La pieza del mes de diciembre de 2016
UN RETRATO FOTOGRÁFICO INÉDITO DEL PRETENDIENTE CARLISTA CARLOS V
Ignacio Miguéliz Valcarlos
Museo Universidad de Navarra
“Adjunta te mando una fotografía de mi abuelo y una de la abuela que hice copiar ahora por el hijo de Weeder de unas daguerrotrias (sic) sacadas en Viena el año 1853. Son los verdaderos retratos de los abuelos, que pocos poseen”. Quien esto escribe es Alfonso Carlos de Borbón y Austria Este (1849-1936) en una carta enviada el 21 de agosto de 1931 a Elio Elío y Magallón (1852-1938), marqués de Vessolla y conde de Ayanz. El primero, fue hijo de Juan III (1822-1887) y de la archiduquesa María Beatriz de Austria Este (1824-1906), y hermano menor de Carlos VII. En 1872 fue nombrado por su hermano Comandante General de Cataluña durante la Segunda Guerra Carlista (1872-1876), uniendo posteriormente bajo su mando el ejército de Cataluña y el del Centro. Vivió durante toda su vida en el exilio en Austria, dedicando gran parte de sus esfuerzos a la organización de ligas antiduelo en diversos países de Europa. Tras la muerte sin descendencia de su sobrino Jaime III en 1931, se convirtió en el heredero dinástico de la tradición carlista a título de rey, tomando el nombre de Alfonso Carlos I. Con su fallecimiento en 1936 se extinguió la línea primogénita de los carlistas, descendientes directos de don Carlos María Isidro, el pretendiente Carlos V. Mientras que el marqués de Vessolla, una de las principales figuras del carlismo en Navarra, fue el tercer hijo y primer varón de Fausto Elío y Mencos (1827-1901), conde de Ayanz y marqués de Vessolla, y de María Josefa Magallón y Campuzano (†1899), hija de los marqueses de San Adrián. Don Elio participó en la Segunda Guerra Carlista (1872-1876) formando parte del cuartel general de Alfonso de Borbón Dos Sicilias y Austria, conde de Caserta, y posteriormente participó en la campaña de Cataluña y en la del Centro como oficial ayudante de don Alfonso Carlos. Al finalizar la contienda se convirtió en uno de los hombres de confianza primero de Carlos VII y posteriormente de su hermano don Alfonso Carlos, con quien a partir de ese momento entablaría una profunda amistad. Tras su paso por el ejército entró en política, siendo elegido senador por Navarra en cinco legislaturas.
Como don Alfonso Carlos indica en su misiva, y rubrica en las fotografías, estas imágenes recogen los retratos de sus abuelos, don Carlos María Isidro, pretendiente carlista al trono español con el nombre de Carlos V (1788-1855) y su segunda esposa, la infanta María Teresa de Braganza (1793-1874), princesa de Beira. Se trata de sendas copias de unas fotografías tomadas en 1853 y que don Alfonso Carlos había hecho copiar a uno de sus empleados, hijo del Sr. Weeder, director de la explotación agropecuaria y forestal de su propiedad en Ebenzweier, una de sus residencias en Austria junto a la casa de Viena y el castillo de Puchheim. En dicha carta el pretendiente señala como los originales eran unos daguerrotipos realizados en Viena en 1853, pudiendo apreciarse en el borde inferior de las fotografías las alusiones al estudio donde se realizaron. Así, en la de don Carlos, cortado por la reproducción, aparece el nombre del estudio que realizó los originales, pudiendo adivinarse las palabras daguerrotypie y Wien, mientras que en el ángulo inferior de la de la princesa de Beira se lee entrecortado el nombre del estudio. Don Alfonso Carlos mandó reproducir estas fotografías en 1931, mediante las dos fototipias actualmente conservadas, señalando en su carta que muy pocas personas las poseían.
