La pieza del mes de marzo de 2025
LA BANDERA DE SANTESTEBAN DE LERÍN
María Isabel Ostolaza Elizondo
Catedrática jubilada de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la UPNA
Pasados los tiempos en que el sr. de Agorreta se ocupaba de los temas de la defensa del territorio correspondiente a la circunscripción del valle de Lerín, por extinción de la rama principal de la dinastía cuyos derechos habían recaído en los Arce-Agorreta que no residían en la villa, los temas militares fueron competencia de las autoridades municipales.
La primera noticia que tenemos de la enseña de la villa, se corresponde con el año 1579, cuando el 30 de agosto ante el alcalde, almirante y regidores de la misma, se hizo alarde de hombres dispuestos para la defensa. Porque por cauce virreinal habían llegado noticias de que “gente francesa y caballería estaba en las fronteras, dispuesta para hacer entrada en el reino”. En el contexto de las guerras de religión francesas, probablemente se temía que tropas de ese país traspasaran el Pirineo.
Por ello ante el regimiento municipal de Santesteban, se hizo reseña de los hombres disponibles, con su “bandera y atabal” en orden de revista. Fueron en total 38 vecinos los que se presentaron con sus armas (19 arcabuceros, y el resto ballesteros y hombres con lanzas y rodelas). Dio cuenta de todo ello el notario de la localidad Tomás de Mayora. Nada se dice de la tipología de la bandera municipal, aunque probablemente tuviera que ver con la antigua de la casa de Agorreta (es decir el jabalí siniestrado pasante por el tronco de un roble).
Bandera desplegada de Santesteban de Lerín
Los problemas con Francia continuaron de forma intermitente en los años siguientes, y de forma más virulenta tras la guerra declarada por ese país en 1635. El estado de alarma fue comunicado por orden virreinal, y el 19 de septiembre de 1636 se hizo alarde de los efectivos armados del valle de Lerín (180 hombres en total, con 26 mosquetes, 140 arcabuces y 29 picas). Armas pagadas a cuenta de los recursos municipales, en espera de la munición que sería suministrada por el rey.
Por primera vez tenemos documentada la tipología de la nueva bandera de Santesteban elaborada en 1637, que nos describe que era de tafetán de seda embutido en jineta de plata (doc. nº 178 del inventario del archivo municipal antiguo). Es decir colocada en torno a una jineta o lanza corta que servía de asta, llevando en lo alto una guarnición o lazada. Se conserva en el Ayuntamiento como una reliquia en su correspondiente estuche de cuero carmesí, aunque muy deteriorada por su uso a lo largo de los siglos.
El peligro francés obligó a mediados de 1638 al refuerzo del castillo de Maya, y al amurallamiento de Burguete en previsión de un posible ataque por la vía Valcarlos-Roncesvalles. Finalmente el grueso de los efectivos franceses se dirigieron hacia Fuenterrabía poniéndole cerco, y el ejército de Felipe IV tuvo que movilizarse con una cantidad importante de efectivos, que colocaron a las tropas francesas entre dos fuegos, el de la fortaleza sitiada y el de las tropas de socorro, que finalmente obligaron a los franceses a levantar el cerco el 8 de septiembre de 1638.
Escudo de la bandera que también aparece en la fachada del Ayuntamiento
Los efectivos de Aragón y Navarra que al mando del virrey marqués de los Vélez se dirigían hacia la costa, utilizaron la vía Velate-Bidasoa. Y Santesteban de Lerín fue convertida en plaza de armas por la que pasaron 6.000 hombres de infantería y caballería, que hicieron alarde en los campos y sembrados, dejándolos destrozados de forma que ese año no pudo recogerse ninguna cosecha. En el tiempo en que la villa fue plaza de armas, el tenedor de bastimentos del ejército real ordenó hornear en ella el pan de munición, cosa que se hizo de forma efectiva en los hornos de las casas particulares, ya que no había horno municipal.
En diciembre de 1638, los mandos militares, marqués de los Vélez (Pedro Fernando de Zúñiga y Requesens), Martín de Redín gran prior de la Orden de S. Juan de Jerusalén que comandaba las tropas navarras, y el marqués de Torrescuso (Carlos Andrea Caracciolo), expidieron cartas en las que reconocían la colaboración de los vecinos de Santesteban, recomendando a las autoridades políticas que se hiciera a la villa alguna merced para recompensar el esfuerzo. Que siguió realizándose durante varios meses (20 en total desde la movilización de tropas), pues siguiendo órdenes del ingeniero real Antonio Gandolfo, los vecinos levantaron a su costa trincheras de piedra, además de hacer guardia en los puentes, y en las casas donde se guardaba la munición, armas y bastimentos.
