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Militantes de Hezbolá en un ejercicio de entrenamiento en Aaramta, en el sur de Líbano, en mayo de 2023 [Tasmin]
Desde que Israel inició su ofensiva en Gaza en respuesta a los ataques de Hamás del 7 de octubre, Hezbolá ha estado organizando con regularidad ofensivas con drones y misiles desde el sur de Líbano. Estos ataques han sido dirigidos tanto contra objetivos militares como lanzados indiscriminadamente hacia el norte de Israel. Consecuentemente, las fuerzas israelíes han respondido con fuertes bombardeos aéreos y con artillería. Como resultado del enfrentamiento, al menos unas 60.000 personas han sido desplazadas de la frontera de la zona libanesa. ¿Estamos a las puertas de un segundo frente?
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha advertido sobre la posibilidad real de una escalada del conflicto entre Israel y Líbano: las hostilidades y el intercambio de amenazas entre ambos países no cesan, incluso van aumentando. La ONU describe este escenario como “preocupante” y reconoce que una solución militar no es viable para resolver la tensión existente en la frontera disputada entre Israel y Líbano, conocida como la Línea Azul, la cual está bajo la supervisión de las Naciones Unidas.
Israel ya ha movilizado a 50.000 reservistas y dice estar preparado para “una acción muy fuerte” contra Líbano. Sin embargo, las tensiones y la confrontación entre Israel y Hezbolá no son algo nuevo.
Orígenes de la rivalidad y la guerra de 2006
Hezbolá es una organización político-militar chiíta con base en Líbano, fundada en 1982 en respuesta a la ocupación israelí del sur del país. Surgió con el objetivo de luchar contra Israel y eliminar su presencia en la región, así como para promover los intereses de la población chiíta libanesa. Desde 2006, también tiene un brazo político, y ha logrado un papel importante en la política de ese país.
Es innegable que la actual guerra en Gaza ha exacerbado las tensiones entre Israel y Hezbolá, que ha manifestado su apoyo al pueblo palestino. La tensión, sin embargo, no es nueva; en las últimas décadas, la zona ha sido testigo de enfrentamientos intermitentes entre Hezbolá y el ejército israelí. El último tuvo lugar en 2006; ese año, militantes de Hezbolá llevaron a cabo un ataque transfronterizo que resultó en la muerte de ocho soldados israelíes y en el secuestro de dos más. Hezbolá exigió en aquel momento la liberación de prisioneros libaneses como condición para la liberar a los soldados israelíes, pero Israel respondió con ofensivas de manera rápida y contundente.
La guerra terminó en aproximadamente un mes, con la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que estableció un alto el fuego y reforzó FPNUL, la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano. Esta misión de mantenimiento de la paz pretendía ayudar a hacer cumplir el cese al fuego y facilitar la retirada israelí del sur del Líbano y el desarme de Hezbolá. A pesar del alto el fuego, las tensiones continuaron entre Israel y Hezbolá en los años posteriores.
El temor de una escalada
El pasado mes de febrero, las Fuerzas de Defensa Israelitas bombardearon por primera vez objetivos de Hezbolá fuera de la región del sur de Líbano, fronteriza con el Estado de Israel, donde se producen cruces diarios de artillería entre la formación proiraní y el ejército israelí desde el inicio de la guerra en Gaza. Los ataques se concentraron en la región de Baalbek, en el este de Líbano. Esta región, en las proximidades de la frontera con Siria, es un feudo de Hezbolá, donde cuenta con una destacada presencia militar.
Por otro lado, el líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, declaró que suspendería los bombardeos sobre territorio israelí siempre y cuando se concretase una tregua en Gaza. Sin embargo, Yoav Gallant, el Ministro de Defensa israelí manifestó que podrían aumentar los ataques contra Hezbolá, incluso si se alcanzase un acuerdo de alto el fuego con Hamas en la Franja de Gaza. Además, ha expresado que el único objetivo es alejar a Hezbolá de la frontera israelí, ya sea a través de negociaciones diplomáticas o por la fuerza.
