.º 22 de la misma plaza del Castillo. Emilio Pliego regentó su negocio hasta 1922.
Hacia 1890, albúmina. Cabinet (16,5 x 10,6 cm), Enrique Beltrán, Zaragoza.
Busto de mujer con bordes difuminado. La fotografía muestra un fuerte deterioro por desvanecimiento del color, virado del color a sepia y manchas en su superficie. El gran menoscabo de la fotografía hace difícil estudiar la indumentaria. La retratada lleva al cuello una gran cruz de cuatro piezas y un collar de varias vueltas.
Enrique Beltrán, junto a Anselmo María Coyné, fue uno de los más afamados fotógrafos del fin del siglo XIX en Zaragoza. Fundó su estudio hacia 1885 en la calle Méndez Núñez n.º 14 hasta que en 1903 lo traspasó a los fotógrafos Cortés y Antolín.
Hacia 1865-1870, albúmina. CDV (10,0 x 6,0 cm), Anónimo (probablemente Ferdinand Bérillon), Bayona, Francia.
Busto de mujer encerrado en un óvalo en relieve. Como en la mayoría de estos retratos de bustos femeninos, podemos ver la gran joya tipo cruz de cuatro piezas que cuelga de su cuello y un collar de varias vueltas. Conviene también destacar la cintura muy ceñida y la gran cantidad de pliegues que salen de la falda.
No conocemos el autor de esta fotografía, pero al tratarse con toda probabilidad de la misma persona que vemos en la fotografía n.º 5 y provenir del mismo álbum fotográfico, pensamos que el estudio fotográfico pueda ser el mismo: Ferdinand Bérillon en Bayona.
Hacia 1865-1870, albúmina. CDV (10,5 x 6,3 cm), Ferdinand Bérillon, Bayona, Francia.
Mujer fotografiada de cuerpo entero, de pie, apoyando su brazo izquierdo en el respaldo de una lujosa silla y el derecho sosteniendo un abanico. Un gran cortinaje y una mesa con libros, detrás de la silla, ocupan toda la parte derecha de la fotografía, mientras que contrasta con la sencillez de la parte izquierda, con la alfombra y la pared desnuda, separadas por un ancho y sencillo rodapiés. La señora retratada se trata de la misma mujer y viste la misma indumentaria que la de la fotografía 4. Podemos destacar la gran cantidad de plisados de su falda de tonalidad oscura.
El fotógrafo parisino Ferdinand Bérillon tuvo estudio fotográfico en los soportales del puente nuevo n.º 1 de Bayona y sucursal en Biarritz (plaza de la Mairie). Se hizo famoso por realizar numerosos retratos a combatientes carlistas, entre ellos al pretendiente carlista Don Carlos, a su familia o al cura Santa Cruz. Sus trabajos están datados entre los años 1863 y 1890. Llama poderosamente la atención la presencia de retratos con indumentaria roncalesa en este estudio tan alejado de las villas roncalesas. Podemos especular, como lo haremos en las fotografías 10 y 11, con fenómenos de emigración, aunque también podría ser debido a que el fotógrafo se hubiera desplazado a localidades más cercanas como Pamplona o Sangüesa. Hay constancia de trabajos de este fotógrafo en Bertiz, fotografiando a la familia real carlista en 1875.
Hacia 1870-1875, albúmina. CDV (9,8 x 6,4 cm), M. Zuloaga, San Sebastián.
Mujer fotografiada de cuerpo entero, de pie, portando un abanico en su brazo derecho que apoya sobre una balaustrada como único adorno de la escena. Destacan sus dos largas y gruesas trenzas que se muestras juntas por delante, terminando en sendas cintas estrechas que caen alargando la longitud de las trenzas. La falda muestra pliegues, pero bastantes menos que los que se ven en la fotografía 5.
No he podido localizar datos sobre este estudio fotográfico situado por su respaldo en el barrio de San Martín de San Sebastián.
En el reverso de la fotografía se puede observar la denominación del establecimiento fotográfico, utilizando una tipología de letra bastante sencilla, y la presencia de un anagrama que representa la paleta de pintor y una cámara fotográfica encerrando un retrato.
Hacia 1887, albúmina. Cabinet (16,0 x 10,8 cm), Leopoldo Ducloux y Agustín Zaragüeta, Pamplona.
