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San Benito en un ciclo de pinturas del monasterio de Fitero

San Benito (480-547), patriarca del monacato y autor de la regla monástica más importante de Occidente, es el fundador de la orden benedictina, tan ligada a la Europa cristiana desde la Edad Media. Su persona y obra son conocidas básicamente por los Diálogos de san Gregorio Magno, que lo presentan como modelo de ascesis continuada hacia la perfección, al vencer las pasiones y tentaciones de vanagloria, lujuria e ira. Su lema de ora et labora se complementa con la caridad y la humildad, tan presentes en su regla. Ésta última sería retomada en el siglo IX por Benito de Aniano, codificándola y posibilitando su gran expansión. Más tarde, en plena Edad Media, adquirió una enorme importancia, gracias a Cluny y a la centralización de los monasterios, habiendo sido fundamental en la difusión de la reforma gregoriana. Su fiesta, tradicionalmente, se ha celebrado el 21 de marzo, con la llegada de la primavera, aunque tras la reforma litúrgica, pasó al 11 de julio. Pablo VI afirmó que sus hijos habían llevado “con la cruz, el libro y el arado, la civilización cristiana”, al declararlo patrono de Europa, en 1964.

Grabado de la presentación de Mauro y Plácido por sus padres Evicio y Tértulo a san Benito, por Aliprando Capriolo (Roma, 1579) que sirvió de modelo para el mismo tema, pintado sobre tabla, en el retablo del santo en el monasterio de Fitero, c. 1614


El prototipo iconográfico de la figura de san Benito es muy sencillo. Viste la gran cogulla negra de monje benedictino, suele portar el báculo -emblema abacial por excelencia-, y demás insignias de su dignidad: mitra y pectoral. Suele aparecer con barba y también imberbe con el rostro enjuto y mirada alegre, de acuerdo con una costumbre generalizada en la Congregación de San Benito de Valladolid. Como atributos, suele portar el libro de la regla y, más excepcionalmente, la copa que recuerda la bebida con la que quisieron envenenarle y, el cuervo con el pan emponzoñado en el pico. Diversos cuadros y esculturas de gran calidad se conservan en Navarra.

Grabado de el falso rey descubierto por el santo, por Aliprando Capriolo (Roma, 1579) que sirvió de modelo para el mismo tema, pintado sobre tabla, en el retablo del santo en el monasterio de Fitero, c. 1614

Un único ciclo en Navarra basado en grabados romanos

El retablo del santo en el monasterio de Fitero (1614-1615) cuenta con una pequeña serie de cuatro pinturas mediocres, pero interesantes por ser el único ciclo benedictino conservado en la Comunidad Foral. Como ocurre en otras ocasiones, el pintor-policromador del retablo se lució en las labores decorativas y estofados, pero la pintura de caballete le superó, pese a haber tenido los modelos concretos a la vista, seguramente proporcionados por los monjes de la abadía.

Las fuentes gráficas de todas ellas se encuentran en la vida ilustrada del santo que vio la luz en Roma, en 1579, bajo el título de Vita et miracula Sanctissimi Patris Benedicti, con grabados de Aliprando Capriolo Trentino, con modelos del pintor romano Bernardino Passeri. La empresa editorial se llevó a cabo gracias al procurador general en Roma de la Congregación de San Benito de Valladolid, fray Juan de Guzmán y se volvió a editar en 1584, 1594 y 1597.

Grabado de san Benito con Totila, por Aliprando Capriolo (Roma, 1579) que sirvió de modelo para el mismo tema, pintado sobre tabla, en el retablo del santo en el monasterio de Fitero, c. 1614


Aquellas estampas sirvieron para la realización de los respaldos de las sillas corales en diversos monasterios benedictinos. De hecho, al menos tres de las que inspiraron las tablas de Fitero figuran en las sillerías de los monasterios de Veruela, San Martín Pinario, Celanova y San Benito de Valladolid.

La primera escena narra la presentación de Mauro y Plácido por sus padres Evicio y Tértulo a san Benito para que se educasen bajo su jurisdicción, dada la fama de virtuoso que crecía de día en día. A la sazón, hay que recordar que conforme su fama de santidad crecía, se le fueron encomendando discípulos, viéndose obligado a fundar monasterios y a tomar bajo su magisterio espiritual a diferentes nobles romanos. El tema se encuentra en Veruela y las sillerías de San Martín Pinario, Celanova y San Benito de Valladolid. 

Grabado san Benito y san Sabino, por Aliprando Capriolo (Roma, 1579) que sirvió de modelo para el mismo tema, pintado sobre tabla, en el retablo del santo en el monasterio de Fitero, c. 1614


La segunda y la tercera se refieren a la relación de san Benito con el rey bárbaro Totila. En la segunda el citado monarca quiso poner a prueba las dotes adivinatorias del santo y tras anunciarle su llegada, ordenó vestir con los atributos reales a su criado Rigo. San Benito, al verlo, le ordenó despojarse de aquellos distintivos, ante lo que el burlador resultó burlado. El pasaje se encuentra en las sillerías de San Martín Pinario, Veruela, Celanova y la de legos de San Benito de Valladolid. La tercera, es continuación de la anterior y narra el encuentro entre el abad y el rey. Este último se postró pidiendo perdón por sus malas artes, advirtiéndole el santo sobre su futuro, ante lo cual le pidió perdón y se retiró. La escena se encuentra en San Martín Pinario y sillería alta de San Benito de Valladolid.

La cuarta y última da cuenta del encuentro entre san Benito y san Sabino, según narra san Gregorio en sus Diálogos, en este texto: “El obispo de la Iglesia de Canosa solía visitar al servidor del Señor, y el hombre de Dios sentía hacia él un afecto especial debido a su vida virtuosa. Durante una conversación acerca de la entrada del rey Totila en Roma y de la devastación de la ciudad, el obispo dijo: “Este rey va a destruir la ciudad de manera tal, que en adelante no podrá ya ser habitada”. A lo que el hombre de Dios respondió: “Roma no será exterminada por los bárbaros, sino que se consumirá en sí misma devastada por tempestades, huracanes, ciclones y terremotos”. En la pintura destaca la ruda vista de Roma, realizada como un cuadro dentro del cuadro.

Para saber más

GONZÁLEZ DE ZÁRATE, J. M, “Aportaciones del coro alto de San Benito de Valladolid a la iconografía de San Benito”, Boletín del Seminario de Arte y Arqueología  de Valladolid, t. 52 (1986), pp. 357-368
FERNÁNDEZ GRACIA, R., “Patrimonio e identidad (29). San Benito en el patrimonio navarro”, Diario de Navarra, 20 de marzo de 2020, págs. 56-57