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Encuentro en Rabat el 7 de abril de 2022 entre el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el rey Mohamed VI [Puig de la Bellacasa]
En los últimos años, Marruecos ha emprendido un ambicioso programa armamentístico que puede convertirle en la principal potencia militar del Magreb. Este rearme tiene su origen, en primer lugar, en su compleja y cada vez más tensa relación con Argelia –ambos países han roto sus relaciones diplomáticas–, pero también en sus ambiciones expansionistas y de influencia regional.
Esta compleja situación no deja de salpicar a España, quien ha intentado reorientar su relación con Marruecos y Argelia en un esfuerzo de erigirse como mediador entre ambos países, para acabar recientemente mostrándose receptivo a las tesis de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. En la postura de España es necesario tomar en consideración las implicaciones energéticas del conflicto, dada su dependenciadel gas argelino, y ya que la actual guerra entre Rusia y Urania puede llevar a una reorientación de las políticas energéticas europeas en lo que al gas se refiere.
La relación diplomática entre Marruecos y Argelia nunca ha sido fácil. Partiendo de un estatus quo alcanzado hace tres décadas, poco a poco se ha ido deteriorando hasta llegar al actual momento de ruptura de relaciones diplomáticas.
Las razones que motivan la situación actual tienen su origen en el conflicto del Sáhara Occidental. Marruecos reclama el territorio desde que España lo abandonó en 1975, mientras que Argelia ha venido apoyando al Frente Polisario de Liberación Saharaui; como reacción a ese apoyo, Marruecos ha defendido en la ONU la autodeterminación del pueblo cabileño argelino, enfrentado con Argel. La relación, ya de por sí tensa, empeoró en mayo de 2021 con motivo del asesinato de tres civiles argelinos en la frontera entre el Sáhara Occidental y Mauritania, atribuido por Argelia a “las fuerzas de ocupación marroquíes”. Un incidente parecido, acaecido en 2020, llevó al Frente Polisario a terminar rompiendo el estatus quo de 1990 y reanudar ataques a objetivos marroquíes en la zona, lo que tuvo respuesta por parte de Marruecos.
Durante los últimos años del mandato de Bouteflika (1999-2019), Argelia intentó retomar su control sobre el Sáhara Occidental, como reacción a las aspiraciones regionalistas de Marruecos, materializadas en su reingreso en la Unión Africana en 2017 y en el aumento de sus relaciones diplomáticas con países vecinos.
Desde verano de 2021, cuando Argelia rompió relaciones con Marruecos, ambos países han experimentado una escalada de tensiones. Esta se tradujo en una ruptura definitiva de las relaciones con la decisión de Mohamed VI en enero de 2022 de que el embajador marroquí en Argel cesara en sus funciones, argumentando falta de interés argelina en recomponer la relación.
Dos han sido los hechos principales que han marcado la escalada de tensión entre ambos países. En primer lugar, el cierre del espacio aéreo para Marruecos por parte de Argelia en septiembre de 2021. Por otro lado, el cierre del gaseoducto Magreb-Europa (ramal que pasa de Argelia a Marruecos para llegar a Tarifa) en octubre del mismo año. Este movimiento ha implicado pérdidas de 200 millones de euros para Marruecos, pero ha afectado también a España, puesto que se nutre en su mayoría de gas argelino y ve cerrada una de las dos vías de llegada del suministro. Para suplir tal pérdida, se ha negociado un incremento del volumen de gas que llega directamente a España a través de Medgaz (tubo que enlaza Argelia con Almería y que es de menor capacidad, pues puede transportar 8.000 millones de metros cúbicos anuales frente a los 10.000 millones del otro ramal).
Es en este contexto en el que se sitúa el programa marroquí de refuerzo militar. Para entender este rearme, que tiene como objetivo asegurar la superioridad militar de Marruecos sobre Argelia, hay que remontarse a 2020, año en que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo un apoyo público explícito a la postura de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cambio de un acercamiento diplomático de Rabat al estado de Israel que ha resultado en un estrechamiento de lazos en temas de seguridad y defensa mutua.
El establecimiento de relaciones con Israel en diciembre de 2020 también han sido una de las razones para entender la posterior ruptura de relaciones por parte de Argelia en agosto de 2021, pues esta esos nuevos vínculos marroquíes como una amenaza a su seguridad nacional; en especial tras el memorándum de cooperación militar firmado en noviembre de 2021 entre el ministro de Defensa israelí Benny Gantz y el ministro de Defensa de Marruecos.