Mujer fotografiada de cuerpo entero, de pie, que apoya su mano derecha sobre unas rocas simuladas. Como fondo se observa un telón fingiendo un paisaje boscoso. Destacan en la mujer las dos largas trenzas que caen por delante, una a cada lado del cuerpo. Terminan en una cinta estrecha que cae, aumentando la sensación de largura de las trenzas. La falda, al contrario de las vistas en las fotografías 5 y 6, no presenta prácticamente pliegues y muestra una tonalidad mucho más clara.
Conocemos la identidad de la retratada, la roncalesa Felipa Orduna, y probablemente se trata de una de las fotografías realizadas con ocasión de su boda con el roncalés Eugenio Garjón en 1877.
El francés Leopoldo Ducloux parece que abrió en solitario un estudio fotográfico en Pamplona en 1872 (plaza del Castillo nº. 31). Entre 1876 y 1879 estuvo trabajando en su gabinete el también fotógrafo Emilio Pliego. No se sabe a ciencia cierta cuándo comenzó la asociación entre Leopoldo Ducloux y el donostiarra Agustín Zaragüeta, probablemente a comienzos de los años 80, pero no duró mucho ya que hacia 1887 el primero dejó Pamplona para trasladarse a San Sebastián. Agustín Zaragüeta continuó el negocio firmando en solitario hasta 1920, cuando fue sustituido por su hijo Gerardo. Los estudios de Agustín Zaragüeta junto con los de Emilio Pliego y de José Roldán fueron los tres gabinetes fotográficos más importantes y de mayor continuidad del siglo XIX en Pamplona.
En el reverso de la fotografía se puede observar la complejidad alcanzada para escribir el nombre del establecimiento y un anagrama muy similar al de la fotografía anterior (fotografía 6) con una paleta de pintor, una cámara de fotográfica y un retrato entre medio de las dos.
Hacia 1890, colodión o gelatina de ennegrecimiento directo. Cabinet (14,6 x 10,0 cm), Emilio Pliego, Pamplona.
Mujer fotografiada de cuerpo entero, de pie, ligeramente girada a su izquierda y mirando hacia la derecha. Recoge con su brazo izquierdo una mantilla doblada. Destaca la forma de vestir las faldas, mostrando la falda interior al llevar la superior recogida por detrás, hecho que no es habitual en las fotografías de esta época. Es remarcable en la fotografía la ausencia total de objetos de adorno o soportes que ambienten la escena de la retratada.
Como ya hemos comentado, el estudio de Emilio Pliego fue uno de los más importantes y duraderos de los gabinetes establecidos en Pamplona en el siglo XIX.
Hacia 1890, albúmina. Cabinet (16,0 x 10,7 cm), Emilio Pliego, Pamplona.
Mujer joven o niña fotografiada de cuerpo entero, de pie girada a izquierda y mirando a la cámara. Lleva en su brazo izquierdo una mantilla doblada. Viste doble falda, la de abajo o bajera con muchos pliegues y la encimera recogida por detrás. Podemos destacar también el gran lazo estampado que parece colgar de una larga trenza.
Hacia 1865, albúmina. CDV (10,6 x 6,3 cm), A. Armand, Burdeos, Francia.
Pareja de hombre y mujer fotografiados de cuerpo entero, de pie. Él mira a la cámara, lleva un pañuelo ajustado a su cabeza y porta un gran sombrero en su mano derecha y lo que parece un cigarro en la mano izquierda. Ella mira a su derecha y se agarra al brazo de su pareja, con toda seguridad su marido. Lleva una falda muy clara plisada. No parece llevar el típico sofocante de lazo y cruz usado en la indumentaria roncalesa.
No hemos encontrado muchos datos del estudio de A. Armand que, según la Biblioteca Nacional de Francia, estuvo activo en Burdeos en la calle Cours de l’Intendance n.º 19 durante los años 1863 y 1876.
Hacia 1865, albúmina. CDV (10,5 x 6,3 cm), A. Armand, Burdeos, Francia.
Pareja de hombre y mujer fotografiados de cuerpo entero. El hombre se encuentra sentado de frente en una silla y ella de pie apoyando su mano derecha sobre el hombro izquierdo de su pareja. Él parece mirar a la cámara y lleva un gran pañuelo estampado muy ajustado a la cabeza, mientras ella mira a su derecha y porta en su mano izquierda lo que parece un abanico. Lleva una falda muy clara plisada y no parece llevar el típico sofocante de lazo y cruz.
