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Papel moneda, dólares [Pixabay]
Si bien la crisis motivada por covid-19 redujo en 2020 un 1,6% las remesas en el mundo, los envíos de los emigrantes latinoamericanos a sus países de origen crecieron un 6,5%, la mayor cifra regional. La persistencia del flujo a pesar de la grave situación económica tiene que ver con la rápida recuperación que tuvo Estados Unidos, donde residen buena parte de los migrantes latinoamericanos, sobre todo de México y Centroamérica, y con los valores culturales familiares, que llevan a una especial solidaridad en momentos difíciles.
“Mientras la covid-19 sigue devastando a las familias de todo el mundo, las remesas siguen siendo un salvavidas fundamental para los más pobres y vulnerables”, constató el Banco Mundial a mediados de este año. La pandemia del Covid-19 ha perjudicado enormemente las condiciones económicas y sociales de gran parte del mundo, de modo muy notable en Latinoamérica. Migrantes en Estados Unidos, procedentes sobre todo de México y Centroamérica, fueron sumamente vulnerables al impacto de la crisis económica y sanitaria. Toda esta situación llevó inicialmente a pensar que el flujo de remesas iba a descender en 2020. Sin embargo, aunque así sucedió globalmente, pues en el mundo se produjo un descenso de –1,6% de las remesas, los envíos monetarios dirigidos a Latinoamérica aumentaron hasta los 103.000 millones de dólares, lo que supuso un incremento del 6,5%, la cifra regional más alta. Sin esa ayuda, las caídas del PIB en diversos países latinoamericanos habrían sido aún mayores.
A comienzos de 2020, diversos estudios advertían que la pandemia iba a generar un gran desempleo en Estados Unidos, lo que a su vez impactaría negativamente en las remesas que debían enviar los inmigrantes residentes en ese país. Desde The Dialogue el experto Manuel Orozco consideraba en marzo de ese año que cerca de un millón de inmigrantes latinoamericanos podrían perder su empleo en EEUU; y unos meses después un informe de esa entidad con sede en Washington calculaba que hasta abril las remesas hacia Latinoamérica habían caído un 17% comparado con el mismo periodo del año anterior (disminuyeron también en el segundo trimestre, pero hubo luego una recuperación en el tercer y cuarto trimestres).
El descenso de las remesas acabó ocurriendo ciertamente en la mayor parte del mundo. Según los datos del Banco Mundial publicados el pasado mes de mayo, los países de ingreso bajo y mediano recibieron en 2020 flujos de remesas registrados oficialmente por valor de 540.000 millones de dólares, lo que representó una caída de –1,6 % respecto a 2019. La gran diferencia la marcó Latinoamérica, con un crecimiento del 6,5%, seguida de Asia Meridional (5,2%) y Medio Oriente-Norte de África (2,3%). Hubo especial descenso en Asia Oriental y Pacífico (–7,9%), Europa y Asia Central (–9,7%) y sobre todo África Subsahariana (–12,5%). La previsión del Banco Mundial es que en 2021 esos envíos a Latinoamérica van a seguir por encima de la media: las remesas a la región crecerán un 4,9%, frente al 2,6% mundial.
El buen comportamiento, contra pronóstico, de las remesas enviadas a Latinoamérica, en gran medida desde Estados Unidos, se aprecia en las cuantías remitidas a México. Según un estudio de BBVA Research, en 2020 llegaron a México 40.607 millones de dólares, lo que supuso un crecimiento de 11.4% y un quinto año consecutivo rompiendo récord. En términos reales, teniendo en cuenta el tipo de cambio y el factor inflacionario, el incremento puede cifrarse en un 20,6%. Para hacerse una idea del volumen de esas aportaciones, ese monto superó el presupuesto federal de México para 2021 de las Secretarías de Educación Pública, Salud, Trabajo y Previsión Social, Bienestar y Cultura en conjunto. La cercanía geográfica de ambos países, que permite un frecuente contacto, y el hecho que los mexicanos representan el mayor grupo de inmigrantes en Estados Unidos facilitan esas importantes transferencias monetarias.