Diplomáticos de Estados Unidos y de naciones europeas han presentado diversas iniciativas con la esperanza de alcanzar un acuerdo que ponga fin a la disputa en la frontera. Las propuestas principales giran en torno a la retirada de Hezbolá a una distancia de unos pocos kilómetros de la frontera, un refuerzo de la presencia del ejército libanés en la región fronteriza y la negociación respecto a puntos fronterizos donde Líbano afirma que Israel ha ocupado áreas pequeñas desde su retirada del sur de Líbano en 2000. Estos planes eventualmente podrían llevar a la delimitación de la frontera terrestre entre Líbano e Israel, después de que se alcanzara un acuerdo sobre los límites marítimos en 2022. Líbano está evaluando estas propuestas, y líderes de Hezbolá han indicado su disposición a considerarla, aunque tanto el gobierno como el grupo armado han dejado claro que no habrá un acuerdo fronterizo hasta que se alcance un alto el fuego en Gaza.
Los temores de la escalada parecían hacerse realidad cuando en abril Irán atacó a Israel directamente, por primera vez, lanzando misiles desde su propio territorio. Si bien hubo un contraataque por parte de Israel, su moderada respuesta ha permitido a ambos países mantener su dignidad y reivindicar éxitos en la disuasión del adversario, regresando a la especie de guerra encubierta que mantenían hasta el bombardeo en Damasco que desencadenó la escalada.
Aun así, respecto al conflicto con Hezbolá, aunque los enfrentamientos entre Israel y esta organización se habían restringido inicialmente a zonas fronterizas, ambas partes han atacado más profundamente en sus respectivos territorios. Además, la retórica bélica ha escalado recientemente, con ataques que han provocado extensos incendios forestales a ambos lados de la frontera, afectando áreas residenciales.
El jefe del Estado Mayor militar israelí, Herzi Halevi, ha asegurado que Israel ya está preparado para “pasar a la ofensiva” en sus combates con Hezbolá a lo largo de la frontera. Además, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha declarado que su país está preparado “para una acción muy fuerte en el norte", prometiendo que, de una forma u otra, restablecerá la seguridad en el norte.
Hezbolá por su parte, ha reafirmado que no pretende incrementar el conflicto con Israel, aunque está dispuesto a afrontar una guerra si se ve obligado. “Cualquier expansión israelí de la guerra contra Líbano provocará devastación, destrucción y desplazamiento en Israel”, ha declarado Naim Qassem, el número dos de Hezbolá. “Si Israel quiere librar una guerra total, estamos preparados para ello”.
Qué esperar
No cabe duda de que esta confrontación se ha convertido en una de las principales fuentes de inestabilidad en Oriente Medio, y el conflicto en Gaza no ha hecho más que empeorar la situación.
Desde los ataques del 7 de octubre, la comunidad internacional teme que el conflicto pueda provocar una reacción en cadena en la región y, por lo tanto, mayores enfrentamientos con Hezbolá en Líbano, o incluso otro enfrentamiento abierto y directo entre Irán e Israel. Sin embargo, Israel está ocupado en Gaza y no le interesaría abrir un segundo o un tercer frente, máxime cuando su reputación se está viendo dañada internacionalmente por la devastadora guerra contra Hamás. Las declaraciones de Netanyahu intentarían reducir las presiones internas y satisfacer las demandas de las poblaciones afectadas por el conflicto, quienes piden mayor asertividad en las respuestas del ejército israelí.
Por otro lado, Estados Unidos, importante aliado de Israel en términos de seguridad, intenta evitar una escalada y que no se llegue a una guerra abierta en la región. A pesar de mantener su apoyo, Biden se muestra reticente a respaldar ciertas operaciones (como en Rafá) o ataques (contraataque a Irán), haciendo una pausa en el envío de armas a Israel, uno de los pilares fundamentales de la alianza entre los dos países. Por lo tanto, habrá que ver si Israel está dispuesto a seguir adelante aun sin contar con el respaldo completo de su aliado más destacado.
Por otra parte, Irán, como principal patrocinador de Hezbolá, tendrá una influencia significativa. Si Irán decide utilizar a su ‘proxie’ libanés para aumentar la presión sobre Israel, la situación podría escalar rápidamente. Irán pretenderá que Hezbolá no pierda su influencia ni solidez para enfrentarse y debilitar indirectamente a Israel.
Finalmente, aunque la situación actual apunta a la posibilidad real de una escalada, diversos factores pueden influir en el desarrollo de los acontecimientos. La comunidad internacional juega un papel crucial en intentar mediar y prevenir una guerra total, aunque la efectividad de estos esfuerzos es incierta. También lo es la viabilidad de lidiar con distintos escenarios de conflicto y encarar la opinión pública. Por lo tanto, aunque la continuación de los ataques fronterizos parece ser el escenario más probable en el corto plazo, la posibilidad de una escalada controlada o incluso de una guerra total no puede descartarse completamente.