En respuesta a esta situación, Argelia ha aumentado su presencia en Mali a raíz de la retirada de tropas francesas y, por otro lado, se ha convertido en el tercer importador de armamento ruso. Cabe recordar que Francia ha finalizado recientemente la operación ‘Barkhane’ pero que, no por ello, puede concluirse que Europa está abandonando a Mali, sino solo reestructurando su presencia para continuar apoyando a Mali y a la región.
No obstante estos movimientos, diversos analistas resaltan que lo que más beneficia a ambos países es mantener el estatus quo, y que Argelia descarta en principio que la solución a esta situación pase por un conflicto armado.
Marruecos: estrategia política y pretensiones regionales
En primer lugar, cabe tomar en consideración las implicaciones del reconocimiento estadounidense de la “marroquinidad” del Sáhara. Este movimiento ha desplazado por completo el papel de las potencias europeas en su intento de mediación en el norte de África, pues puede permitir a Marruecos ir más allá de las relaciones de cooperación internacional Sur-Sur, siendo el eje central de las relaciones de cooperación entre Sahel-Magreb y Europa.
Por otro lado, los mercados en África cada vez son más atractivos para Occidente, así como de Rusia y China, por lo que ahora mismo Marruecos goza de una oportunidad de oro para perfilarse como líder regional. Asimismo, como propone el informe “Marruecos, el Estrecho de Gibraltar y la amenaza militar sobre España” recientemente publicado por el Instituto de Seguridad y Cultura, “la condición de aliado preferente de Estados Unidos perfila su imagen de Estado mediador y ejemplar para el resto de los países africanos en materia contraterrorista, diplomática y económica”.
A la hora de tratar las pretensiones marroquíes, dicho informe pone el énfasis en un período marcado por los dos hitos temporales de 1999 y 2017; esto es, desde la coronación de Mohamed VI hasta la reentrada de Marruecos en la Unión Africana. Si, en un primer momento, se estaba a la búsqueda de un liderazgo regional, actualmente se trataría de ir más allá mediante la consecución de un liderazgo suprarregional.
Para ello el reconocimiento de la marroquinidad del Sáhara Occidental ha sido de gran importancia. Gracias a las políticas de Mohamed VI desde 1999 hasta la actualidad, quince son ya los países que han reconocido sus pretensiones sobre esta zona.
No obstante, el verdadero punto de inflexión se da en 2019, puesto que, tras el reconocimiento estadounidense, Arabia Saudita fue el primer país en anunciar la apertura de un consulado en la zona, causando un efecto llamada. Esta decisión se encuadra en el contexto de la relación triangular de cooperación saudí-marroquí-estadounidense a través de IMAFT y del “desgaste interno de Argelia, los efectos del terrorismo en Nigeria, la guerra civil en Libia, la caída en desgracia de la diplomacia humanista sudafricana o un Egipto debatido entre la dependencia y la independencia de Oriente Medio”.
Marruecos, lejos de focalizarse en lo militar, busca el desarrollo de una estrategia integral basada en 3 aspectos: el político, el religioso y el económico. Los dos primeros se ven enmarcados en su sistema de gobierno, que le permite empatizar tanto con las repúblicas de fuerte salafismo suní como con las monarquías arábigas, lo cual, aunado al uso del francés, permite al país transmitir sus ideales e influencia de una forma entendible con la que es fácil de empatizar hasta en la República Democrática del Congo.
En lo que a la economía se refiere, Marruecos, quinta potencia de África, tiene como objetivo el liderazgoeconómico, aunque busca la diversificación de recursos; los fosfatos del Sáhara Occidental serán clave para este éxito. Además, debido al cierre fronterizo con Argelia, para lograr sus objetivos, el tránsito de mercancías por el Sáhara Occidental es vital, lo que ha implicado una mayor inversión en infraestructuras por parte de Rabat y el desarrollo de un proyecto con Nigeria (país reconocedor de la marroquinidad del Sáhara) para dotar de gas a toda Europa, el conocido como complejo Nador Med Wers, cercano a Melilla y capaz de competir con Algeciras o Barcelona. No obstante, para ello el Reino Alauí debe garantizar un ejército moderno capaz de luchar contra el terrorismo, mantener la inmigración a raya y lograr el éxito del capitalismo de Estado.
Finalmente, en lo militar cabe destacar el “Plan Quinquenal 2017-2022”, que busca modernizar el ejército, reducir la dependencia del extranjero para la adquisición de armamentos, y desbancar a Argelia como potencia regional.