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La obra se ubica en La Calera, una pequeña ciudad serrana perteneciente al área metropolitana de Córdoba, caracterizada por un tejido de baja densidad conformado esencialmente por una lógica de ocupación consistente en una vivienda por parcela.

Las seis viviendas que conforman este conjunto se emplazan en un lote de 2500m2 . Un tercio de ellos se encuentra por encima de un corte abrupto en la montaña y los dos restantes por debajo de dicho corte, con un marcado desnivel hacia el este. La estrategia de implantación se estructura con el objetivo de moderar el impacto de esta construcción en el contexto, evitando modificar la topografía existente, reduciendo la pisada de la obra y evitando su crecimiento en altura. El conjunto se organiza en tres barras paralelas que se escalonan en el sentido de la pendiente y cuyas unidades se agrupan en pares, solapándose en corte o en planta con el objetivo de abrir cada tipología a un patio de suelo natural propio. El interior se organiza con el propósito de generar continuidad con el exterior en cada uno de los espacios de la vivienda. Los usos se disponen en relación a los núcleos de servicio que articulan las áreas sociales y privadas de cada tipología. La lógica constructiva y tecnológica se organiza según un módulo estructural base de 3m x 5m, cubierto por una losa maciza de hormigón que, por un lado, se apoya en un doble muro de ladrillo visto con cámara de aire dispuesto sobre las orientaciones hacia las que la tipología se cierra por privacidad o para contener el empuje de la tierra; y por otro, sobre un sistema de vigas y columnas de perfilería metálica dispuesto sobre las orientaciones hacia las que la tipología se abre para establecer relación con el exterior. En síntesis, la obra es el resultado de la articulación de reflexiones respecto al contexto donde se emplaza, a la interpretación del programa de conjunto y vivienda y al empleo eficiente de recursos técnicos/ tecnológicos para su materialización.