La pieza del mes de abril de 2024

OTRA ICONOGRAFÍA DE SAN FERMÍN: EL SANTO PREDICANDO EN EL CLAUSTRO DE LA CATEDRAL DE PAMPLONA

Emilio Quintanilla Martínez

Esta singular iconografía aparece en una estampa (18,2 x 12 cm la hoja; 13 x 12 la imagen) de mediados del siglo XIX en la que vemos al santo en pie, en actitud declamatoria, que sostiene con la mano derecha un báculo y alza el índice de la mano derecha levantada, señalando hacia arriba en un expresivo gesto. De edad madura, con barba blanca corta, se cubre la cabeza con un bonete ajustado y viste un traje talar ceñido a la cintura y sobre los hombros una especie de muceta abierta por delante o una esclavina como la de los peregrinos. Predica en una terraza que tiene como fondo un muro entre fuertes pilares, de los que solo vemos el de la derecha, en cuya parte superior se abre un rosetón de traza no muy complicada. En el muro de la terraza aparece un pilar de pequeño tamaño que sostiene una esbelta pirámide rematada con una bolita. En segundo término se observa un edificio con una fila de ventanas, otra pirámide como la del pilar de la terraza y un edículo de planta aparentemente central con el mismo tipo de pirámide como remate.

Estampa con la Predicación de san Fermín en el claustro de la catedral de Pamplona.

Alrededor del santo se agrupan diversos personajes que lo escuchan con diferentes grados de atención. En la terraza, destacamos a uno con coraza y plumas en la cabeza que seguramente quiere representar a un soldado romano, y a otro, muy joven y atento a la predicación, que se apoya sobre el muro y se sostiene la cabeza sobre una mano, dejando caer su manto sobre esa pared y aportando un punto de barroquismo al conjunto reforzando una diagonal compositiva. En la parte inferior, atienden a san Fermín varios personajes ataviados con tocados y vestidos que recuerdan a la moda civil de fines de la edad media.

Debajo, la inscripción identificatoria:

S. [AN] FERMÍN, O. [BISPO] Y M. [ÁRTIR]
PATRÓN DE NAVARRA.

La escena se enmarca de manera idéntica a la de otras escenas de vidas de santos, seguramente todos pertenecientes al mismo libro, una Flos Sanctorum o compendio de vida de múltiples santos que podemos encontrar sueltos en el mercado de antigüedades. Por eso el enmarque, a modo de palla de altar, puede servir para cualquiera, porque no contiene atributos singulares. En lo que podríamos llamar banco, las virtudes teologales: en el centro la Caridad, representada por un corazón en llamas, a su derecha la Fe, como un busto femenino de perfil con los ojos vendados, y a su izquierda la Esperanza, un ancla cruzada sobe una cruz. En la parte superior, varias figuras simbólicas de la Iglesia: un cáliz, una cruz, unas llamas y un ramo de olivo, todo ello envuelto en unas telas que caen sobre los lados con unas borlas que intentan solemnizar el conjunto y acercarlo a lo que podríamos llamar un barroco clasicista tardío.

Lo que nos ha llamado la atención no es la escena, pues la Predicación de san Fermín podemos encontrarla en la catedral de Amiens o en su capilla de Pamplona, sino por el lugar en el que se desarrolla, que puede ser la propia catedral de Pamplona, y en concreto el muro sur del transepto, que da hacia el claustro. Ese espacio, de forma sugestivamente anacrónica, es evocado por la altura del muro, que nos habla de un edificio de importancia, y especialmente el rosetón y el enmarque entre fuertes pilares, de algún modo parecidos a los reales. Además, si el autor conoció la catedral in situ, pudo verse impresionado por el pináculo que corona la escalera que da acceso a las cubiertas, los de la capilla Barbazana, y sobre todo por las esbeltas pirámides, totalmente desornamentadas, de la cocina del claustro. Y por ello sembró de pirámides su composición.

Por otra parte, pudo también inspirarse en el grabado que ilustra la reedición de la Historia de España del Padre Mariana de 1852, del grabador Ildefonso Civera, muy cercano en el tiempo.

Grabado de Ildefonso Civera en la Historia de España del P. Mariana de 1852.