Se trata de sendas fotografías que reproducen cada una de ellas dos retratos, una de ellas de don Carlos y la otra de doña María Teresa, en una composición doble, aunque sin embargo las imágenes que reflejan no son iguales ya que los personajes retratados presentan en las mismas diferentes actitudes. Ambos son captados en poses habituales en la fotografía de la segunda mitad del siglo XIX, que a su vez siguen y copian los modelos pictóricos del momento. Don Carlos, figura algo menor de tres cuerpos en un marco ovalado, se representa sentado, en posición ligeramente ladeada, con el brazo derecho apoyado sobre un velador que tan solo se vislumbra, al igual que el respaldo de la silla. El semblante serio, la mirada absorta, no exenta de un halo de tristeza, con la larga barba blanca perfectamente recortada destacando sobre el sobrio traje que viste, entre el que se aprecia la cadena de su leontina. En una de ellas con la cabeza girada hacía su izquierda y en la otra de frente, siguiendo el eje del cuerpo. El pretendiente se presenta recortado sobre un fondo neutro, sin ningún tipo de atrezzo que lo arrope, y sin que podamos reconocer en su cuerpo las secuelas causadas por la hemiplejía que sufrió en 1849, paralizando su lado izquierdo. En el marco derecho de la fotografía se dispone, manuscrita en tinta negra por don Alfonso Carlos, la inscripción “Mi abuelo Carlos V (en 1853)”
Similar en la composición a la imagen anterior son los retratos de la princesa de Beira, en este caso en un marco rectangular, con la parte superior convexa. Doña María Teresa, figura de tres cuartos, se representa sentada en la misma posición que su marido, y probablemente con el mismo mobiliario, que al igual que en las fotografías de don Carlos apenas se vislumbra. Recortada sobre un fondo neutro, viste un vestido de encaje, al igual que la mantilla negra con la que cubre su cabeza, cayendo sobre los hombros. Deja sus muñecas al descubierto, adornadas con varias brazaletes, joyas que se completan con las sendas sortijas en sus manos y el broche que adorna el cuello. Presenta las manos elegantemente relajadas, en una de ellas la cabeza ladeada hacía la izquierda y en la otra siguiendo el eje del cuerpo, la mirada absorta con un deje de tristeza, que contrasta con la fortaleza de carácter que trasmite. Al igual que en la de don Carlos también figura manuscrita en tinta negra por don Alfonso Carlos la inscripción “María Teresa (mi abuela) IIª mujer de Carlos V - 1853”. Ambas fotografías carecen de una escenografía que las ubique espacialmente o que nos indique su estatus, ofreciendo gran austeridad compositiva, lo cual realza la figura de los retratados, con una rotundidad plenamente fotográfica. Ambos son ya de edad madura, y en sus rostros se reflejan las penalidades que tuvieron que sufrir a lo largo de su vida y la melancolía del exilio.
Carlos María Isidro de Borbón y Borbón Parma, primer pretendiente carlista a la corona española, fue el segundogénito de Carlos IV (1748-1819) y María Luisa de Parma (1751-1819), y por tanto hermano de Fernando VII (1784-1833). Casado en primeras nupcias en 1816 con su sobrina María Francisca de Braganza (1800-1834), hija del rey Juan VI de Portugal (1767-1826) y de la infanta española Carlota Joaquina de Borbón (1775-1830). Tras la muerte de doña María Francisca en 1834 volvió a contraer matrimonio, cuatro años después, con la hermana de ésta, la infanta María Teresa de Braganza (1793-1874), princesa de Beira. De pensamiento conservador participó activamente en la política española y en el ejército, ya que ante la falta de descendencia masculina de su hermano se perfilaba como el heredero de la corona. Sin embargo en 1830 Fernando VII derogó, mediante una pragmática sanción, la ley sálica que impedía a las mujeres heredar el trono, permitiendo el acceso al mismo a su hija y postergando de esta manera los derechos de su hermano Carlos. Sin embargo éste se opuso a dicha pragmática, trasladando su residencia a Portugal, donde su cuñado Miguel I, también de ideas conservadoras, libraba en esos momentos una guerra civil contra su sobrina María II por idénticos motivos. A la muerte de Fernando VII se negó a reconocer como reina a su sobrina Isabel II y se proclamó rey, hecho que provocó la Primera Guerra Carlista (1833-1840). Tras la victoria en Portugal de María II, Carlos V y su familia abandonaron el país vecino embarcándose rumbo a Inglaterra en 1834, instalándose cerca de Portsmouth. En dicha localidad murió doña María Francisca, acompañada de su hermana la princesa de Beira, mientras su marido se encontraba en España participando en la contienda. En 1839, y tras el abrazo de Vergara, que rubricaba el acuerdo alcanzado en dicha localidad entre los dos bandos contendientes, don Carlos partió de España hacía el exilio, donde se le reunió su familia. Tras pasar por París, Génova y Venecia, los pretendientes se instalaron definitivamente en Trieste. En 1845 abdicó de sus derechos al trono a favor de su hijo Carlos VI, adoptando el título de conde de Molina. Dicha renuncia obedecía a las posibilidades de casar a su heredero con la reina Isabel II, volviendo a unir de esta manera las dos ramas en disputa, proyecto que sin embargo no llegó a materializarse. En 1849 sufrió una hemiplejía que le dejó parcialmente paralizado el lado izquierdo de su cuerpo, así como una serie de secuelas que provocaron su muerte cinco años después, en 1855.
