La pieza del mes de abril de 2019
LA ERA, UN CUADRO DE JOSÉ MARÍA ASCUNCE
José María Muruzábal del Solar
Doctor en Historia del Arte
ASCUNCE ELÍA, José María (Beasain, 1923-Pamplona, 1991)
Nacido en Guipúzcoa de ascendientes navarros, muy relacionado con la localidad de Astrain. Comenzó sus estudios de dibujo y pintura, como la inmensa mayoría de los artistas de su época, en la academia del maestro Javier Ciga, entre 1942-45. La Diputación Foral de Navarra le adjudicó una ayuda económica para que se formara en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, donde ingresó el año 1946. Allí estudió con Valverde, Adsuara y Martínez Vázquez. En el transcurso de la carrera le concedieron premios y matrículas de honor, otorgándole en la asignatura de Paisaje, el Pensionado del Paular y el Premio de Dibujo del Natural – Fundación Carmen del Río, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Al finalizar la carrera obtuvo la beca instituida por el Gobierno Civil de Santander “Pensionado de Santillana del Mar”, que concede la Escuela al alumno de mejor expediente académico de cada promoción.
José María Ascunce en los años 60.
En noviembre de 1952 fue nombrado por el Ministerio de Educación profesor de dibujo artístico en la Escuela de Artes y Oficios de Corella y, posteriormente, secretario del mismo centro. Allí permaneció, dedicado a las enseñanzas artísticas, más de una docena de años, coincidiendo con el escultor Rafael Huerta, con quien trabaría gran amistad. El propio escultor hablaba así de Ascunce en la presentación de la exposición antológica del Museo de Navarra en 1994:
José María Ascunce era un hombre de la cuenca, de los de mirada y gesto, de los que te observan y siempre crees que no te dice todo lo que piensa, pero no por conveniencia; sencillamente que no sienten la necesidad de comunicarse constantemente. Y digo aleccionador pues, en estos tiempos de descaro, en los que, por referirme solo a nuestro gremio del arte, la gente cacarea antes de poner el huevo, estamos hartos de ver encaramarse, o pretender hacer una exposición, a jóvenes que no saben siquiera mezclar los colores. La vida escrita de Ascunce, realizada con hondura y tiempo, sería una lección que debería hacer reflexionar a más de uno.
Firma de José María Ascunce.
En el Concurso de Pintura organizado por el Ayuntamiento de San Sebastián, en octubre de 1957, consiguió un primer premio con el cuadro titulado El puerto, obra que hoy posee el propio Ayuntamiento de San Sebastián. En septiembre de 1958 se le concedió la Beca para ampliación de estudios de arte en el extranjero, instituida por la Diputación Foral de Navarra. Con ella estudió en la Academia de La Grande Chaumiere de París. A partir de octubre de 1965 fue nombrado por oposición profesor de Dibujo y Pintura de la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Pamplona, tras la muerte de Gerardo Sacristán. Desempeñó dicho puesto hasta su jubilación el año 1984. Permaneció dedicado a la enseñanza de las Bellas Artes en Navarra más de treinta años, contribuyendo a la formación de los más importantes artistas navarros de la segunda mitad del siglo XX. Sus discípulos conforman la pintura navarra del último tercio del siglo XX y principios del siglo XXI.
Ascunce pintando en una clase en BBAA de San Fernando (en el centro de espaldas), 1950.
Ascunce realizó su primera exposición individual en Pamplona, en el comedor de la DFN, el año 1950. El año 1956 inaugura su primera exposición individual en la Sala de García Castañón de la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona, donde expondrá regularmente durante treinta años, coincidiendo con los tiempos en que José María Muruzábal del Val dirigió dicha sala. Expuso también en muchos lugares de la geografía española como Vitoria, Bilbao, Zaragoza, etc. Podemos destacar la exposición que desarrolló en la Sociedad Española de Amigos del Arte de Madrid, conjuntamente con sus amigos Jesús Lasterra y César Muñoz Sola, el año 1963. Formó parte del Consejo Navarro de Cultura en 1988. El año 1972 obtuvo el primer premio de pintura Ciudad de Pamplona, con la obra titulada Catedral. Estuvo casado con Ana María Parada, con quien tuvo cinco hijos.
