La pieza del mes de enero de 2016
"CAPILLA DE LAS NAVAS. CATEDRAL DE PAMPLONA", OBRA DE JESÚS BASIANO
José Mª Muruzábal del Solar
Doctor en Historia del Arte
Si existe algún nombre que resulta especialmente conocido entre los pintores navarros de la Edad Contemporánea ese es el de Jesús Basiano. En él coinciden una serie de circunstancias, de muy variada índole, que han terminado por ubicarle entre los navarros más populares del siglo XX. Su personalidad y su obra, en especial esos recordados paisajes que plasman todos y cada uno de los rincones de la geografía foral, entroncaron profundamente en el sentimiento y en la esencia de nuestro pueblo. Si se realizara una encuesta en las calles de Pamplona preguntando el nombre de un pintor navarro no es difícil imaginar cuál acapararía la inmensa mayoría de las repuestas, Jesús Basiano. Es, en definitiva, como señalaron en su momento Ollara y José María Iribarren, o como titula la magnífica monografía dedicada al pintor y editada por la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona, “BASIANO, EL PINTOR DE NAVARRA”.
Jesús Basiano (Murchante, 1889 – Pamplona, 1966) era natural de la localidad ribera de Murchante; pasó su niñez y juventud en Bilbao, a donde se trasladó su familia por temas relacionados con sus negocios. Estudió en Artes y Oficios de Bilbao, San Fernando de Madrid y en Roma. Por todo ello resulta evidente que tuvo una muy esmerada formación para su época. Entre 1917 y 1925 se establece en Durango, donde se codea con lo más granado de la Pintura Vasca del momento y conoce a Darío de Regoyos. Esta etapa duranguesa se cuenta entre lo mejor de su producción; en palabras de Llano Gorostiza, es la época del “durangués de Murchante”.
Retrato de Jesus Basiano durante su etapa duranguesa
En 1926 se establece en Pamplona, de donde ya no se moverá en 50 años. Pintó, sin descanso, durante más de sesenta años, una ingente producción de muchos miles de cuadros. Recorrió los variados paisajes de Navarra, todos sus rincones, a pie, en bicicleta o en su célebre biscuter; desde los años cincuenta acompañado de sus hijos Jaime y Javier, que heredaron el oficio de su padre. Celebró innumerables exposiciones en Madrid y Barcelona, Bilbao y Sebastián, Zaragoza y Vitoria y, por supuesto Pamplona, en donde recordamos la de 1955 y la antológica de1965, ambas en la Sala de García Castañón de Pamplona. Entre sus múltiples premios destacamos el Diploma de Honor, de Primera Clase, en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, por el cuadro Tejados y Torres de San Cernin; y la Tercera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1943.
La década de los años cincuenta supone el cenit de su popularidad en Navarra. El año 1951 supondrá un hito básico en su biografía gracias al sentido y popular homenaje que le brindó su localidad natal, Murchante. Las crónicas periodísticas de la época explican detalladamente los actos, organizados por el ayuntamiento de la localidad, que presidía el Sr. Martínez Pardo. Se le nombró hijo predilecto del pueblo, se descubrió una lápida en su casa natal y concluyó el acto con un banquete de homenaje que recibió infinidad de adhesiones de dentro y de fuera de Navarra. Estos años son también los de las Exposiciones Hispanoamericanas y la época de construcción del pantano de Yesa. Nuestro artista pintó innumerables cuadros por la zona, incluido un fresco en la nueva parroquia de la localidad de Yesa, con el tema de San Virila de Leyre. El 23 de marzo de 1966 falleció repentinamente, en su domicilio pamplonés del barrio de San Juan, a los 77 años de edad. Su muerte fue enormemente sentida en toda Navarra al tratarse de un personaje querido y popular. Su necrológica fue recogida por toda la prensa de la época. De entre todas ellas cabe destacar el sentido artículo escrito en Diario de Navarra por su amigo Ollarra.
Jesús Basiano pintando en la catedral de Pamplona en 1955
El cuadro que presentamos (óleo sobre tabla, 50 x 40 cm. 1940. Titulado y fechado a lápiz en reverso) se guarda en conocida colección de arte navarro. Figuró en la exposición Artistas navarros en una colección de arte navarro, en la Sala Conde Rodezno de Pamplona (noviembre 2013 a enero 2014). Está reproducido, además, en la Memoria 2014 de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro, dependiente de la Universidad de Navarra La obra de Jesús Basiano se define inicialmente con un concepto simple, realismo. La base fundamental sobre la que se asienta su pintura es aquello que el artista capta y siente en el paisaje. Se trata de una plasmación con la mayor aproximación posible al modelo. Estamos ante un pintor sincero y honrado. Se veía en la necesidad de plasmar un paisaje determinado, tal como se ve, sin añadir ni quitar elementos. La naturaleza y el paisaje son suficientemente bellos como para tener que recurrir, por parte del artista, a artificios extraños. Su obra parte de los maestros del impresionismo para avanzar hacia un realismo de base expresionista, personal y vital.
Capilla de las Navas. Catedral de Pamplona, de Jesús Basiano, 1940
Óleo sobre tabla, 50 x 40 cm.
Colección particular
En la variada temática que tocan las obras de Basiano destacan los cuadros de la catedral de Pamplona y su excepcional claustro. Los ejemplos son abundantes y de calidad notable, presentando esas galerías armoniosas, las ojivas atrevidas, sus célebres portadas. Se trata, en fin, de la plasmación ideal del sosiego interior, la paz y la reflexión espiritual que allí existe. Esas obras demuestran un perfecto dominio del dibujo y una maravillosa captación de las luces y variedades cromáticas que allí se encierran. Los colores y sus tonalidades están en la naturaleza, en el campo, por todos lados. El afán de Basiano era captarlos y trasladarlos al lienzo. Esto, que inicialmente parece sencillo, era el secreto de su producción. Quienes conocen la pintura al óleo saben perfectamente la dificultad que entraña emplear el color preciso, dar con la tonalidad adecuada para cada situación, ver las infinitas gamas que aparecen dentro de un mismo color. Basiano poseía la rara habilidad de dominar esas capacidades, de entender el color maravillosamente. Interpretaba siempre los temas por el sentido del color. Se basaba en el optimismo que le nacía de la contemplación del paisaje y la necesidad vital de trasladar esos colores a su obra. Una retina excepcional que captaba gamas de color por doquier, donde otros artistas sólo veían unas pocas. Esta Capilla de las Navas, del claustro catedralicio de Pamplona, es un magnífico ejemplo de todo ello.
BIBLIOGRAFÍA
-MURUZÁBAL DEL SOLAR, J. M., Basiano, el pintor de Navarra, Pamplona, CAMP, 1989.
-MURUZÁBAL DEL SOLAR, J. M., “Basiano, el pintor de Navarra”, en Revista Antiqvaria, nº 63, 1989.
-MURUZÁBAL DEL SOLAR, J. M., “Jesús Basiano y la pintura vasca”, en Cuaderno de artes plásticas y monumentales, nº 5, Eusko Ikaskuntza, 1988.
-MURUZÁBAL DEL SOLAR, J. M., “Basiano, el pintor de Navarra”, en Diario de Navarra, 9 diciembre 1989.
-MURUZÁBAL DEL SOLAR, J. M., “Basiano, el pintor de Navarra”, en Catálogo exposición antológica, en Sala de Castillo de Maya de Pamplona, CAN, 2004.