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Vista del puerto de Arica, en el norte de Chile, junto a la frontera con Perú [Autoridad Portuaria]
Los puertos del norte de Chile han sido la habitual puerta de entrada y salida de las mercancías marítimas con origen o destino en Bolivia, poniendo en ejercicio las facilidades portuarias y de tránsito previstas en el tratado que hace algo más de un siglo ratificó las fronteras entre ambos países. Sin embargo, Bolivia está desarrollando alternativas logísticas que aportan una menor dependencia de los puertos chilenos. Así, el volumen de carga boliviana embarcada en Chile se ha reducido en los últimos años, pasando de un 74,4% de las toneladas exportadas en 2018 a un 64,4% en 2020. El aumento del tráfico a través de puertos del sur de Perú y la mayor utilización de la hidrovía Paraguay-Paraná, aunque totalizan poco volumen, amplían el margen de maniobra boliviano.
El último periodo de roces políticos entre Bolivia y Chile, a raíz del intento boliviano de que la Corte Internacional de Justicia de La Haya obligara a sus vecinos a sentarse a una mesa de negociación para hablar sobre sus mutuas fronteras, ha tenido sus consecuencias en el ámbito del comercio. En octubre de 2018 la Corte dictaminó que la pérdida de acceso al mar por parte de Bolivia, como consecuencia de la Guerra del Pacífico (1879-1884), es un asunto cerrado y no puede obligarse a Chile a ninguna cesión. La tensión diplomática llevó al Gobierno boliviano a un interés en propiciar un mayor comercio a través de los puertos peruanos, algo que también se vio asistido por un encarecimiento de las tarifas en el puerto chileno de Arica, que es el de principal tráfico para las mercancías vinculadas con Bolivia.
Aunque la relación chileno-boliviana ha vuelto a la normalidad, la existencia en Perú de un gobierno política y sociológicamente afín –el indigenismo de los Andes une a Pedro Castillo y a Luis Arce– ha acentuado el deseo boliviano de explorar más las rutas alternativas, especialmente hacia el puerto peruano de Ilo. Además, existe una alianza público-privada entre el Gobierno y el sector privado para potenciar los muelles que dan acceso a la hidrovía Paraguay-Paraná, la cual llega al Atlántico a través del Río de la Plata.
En 2018, Bolivia exportó un total de 5.140.467 toneladas de mercancías (quedan excluidos los hidrocarburos que se transportan por ductos). De ese volumen, el flujo de carga boliviana por puertos de Chile –en primer lugar Arica y luego Antofagasta, ambos en el norte del país– fue de 3.825.222 toneladas (74,4%), y de 383.716 toneladas (7,4%) el correspondiente a puertos de Perú –básicamente Ilo y Matarani, en el sur peruano–; el resto fue hacia el Atlántico de acuerdo con las cifras recogidas por las autoridades bolivianas en la última memoria de la Administración de Servicios Portuarios-Bolivia (ASP-B).
En 2019, de unas exportaciones totales de 5.590.761 toneladas, 3.732.130 se transportaron a través de puertos chilenos (66,7%) y 605.185 por puertos peruanos (10,8%). Entre 2018 y 2019 el flujo por los puertos peruanos aumentó un 57,7%.
En 2020, debido a los confinamientos de la pandemia de Covid-19, el tráfico comercial mundial disminuyó y las exportaciones bolivianas bajaron a los 4,57 millones de toneladas: el descenso afectó más al tránsito por Chile, que cayó a 2,9 millones de toneladas (63,4% del total de exportaciones), mientras que el dirigido por Perú se mantuvo en 0,6 millones (13,3%), según contabiliza en su boletín de transporte y logística el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE). Los boletines del IBCE contemplan que casi toda la exportación boliviana es marítima, aunque el trayecto hasta el embarque implique diversos medios de transporte.