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Ubicado en la costanera de la ciudad de Rosario y estipulado como punto de inserción de la sede de la IX BIAU 2014, se propuso un pabellón que respondiera a la premisa de ser una intervención temporaria con una superficie de 100m2, de presupuesto ajustado y cuya construcción se ejecutase con rapidez.

Este carácter efímero aportaba a la estructura tanto autonomía como contraste respecto al sitio. Se trató de sacar provecho de esa condición contrastante dando forma a un hito de presencia urbana que, aunque temporal, se erigiese como un claro punto. El pabellón se concibió como un andamiaje translúcido, una pieza articuladora que buscaba preservar el vínculo entre el parque y el río, minimizando el impacto en el entorno, sin interrumpir la línea del horizonte a nivel peatonal. 

La horizontalidad del paisaje y sus visuales panorámicas fueron respetadas, logrando así un espacio interior que, por su escala, poseía un carácter convocante. Se plantearon dos conceptos clave en torno a la naturaleza de lo efímero: por un lado, la materia y por el otro, el tiempo. La necesidad de construir con rapidez y de manera económica llevó a recurrir a un sistema de andamios conformado por elementos originalmente débiles en su concepción. De igual manera, se evitaba así que una estructura destinada a una vida breve generase residuos. 

La propia sencillez del andamio, fácil de construir, sin requerir conocimientos técnicos específicos, fue la que proporcionó al material y a la estructura su forma, belleza y fuerza. Tras su desmantelamiento, la presencia virtual de la estructura en imágenes remplaza su presencia material en la realidad. La trascendencia de esas imágenes permite generar un discurso tan potente como la arquitectura en sí o, incluso, tomar su lugar. Queda así planteada una propuesta de reflexión sobre la arquitectura, la relación con lo efímero y con la materia construida.