La segunda de las fotografías recoge el retrato de María Teresa de Braganza, hija primogénita de Juan VI de Portugal, quien desde su nacimiento y hasta el de su hermano fue heredera al trono portugués, por lo que recibió el título de princesa de Beira. Doña María Teresa contrajo primeras nupcias en 1810 en Brasil con Pedro Carlos de Borbón y Braganza, infante de España y Portugal, siendo padres del infante Sebastián Gabriel. Viuda desde 1812, se instaló en la corte española junto a sus hermanas doña María Isabel, primera esposa del monarca español Fernando VII, y doña María Francisca, esposa de infante Carlos María Isidro. De ideas tradicionales y conservadoras, y muy religiosa, fue uno de los principales soportes de su hermana y su cuñado en sus aspiraciones al trono español. El 2 de febrero de 1838, cuatro años después de la muerte de su hermana, contrajo matrimonio por poderes en Salzburgo (Austria) con Carlos V, viudo de ésta, ratificando dicha unión el 21 de octubre del mismo año en Azkoitia, en casa del duque de Granada de Ega. La princesa de Beira fue uno de los principales soportes de su marido, así como de la causa carlista, y tras la muerte de Carlos V mantuvo la llama de la tradición carlista y fue la impulsora de las reclamaciones de Carlos VII. En este sentido, en 1864 publicó un manifiesto, Carta de la princesa de Beira a los españoles, por el cual reconocía como sucesor a don Carlos, en detrimento de su padre, don Juan, conde de Montizón, a quien le reprochaba sus ideas liberales. De hecho, la tendencia liberal del conde de Montizón contrastaba con las ideas políticas y religiosas del resto de su familia, incluida su mujer María Beatriz de Austria Este, de la que se acabaría divorciando en 1853. Tras la abdicación de don Juan de sus derechos en 1868 en su hijo don Carlos, la princesa de Beira se convirtió en una de las principales mentoras del pretendiente. La buena relación de ésta con los nietos de su marido queda patente tanto en estas fotografías como en la carta en que don Alfonso Carlos anuncia su envío, en las que éste trata a la princesa como su abuela.
Al contrario de lo que pudiera parecer, la fotografía de Carlos V es una pieza de gran rareza e importancia, ya que frente a la multitud de cuadros, grabados y dibujos existentes que recogen su retrato, son pocas las fotografías que de él se han conservado, por lo que gracias a la aquí estudiada podemos conocer la verdadera imagen del pretendiente dos años antes de su muerte. La ausencia de retratos fotográficos de don Carlos resulta extraña, ya que a pesar de que este arte era relativamente joven, había nacido en 1839, hay que decir que dos parientes cercanos de los retratados, los infantes Juan y Sebastián de Borbón y Braganza, el primero hijo de don Carlos, y el segundo de doña María Teresa, eran fotógrafos aficionados. Juan de Borbón y Braganza, conde de Montizón, fue uno de los fundadores de la Royal Photographic Society en 1853, formando parte de su consejo desde 1854 hasta 1866, destacando sus fotografías de animales vivos, como los del zoo de Londres. Mientras que el infante Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza (1811-1875), perteneció a la Sociedad Francesa de Fotografía desde 1856, decantándose como fotógrafo sobre todo por el retrato, fuertemente influenciado por la pintura de su época.
Estas fotografías, así como las cartas que se intercambiaron Elio Elío y Alfonso Carlos de Borbón y Austria Este, se conservan en la actualidad en el archivo del marquesado de la Real Defensa gracias a Isabel Doussinague y Brunet (1907-1974), madre de Joaquín Ignacio Mencos Doussinague, actual marqués, a quien Elio Elío y Martina Doussinague Casares (1855-1933), su mujer, prohijaron al no tener descendencia en su matrimonio.
FUENTES
Archivo del marquesado de la Real Defensa. Fondo Vessolla. Cartas de don Alfonso Carlos de Austria Este a don Elio Elío y Magallón.
BIBLIOGRAFÍA
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