Varias características llaman poderosamente la atención en esta y la anterior fotografía (números 10 y 11). Las dos están realizadas en un establecimiento muy alejado del valle de Roncal, en la ciudad francesa de Burdeos. Las dos presentan en el reverso el mismo número de cliché, lo que indica que se hicieron en la misma sesión fotográfica utilizando el mismo cliché. Por último, las dos parejas retratadas parecen vestir el mismo traje, tanto los hombres como las mujeres. Hay que aclarar también que Burdeos fue el principal puerto de salida de la gran ola de emigración vasca-navarra ocurrida en la segunda mitad del siglo XIX, principalmente hacia los países americanos de Uruguay y Argentina. Todas estas peculiaridades nos hacen conjeturar la hipótesis de que estamos antes dos parejas de emigrantes roncaleses que, como recuerdo para sus familias, se retrataron con la indumentaria de su valle momentos antes de partir hacia América desde el puerto de Burdeos.
Hacia 1864, albúmina. Cabinet (16,5 x 10,9 cm), Marcelino García, Zaragoza.
Fotografía con dos hombres de pie y una mujer en medio sentada. Los tres miran hacia su izquierda. El señor de la izquierda y la mujer lucen traje de gala roncales. Él lleva jubón negro y un sombrero en la mano. Ella lleva una gran falda plisada. El otro varón viste indumentaria convencional de mediados del siglo XIX.
Por la procedencia de la fotografía se tratan con toda probabilidad de los roncaleses Pedro María Gorjón y su mujer Bernardina Eder, posiblemente fotografiados con ocasión de su boda en 1864. El otro personaje vestido al modo convencional especulamos con la posibilidad de que se trate del primo de Pedro María Garjón, el tenor roncalés Julián Gayarre.
La fotografía presenta un gran desvanecimiento de la imagen, probablemente por haber estado durante años expuesta a los efectos de la luz natural; parece que estuvo clavada en la pared como lo demuestra el orificio central en su parte superior.
El estudio fotográfico de Marcelino García Orga fue uno de los primeros estudios de Zaragoza junto con Hortet o Júdez. Se tiene constancia de él desde 1865 en calle Sitios n.º 2. Recibió la encomienda de Isabel la Católica en 1882 y en 1883 se trasladó a Barcelona. Llama poderosamente la atención, de este establecimiento, la utilización como soporte de las fotografías de un cartón con fuerte tonalidad anaranjada. Desconocemos las razones de su uso, aunque posiblemente se trate de un cartón de baja calidad que permitía abaratar el procedimiento. Destaca también de esta fotografía su tamaño, ya que tiene las medidas del Cabinet en unas fechas muy tempranas.
Hacia 1890, colodión o gelatina de ennegrecimiento directo. Cabinet (16,5 x 10,7 cm), Enrique Beltrán, Zaragoza.
Pareja de hombre y mujer fotografiados de cuerpo entero. Él lleva sombrero de ala ancha (no parece el típico sombrero de ala corta usado en la indumentaria roncalesa en la actualidad), chaleco y chupa negras, una gran faja, alpargatas y en su mano derecha un bastón. Ella lleva una falda oscura plisada y un abanico entre sus manos.
La fotografía muestra un fuerte desvanecimiento de la imagen típico de los procedimientos de colodión y gelatina de ennegrecimiento directo.
Hacia 1890, colodión o gelatina de ennegrecimiento directo. Cabinet (16,5 x 10,7 cm), Enrique Beltrán, Zaragoza.
Pareja de hombre y mujer fotografiados de medio cuerpo. Se trata de la misma pareja que la fotografía 13, probablemente con ocasión de su boda.
La fotografía muestra un fuerte desvanecimiento de la imagen típico de los procedimientos de colodión y gelatina de ennegrecimiento directo.
Hacia 1867, albúmina. CDV (10,4 x 6,4 cm), Coyné y Cia, Pamplona.
Hombre fotografiado de cuerpo entero vistiendo capote negro y valona blanca. El capote y valona era la indumentaria usada por los hombres para asistir a misa o a reuniones importantes. En la actualidad se sigue utilizando en ciertos actos oficiales por las autoridades municipales.
Conocemos la identidad del personaje fotografiado, el alcalde de Roncal Luis Ochoa (1786-1872), casado con M.ª Estefanía Gambra, dueña de Casa Gambra.
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