La pieza del mes de agosto de 2013
UN BASTÓN DE LA CASA FABERGÉ DEL VIOLINISTA PABLO SARASTE EN LA COLECCION DEL AYUNTAMIENTO DE PAMPLONA
Ignacio Miguéliz Valcarlos
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
Pablo Sarasate (1844-1908) es una de las grandes figuras de la música no sólo navarra sino también española y universal. Cursó sus estudios en Pamplona, Pontevedra, Madrid y París, becado entre otras por la condesa viuda de Espoz y Mina y por la reina Isabel II. En 1857 obtuvo el primer premio de violín del Conservatorio de París, lo que supuso el inicio de una brillante carrera como concertista que le llevó a tocar en las mejores salas de Europa y América. A lo largo de su trayectoria fue obsequiado por numerosos admiradores, entre los que se contaban no solo figuras de la realeza, como las reinas de España e Inglaterra o la emperatriz de Alemania, o de la aristocracia, caso de la princesa Metternich, el barón Rothschild o el general Schouvaloff, sino también por gobiernos de todo el mundo y personajes anónimos. Muchos de estos regalos eran en forma de joya, entre las que se incluían sortijas, alfileres de corbata, relojes, pitilleras y bastones, la mayoría de las cuales fueron legadas por el artista, junto a otras piezas, al Ayuntamiento de Pamplona para ser expuestas en el museo que el regimiento pamplonés pensaba dedicar a su ilustre paisano.
Sin embargo, a pesar de poseer todas esta alhajas, Sarasate era un hombre de gran austeridad y no solía hacer uso de ellas, salvo de los bastones, de los que reunió una variada colección, parte de la cual, catorce piezas, consideradas como las obras más ricas, donó al ayuntamiento pamplonés entre 1905 y 1906. El bastón constituía un complemento masculino de gran importancia, usado ya desde la Antigüedad, donde era empleado de manera utilitaria como apoyo para caminar y como arma defensiva, pasando a convertirse en un elemento de poder como bastón de mando, con una simbología ligada a la autoridad y potestad del portador. Durante la Edad Moderna esta pieza mantuvo su relación con el poder, siendo usado como bastón de mando por civiles y militares, además de figurar como signo de distinción en las clases privilegiadas, siendo habitual la inclusión de este complemento en retratos masculinos junto con la espada. Será a lo largo del Novecientos cuando el uso de esta última quede relegado en la indumentaria de los hombres, mientras que el bastón adquirirá mayor relevancia como complemento indispensable del caballero, sobre todo durante la Belle Époque, ya que este complemento de la vestimenta masculina, tan importante como el sombrero, además de ser utilizado para apoyarse, realzaba la elegancia y el refinamiento de quien lo portaba. Pero lo peculiar de estos complementos se centraba en sus empuñaduras, que podían ser desde las más modestas, realizadas con la misma madera que la caña, hasta las más ricas realizadas con ricos materiales, como el oro, la plata, los marfiles o las piedras preciosas, algunas de ellas calificadas de extravagantes, con la inclusión de piedras duras y formas caprichosas. Todas las grandes casas joyeras del momento, Fabergé, Cartier, Tiffany, Falize, Lalique, Ansorena, etc…, realizaron piezas de este tipo, que tenían su paralelo en la moda femenina en las empuñaduras de sombrillas y parasoles.
Bastón de Pablo Sarasate
(Archivo Municipal de Pamplona)
Dada la fama de austero que tenía Sarasate, y que trascendió su interés por los bastones, pronto sus admiradores comenzaron a obsequiarle con este tipo de obras. Averiguaron la predilección que tenía por los buenos bastones, y dieronse todos a regalárselos en abundante número y excelente calidad. De este modo Sarasate se encontró en poco tiempo con una valiosísima y artística colección de bastones, que es famosa en España y el extranjero. Es el obsequio que con más agrado aceptaba y que más usaba. En su valiosísima colección había bastones de todas las clases y de todos los países. De esta forma, Sarasate reunió una importante colección de estas obras, algunos realizados por prestigiosas casas joyeras, tanto europeas como americanas, caso de Fabergé, Cartier, Tiffany´s o Ansorena. Entre sus bastones nos encontramos desde piezas sencillas de uso diario, hasta otras más ricas, con empuñaduras realizadas con ricos materiales, como la plata y el oro y las piedras preciosas.
Entre los bastones legados por Sarasate al Ayuntamiento se encuentra uno con empuñadura en forma de cabeza de elefante, con unas medidas de 88 cm de longitud en la caña, por 8 cm de lado y 4 cm de profundidad en la empuñadura, realizado en madera, cristal de roca, oro amarillo y pedrería. Se ajusta a una variante de empuñadura arqueada, terminación clásica consistente en presentar curva la parte superior. Presenta caña de madera lacada con contera troncocónica entre molduras, y empuñadura en forma de cabeza de elefante, tallada en una pieza de cristal de roca, que se asienta sobre una virola cilíndrica de oro amarillo con decoración vegetal incisa entre dos cenefas molduradas que inscriben una banda de rubíes en cabujón. Los ojos del elefante están formados por sendas esmeraldas, mientras que la trompa está labrada en oro martelé, enroscándose en el morro, en torno a una perla natural. Enmarcando la trompa se sitúan sendos colmillos realizados en plata en su color. Se conserva también la caja de esta pieza, de madera forrada al exterior de cuero rojo y al interior de raso blanco, en la que en letras doradas se inscribe, bajo el escudo imperial ruso, el nombre y dirección de la casa Fabergé en grafía cirílica “Fabergé. San Petersburgo. Moscú”. Tiene también un soporte de seda roja en el que se asienta una placa de plata en su color en la que está grabada la siguiente inscripción “A Mr. Pablo Sarasate en souvenir de la soireé musicale du 28 Janv. 1898 a St. Petersbourg”. Esta empuñadura fue regalada a Pablo Sarasate, junto a otras piezas, por el general ruso Conde Peter Schouvaloff (1827-1908) el 28 de enero de 1898 tras un recital del navarro en San Petersburgo. Se trata de una obra de la célebre casa rusa Fabergé, que alcanzó fama mundial como joyero de la corte rusa, y cuyos diseños fueron copiados por las grandes casas joyeras del momento. Sus obras las compraban no sólo la corte rusa, sino también el resto de cortes europeas, nobleza, alta burguesía y personajes del gran mundo, siendo estas alhajas sinónimo de lujo y glamour. Similar con la obra aquí estudiada en cuanto a su estructura y composición son sendas empuñaduras de bastón, una labrada en cristal de roca con la forma de una cabeza de conejo con ojos de rubí, de la colección Forbes, otra en bowenita, con la figura de un hipopótamo con ojos formados por sendos rubíes, obra de Michael Perchinpara Fabergé, subastada en junio de 2007 en la sala Sotheby´s de Londres, así como una empuñadura de parasol labrada en cristal de roca con la forma de una cabeza de pato, con los ojos formados por sendos zafiros, en el Virginia Museum of Fine Arts de Richmond. Igualmente, en un llamador con dos elefantes del Cincinnati Art Museum, realizado entre 1896 y 1908, vemos la utilización del oro para realizar la trompa de un elefante de amazonita.
Bastón de Pablo Sarasate
(Archivo Municipal de Pamplona)
BIBLIOGRAFÍA
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