Mucho se ha escrito sobre viajes y la experiencia personal que aporta salir de casa para buscarse la vida. Sin embargo, la pandemia ha obligado retrasar y cancelar estos viajes académicos al extranjero. Han sido dos años de parón en los intercambios para las futuras enfermeras y enfermeros que han visto cómo las normativas sanitarias de otros países les impedían poner un pie en los hospitales donde realmente se aprende la profesión.
La experiencia internacional de la que se habla en la Facultad de Enfermería de la Universidad de Navarra, no es otra cosa que la de ofrecer al alumno del grado un aprendizaje in situ tanto en clases teóricas como en la práctica, en donde se conoce de cerca cómo ejercen los profesionales de otros países. Esto les permite comparar sistemas de salud, crear networking con otros colegas e, incluso, aprender otro idioma.
Es el caso de cinco alumnas que este curso 2021/2022 han podido inaugurar este retorno académico a tiempos pre-pandémicos, realizando sendos intercambios de prácticas clínicas en el Campus Biomédico di Roma (Italia) y en el Hospital Nossa Senhora da Arrábida de Azeitão (Portugal). Amaya, Covadonga, Lucía, Sara y Teresa sabían que quien algo quiere, algo le cuesta. Y es que, desde el principio, fue toda una carrera de obstáculos a superar en plena época de exámenes: “valoré mucho con mis padres el carácter y la experiencia tan increíbles que aportarían estas prácticas en mi currículo, conocimiento y experiencia. A pesar de todos los inconvenientes que han surgido en estos últimos tres meses -con la documentación, el ir a contrarreloj, los exámenes, las vacunas-, ha merecido la pena” asegura Covadonga Franco, quien se encuentra en Italia. A su compañera, Amaya Sagasti, al principio no le motivaba la idea: “No me apetecía mucho porque tenía muchos planes para este verano. Estuve dándole vueltas al asunto y conforme más pensaba en ello, más ganas tenía de irme. La idea de vivir durante dos meses en Roma resultaba muy tentadora”.
Si bien vivir en otro país puede ser algo idílico, en la probatina de cómo es eso de estar fuera del nido familiar, uno se encuentra con sorpresas, como el hecho de que el centro sanitario no está tan cerca como parece: “Nuestro hospital se encuentra en Azeitão, un pequeño pueblo a dos horas de Lisboa, donde nos hemos instalado. Cada día dedicamos cuatro horas al desplazamiento de ida y vuelta, y tenemos que coger cuatro medios de transporte”, añade Sara Velasco. Su compañera de viaje, Teresa Pérez, afirma que “la adaptación a una nueva ciudad ha sido muy buena y el personal del hospital nos ha ayudado mucho. Tanto los pacientes como sus familias han sido muy comprensibles con nosotras”. Con un poco de ayuda, todo es más fácil.
¿Y qué pasa con el idioma? –preguntamos- “A pesar de la barrera del lenguaje, he sabido poder dar lo mejor de mí misma para poder establecer buenas relaciones enfermera – paciente” dice Teresa, porque, aunque el portugués o el italiano se parezcan en algo al castellano “he podido comprobar cómo, a pesar de la limitación, uno se puede hacer entender y proporcionar un buen cuidado” aclara Sara. “Vine a Roma sin saber nada de italiano y la verdad es que no se me hace una barrera”, dice Amaya. “Los italianos aquí son gente muy abierta. Nunca, ninguna de las tres, nos hemos sentido solas –añade Lucía Cáceres -, el hecho de estar en un ambiente universitario nos ha ayudado aún más ya que, nada más llegar, nos integramos en un grupo de amigos de la universidad con los que hemos estado saliendo y conociendo Roma cuando no estábamos en el hospital”. Y termina Covadonga: “Les encanta hablar con nosotras y contarnos lo que saben de España. En resumidas cuentas: jamón, paella y toros”. Siglos de existencia resumidos en tres clásicos.