Hay que decir que pasado el peligro, la villa de Santesteban solicitó la gracia de poder celebrar feria anual de ganado, exhibiendo ante las autoridades del reino las cartas de recomendación mencionadas. Pero debido a que las arcas públicas estaban exhaustas, y que las transacciones realizadas en ferias no pagaban impuestos, se dieron largas a la petición. Excusándose el procurador patrimonial en que el alojamiento de tropas para el socorro de Fuenterrabía no se realizó solo en Santesteban sino en otras localidades de la ruta. Y por otra parte la villa de Lesaca, que tenía privilegio de celebración de feria desde fines de la E. Media, se opuso a la concesión temiendo una competencia que les resultaría perjudicial.
Procesión del día del Corpus a mediados de los cincuenta del siglo pasado. Foto Iglesias. Colección particular
Ciertamente la posibilidad de celebrar feria tuvo que esperar hasta 1841, cuando las nuevas autoridades gubernativas tras la desaparición del reino de Navarra, dieron el permiso correspondiente. Y sigue celebrándose en el mes de Noviembre, el viernes siguiente a la festividad de S. Martín. La villa arregló los accesos para que las gentes de Sumbilla y valle de Bertizarana pudieran traer sus ganados, llamando a la calle que desde el puente Baztán llegaba al puente de Elgorriaga, carrera del Mercado.
Con el paso del tiempo, la bandera municipal que en origen fue una enseña de guerra, se convirtió algo simbólico que representa a la villa y a las autoridades municipales. Como todas las de los valles Pirenaicos, tiene un fondo colorido de triángulos que contrastan armónicamente, en el caso de Santesteban con los colores amarillo y azul pastel. Cruza en aspa la cruz de Borgoña (o de S. Andrés), símbolo de la infantería española desde los tiempos de Carlos V. Y en el centro de las aspas, un medallón con el escudo municipal (el jabalí siniestrado cruzado sobre el tronco de un roble), y en lo alto iluminando el terreno, el lucero del alba o Goizeko izarra (en realidad el planeta Venus, visible al anochecer por el oeste y al amanecer por el este).
Se trata por tanto de una bandera en la que, como sucede con las de los restantes valles pirenaicos, se combinan los símbolos heráldicos locales, con las armas de la monarquía. Como si de un recordatorio se tratara, de la continua contribución de las gentes de estos valles en la vigilancia y la defensa de las fronteras contra el enemigo francés.
Baile de la bandera de Santesteban. 2013. Foto J. Garzarón. Diario de Navarra
La bandera actual, de mayor tamaño que la anterior aunque con los mismos motivos, colores y escudo que la del s. XVII, fue elaborada en los años 40 del pasado siglo, en que debido a las penurias de la postguerra, fue necesario encargar el tejido de seda en la ciudad de Ceuta pues en la península no había posibilidad de conseguir este tipo de tela lujosa. Cumple funciones simbólicas, saliendo del ayuntamiento y bailándose por el abanderado municipal en ocasiones especiales, relacionadas con el protocolo de las ceremonias solemnes (fiestas patronales en que se baila a la puerta de la iglesia en honor del alcalde, y fiestas religiosas como el Corpus Christi en que se baila en el frontón Bearzana en honor del Santísimo, o simplemente desfila en la procesión del Sagrado Corazón con la que se cierra el ciclo del Corpus).
La música que modula los distintos pasos del baile de la bandera, es de origen militar y remonta al s. XVII, pero es interpretada por el txistu y el tamboril como sustituto de los pífanos y tambores del ejército real. Dicha música transmitida por la tradición de los txuntxuneros, fue pasada a partitura musical en los años 30 del pasado siglo, por Anastasio Ostiz, director de la banda de música de aquellos años.
Recogida por el padre Donostia en el Cancionero Vasco, ha adquirido categoría de patrimonio inmaterial. El baile de la bandera tiene una parte inicial y final de ritmo solemne y maestoso, adecuado para el protocolo salutatorio hacia la autoridad o símbolo religioso al que se dedica el baile, con tres reverencias hacia delante y atrás, para posicionarse en el punto adecuado para el revoleo. Que es la parte central y más espectacular del baile, de ritmo más acelerado, con tres pases de la bandera a ras de suelo de dcha. a izda., 3 pases por encima de la cabeza del abanderado en sentido dcha. izda. y otros tres en sentido contrario, finalizando el revoleo con otros 3 pases a ras de suelo. Termina con el saludo final.
Bibliografía
Ostolaza Elizondo, Mª I., Historia de la villa y valle de Santesteban de Lerín, Pamplona, Liber Edics., 2022.
Ostolaza Elizondo, Mª I., “El escudo de armas de Santesteban de Lerín”, Príncipe de Viana, nº 284, (2022), pp. 639-668.