La obra que presentamos en este trabajo lleva por título La era, un óleo en tela, con unas medidas de 54 x 73 cm. Es obra del año 1961, fechado en anverso junto a la firma, que se ubica en la parte inferior derecha. En reverso lleva escrito por el propio autor título y la firma del artista. El cuadro está dotado de una bonita enmarcación artesana de época, en madera tallada y con herrajes. Se conserva actualmente en conocida colección de arte navarro, ubicada en la ciudad de Pamplona. El cuadro estuvo expuesto en los Salones de cultura de la Caja de Ahorros de Vitoria (1961), número 21; en Sala Ágora de San Sebastián (1963), número 21; y en Sala García Castañón, de la CAMP (1963), número 24.
La era. Óleo en tela. 1961. Colección particular (Pamplona).
José María Ascunce está considerado como uno de los grandes artistas navarros del siglo XX. En su obra logra una visión especial de los viejos pueblos y de los variados paisajes navarros, cuyas singulares arquitecturas traza con dibujo a veces minucioso y siempre personal; mientras que de los campos y la tierra simple obtiene versiones distintas, más profundas, ágiles y esquemáticas. Estos dos estilos nacen de la adopción de diferentes actitudes estéticas y temáticas. Con todo, en su producción artística también están siempre muy presentes el bodegón y el retrato. Este paisaje resulta una buena muestra de la pintura de Ascunce, con su gran visión cromática, rica en matices. El cuadro, entonado preferentemente en ocres y amarillentos, representa un fondo montañoso, con una casa de campo en segundo término y ocupando buena parte de la composición una era, con dos hombres, un par de animales y un carro cargado de cereal. El cuadro causa impacto y está dotado de un gran sentido expresionista. Resulta también evidente que, con obras similares a esta que presentamos, Ascunce emparenta con la tradición figurativa de la pintura española, con el gran Benjamín Palencia, la segunda Escuela de Vallecas o la propia Escuela de Madrid, movimientos que Ascunce llegó a conocer de primera mano.
La pintura de Ascunce no está sujeta a la rigidez académica. El cuadro aparece dotado con empastes generosos con que este artista representa poblaciones y tierras severas en su realismo unas veces, y temperamentalmente expresionistas otras. Ante la tierra básicamente desnuda, Ascunce toma una actitud de artista; se despoja de lo anecdótico e interpreta el paisaje en pura esencia, reduciéndolo a su misma simplicidad. En sus cuadros la materia está densamente empleada en los empastes que dejan al descubierto fondos no pintado, además del empleo del negro puro para los perfiles. En esta obra, las figuran resultan casi anecdóticas; el paisaje, el campo, las tierras, el monte, todo ello supone el alma de la composición. Es un artista que muestra cierta preferencia por los colores calientes que deposita en la tela casi de forma violenta, como los variados ocres de este mismo cuadro en cuestión.
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
HUNG, L. M., Estudio sobre José Mª Ascunce (1923-1991): la inspiración en su propia tierra, Tesis de máster, Instituto de Artes Liberales de la Universidad de Navarra, 1994. Inédita. Se conserva copia en el archivo Muruzábal.
MARTÍN CRUZ, S., “José María Ascunce, la voluntad y el tesón de pintar”, Pintores navarros II, Pamplona, Caja de Ahorros Municipal de Pamplona, 1982, pp. 8-15.
VVAA., José María Ascunce (1923-1991), muestra antológica. Catálogo de exposición en Museo de Navarra, noviembre 1994-enero 1995, Pamplona, Gobierno de Navarra.