La pieza del mes de junio de 2009
EL CUADRO TAZAS Y PAN, DE MIGUEL DE ECHAURI, DONADO AL MUSEO DE NAVARRA
Emilio Quintanilla Martínez
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
El pintor pamplonés Miguel Echauri ha donado al Museo de Navarra su obra titulada Tazas y pan, óleo sobre lienzo de 115 x 139 cm, con motivo de la exposición antológica celebrada en dicho museo entre los meses de marzo y mayo del presente año 2009.
El cuadro, fechado en el 2002, constituye una muestra muy representativa de su estilo actual, fruto de una madurez alcanzada después de una larga producción y una dilatada experimentación pictórica.
Podríamos explicar esta obra atendiendo a las raíces de su pintura, que nacen unidas al magisterio de Ciga, con quien se inicia en este arte, a la traición barroca española, tan afín a la representación táctil de las superficies y a la carga ideológica del bodegón de vanitas; a la importancia del valor expresivo de la materia, en estrecha relación con el amplio movimiento informalista español, de cuyos miembros Miguel Echauri es contemporáneo, o de otras categorías históricas o estéticas.
Pero ninguna de ellas nos explica de manera tan honda el cuadro como la experiencia propia de esta pintura, el mundo de sugerencias que trasmite y sugiere la contemplación directa del lienzo. En él vemos, colocados sobre una mesa ante un pretil, una serie de objetos cotidianos, que incluso pueden llamarse vulgares: unos panes, un par de tazones y un caldero, ordenados encima de unas ásperas telas. Y detrás, un reseco paisaje pétreo y un cielo caliginoso. Los colores recorren la amplia gama de los ocres y azulencos. La técnica, de una minuciosidad que caracteriza a este autor.
Miguel de Echauri. "Tazas y pan". 2002
Museo de Navarra
Pero la mera descripción del cuadro prácticamente no aporta nada a su comprensión, pues los objetos representados y la forma en la que esto se realiza no son sino las claves para penetrar en todo un mundo de sugerencias, de invitaciones a la comunicación; que pueden despertar en cada uno de los que lo contemplen sentimientos tan distintos como espectadores.
Por supuesto, no podemos dejar de mencionar, admirativamente, el gran dominio del oficio de pintor que le permite plasmar, con una técnica de gran virtuosismo, y logrando exquisitos matices, las calidades matéricas: la aspereza de las telas, las calidades de los objetos, las gradaciones en las texturas, que, sobre todo en el paisaje, permiten establecer la valoración espacial y la profundidad, las luces que prestan volumen y atemporalidad, la perspectiva aérea.
La técnica minuciosa, sin caer en lo miniaturista, consigue dignificar la humildad de los objetos representados, y así, esa especie de manta, seguramente vieja y, desde luego, humilde, adquiere tantos matices violetas como un manto regio; el caldero, herrumbroso, se convierte casi en una pieza de orfebrería, dignificado por el cuidado puesto en su representación; los humildes tazones tienen brillos de la mejor cerámica…
Y qué podemos decir del paisaje, perfectamente definido espacialmente, inerte, casi lunar, pero con la belleza desolada del desierto.
Y con todo ello se abren los caminos a la comunicación con el espectador, que es el destinatario del cuadro, y al que no se presenta una visión unívoca. Algunos verán, como si estuviesen probando la magdalena de Proust, un mundo pasado del que estos objetos son referente y cuyo recuerdo se despierta ahora; otros, el paso del tiempo y por lo tanto, la invitación al carpe diem; otros la pervivencia de un pasado que se añora; también habrá quienes vean símbolos de destrucción, la acción inexorable y destructora del tiempo, y quizás haya también quien experimente la invitación a la superación de un mundo pasado del que poco se puede aprovechar.
O ninguna de las posibilidades anteriores, sino otras, íntimas, singulares, personales, sensaciones despertadas por los humildes objetos del cuadro.
BIBLIOGRAFÍA
La pintura de Miguel Echauri ha sido suficientemente tratada por la crítica a lo largo de varias décadas. La mejor recopilación bibliográfica, además de un riguroso estudio científico, es la reciente obra de Francisco Javier ZUBIAUR CARREÑO, Miguel Echauri, Pintor, Gobierno de Navarra, departamento de Cultura y Turismo, Institución Príncipe de Viana, Pamplona, 2009.