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Las audiencias menores de 44 años identifican en internet un mayor número de bulos sobre temas de salud y los mayores de 45 años, sobre política.
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Menos del 40% de los encuestados reconoce estar expuesto en internet a contenidos falsos o inexactos sobre guerra, inmigración, economía y medio ambiente.
El análisis de los bulos por temática nos indica que el 37% de la audiencia española identifica información falsa o incorrecta sobre temas de política y un 29% sobre COVID-19. A estos valores le sigue la identificación de bulos sobre temas económicos (28%) y de inmigración (27%). Si comparamos los datos con los del informe del 2022, podemos apreciar que en 2024 disminuye la atención de la audiencia hacia la desinformación sobre la pandemia (23 puntos porcentuales menos) y temas de política (seis puntos porcentuales menos).
En el ámbito internacional, la audiencia reconoce que ha detectado bulos en internet sobre el conflicto entre Israel y Hamas (24%) y sobre la guerra en Ucrania (16%). El criterio de actualidad informativa puede explicar que la situación en Oriente Medio haya generado mayor atención y, en consecuencia, más cantidad de desinformación. Por otro lado, hay que destacar que el reconocimiento de contenidos falsos también se atribuye a temas medioambientales (23%) y a otros temas de salud (19%). Las razones detrás de la divulgación de este tipo de información están vinculadas a la creación de filtros burbuja y cámaras de eco, donde las personas tienden a recibir y compartir noticias que refuerzan sus propias creencias y perspectivas, limitando así su exposición a diferentes puntos de vista. La forma en la que las audiencias interactúan puede estar mediada por diversas razones como la presencia de algoritmos en las redes sociales, la exposición a contenidos emocionales o la dificultad para discernir la verdad (especialmente en escenarios de incertidumbre).
Una visión detallada de las variables sociodemográficas nos permite observar diferencias en cada una de las temáticas. Al desglosar los datos que incluyen asuntos de política, salud y conflictos apreciamos que el porcentaje de hombres que reconocen haber identificado bulos recientes (42%) es notablemente superior al de mujeres (32%).
La identificación de bulos en los distintos tramos de edad revela diferencias notables. Las audiencias jóvenes (de 18 a 34 años) y de mediana edad (de 35 a 44 años) reconocen más contenidos de desinformación en relación a temas de salud. Como se puede ver en la gráfica, en los tres primeros tramos de edad el porcentaje de personas que han recibido contenidos falsos sobre salud es superior al 40%. Sin embargo, apreciamos que las audiencias más veteranas reconocen con facilidad los contenidos de desinformación vinculados al ámbito político. Por ejemplo, esta tendencia se aprecia de forma clara en los mayores de 65 años, donde el 43% declara haber consultado información errónea sobre este tema. En lo que respecta a los conflictos, hay que destacar que entre el 24% y el 31% de la audiencia en los distintos tramos de edad reconoce haber recibido engaños relacionados con esta temática.
Una vez analizados los temas que proporcionan un mayor número de bulos a los que accede la audiencia, presentamos la distinción de otras cuestiones como la inmigración, la economía y las noticias medioambientales o de cambio climático. Una vez más, el porcentaje de hombres que reconoce los bulos es superior al de mujeres. Si nos detenemos en las diferencias por edad, podemos ver que los mayores de 65 años perciben más contenidos falsos sobre inmigración (33%) que sobre medio ambiente (27%). Aunque con porcentajes más bajos, esta tendencia también se percibe entre los más jóvenes (de 18 a 24 años). Sin embargo, la dinámica cambia en los grupos de mediana edad. Una mayor detección de bulos sobre economía destaca en tres franjas de edad que incluyen a participantes entre 25 y 54 años. Las cifras superan los porcentajes sobre inmigración y cambio climático. Por ejemplo, para los internautas entre 25 y 34 años el porcentaje de engaños sobre economía es del 28%, este dato coincide con las personas de 35 a 54 años (26%).
Al estudiar el reconocimiento de bulos por el nivel educativo, se observa que a medida que aumenta el grado de estudios de la audiencia, se incrementa su capacidad para reconocer la información errónea o inexacta. Una vez más, los temas de salud suscitan interés a todo tipo de público. Por ejemplo, un 43% de personas que gozan de estudios de grado o posgrado reconocen haber recibido bulos sobre esta temática, en sintonía con un 37% de la audiencia que cuenta con un nivel de estudios bajo (educación básica). Cuestiones como la alfabetización mediática y el mayor acceso a una información verificada pueden mitigar los efectos de la desinformación.
En cuanto al nivel de ingresos, los datos demuestran que aquellos que gozan de una posición económica holgada reciben más bulos sobre política (44%) que sobre salud (42%). Esta dinámica se mantiene entre los participantes que cuentan con ingresos medios. En contraste, las personas que tienen una renta baja identifican más bulos sobre salud (35%) que sobre política (32%). Esta disparidad pone de relieve la importancia de enfocar los esfuerzos de alfabetización mediática y acceso a información verificada según las necesidades de los diferentes grupos demográficos.
Bulos y uso de redes sociales
Otro aspecto a tener en cuenta tiene que ver con el fácil acceso a las redes sociales que canalizan este tipo de contenidos de desinformación. Al analizar la frecuencia con la que los usuarios de redes sociales leen o visualizan bulos en función de la variedad de temas, se observan variaciones significativas. En primer lugar, la mitad de las personas que muestran una alta actividad en redes sociales, al menos en cuatro plataformas, están más expuestas a bulos sobre salud y política. Por su parte, se percibe una menor difusión de bulos sobre guerra, inmigración, economía y medio ambiente con un porcentaje por debajo del 40%. En general, este patrón persiste (con algunas variaciones) entre las personas que consumen dos o tres redes sociales. Al centrarnos en aquellas que están operativas tan sólo en una red social, apreciamos que el 37% reconoce haber recibido bulos sobre temas de salud y el 35% sobre política. En cuanto al resto de temas, la audiencia que de forma activa percibe bulos en su red social favorita se encuentra por debajo del 30%.
Si estudiamos la temática de los bulos por las respuestas de los usuarios que reconocen dificultad para confiar en las redes sociales, se observan diferencias por marcas. La mayor parte de los usuarios reconocen dificultad en encontrar noticias fiables en las plataformas. Las cifras son superiores al 40% en todos los casos. Las personas que tienen baja confianza en las redes sociales como canales informativos reconocen un mayor número de bulos políticos en X (Twitter). Los bulos sobre salud se manifiestan de forma similar en todas las redes sociales (en torno al 40%). Es llamativo que el porcentaje más alto (47%) se asocia a la red social LinkedIn. Por lo tanto, los usuarios reconocen que localizar información fiable a través de este medio es complicado.
A medida que las pautas de consumo cambian, la confianza en las noticias representa un desafío. Además, el acceso creciente a las redes sociales como intermediarias de la información está ampliamente difundido entre los distintos grupos de edad. La variedad temática destaca los procesos de selección informativa y los valores que la audiencia considera prioritarios en su dieta informativa.