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Los jefes de Gobierno de España y Marruecos, durante los honores militares en el aeropuerto Mohammed V de Rabat [Fernando Calvo]
Casi 8 años después de la última Reunión de Alto Nivel entre España y Marruecos –un formato concebido como anual pero que no se convocaba desde junio de 2015 y llevaba aplazándose desde diciembre de 2020– el 1 y 2 de febrero se celebraba en Rabat una cumbre entre ambos países con la participación del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el primer ministro marroquí, Aziz Ajanuch, acompañados cada uno por una docena de ministros.
La Reunión de Alto Nivel (RAN) celebrada entre los jefes de Gobierno de España y de Marruecos a comienzos de febrero difería de las demás en que era la primera después del radical cambio de postura española sobre la cuestión de la soberanía del Sáhara Occidental, anunciado por Pedro Sánchez en marzo de 2022 asegurando que iba a ser “histórica” y servir para marcar una nueva etapa en las relaciones bilaterales entre Madrid y Rabat. No obstante, y a pesar de las expectativas, no solo los 19 memorandos (y un protocolo) firmados en la cumbre de febrero son ambiguos o imprecisos, sino que, además, es imposible no mencionar la ausencia del rey Mohammed VI en el encuentro. Aunque se argumente que no tenía por qué acudir, por tratarse de una reunión entre gobiernos, tampoco se puede negar el desplante que supone, debido a la frecuente y robusta presencia del monarca en los asuntos políticos del país.
Dejando al margen estas cuestiones, este artículo analiza los temas clave y más controvertidos de la cumbre, como los distintos ámbitos de cooperación, la apertura de las aduanas, la cuestión del Sahara Occidental y, por último, las consecuencias que cabe esperar de la RAN.
Cooperación sectorial
Los 19 acuerdos de entendimiento y el protocolo financiero suscritos en la RAN tienen como objetivo reforzar la cooperación en ámbitos como gestión del agua, medio ambiente, agricultura, educación y cultura, o transporte e infraestructuras. El Gobierno aspira a convertir España en el primer socio comercial del reino alauí y a que la mejora en las relaciones ayude a las empresas españolas a hacerse con importantes contratos de obra pública en Marruecos. Otro ámbito de especial interés que sale reforzado de la RAN es el del control de los flujos migratorios, aunque no se hayan especificado cuáles serán las nuevas medidas conjuntas que los documentos anuncian.
Esta ambigüedad se explica por la propia naturaleza de un memorando, que no es sino un documento escrito firmado por los representantes de dos o más entidades, que comportan declaraciones de voluntad para actuar con un objetivo común, sin comprometer jurídicamente a ninguna de las partes. Es decir, se trata de principios generales de actuación que orientan la relación de las partes, sin establecer obligaciones. Un elemento clave a tener en cuenta.
Aduanas
A pesar de que el comunicado emitido por Moncloa después de la cumbre mencione que se haya acordado el “proceso de apertura gradual y ordenada de las aduanas comerciales en Ceuta y Melilla”, ninguna de las dos está aún operativa. Además, cabe destacar que ninguno de los 74 puntos de la Declaración Conjuntahispano-marroquí determina una fecha concreta para la apertura de las aduanas; únicamente el punto 42 hace referencia al compromiso de ambas partes con “la plena normalización de la circulación de personas y mercancías de manera ordenada”. De hecho, el texto no menciona las palabras “aduana” ni “frontera” para referirse al límite entre los dos enclaves españoles y el territorio marroquí, lo que, de hacerlo, implicaría un reconocimiento implícito de la soberanía española sobre ellos. Por otro lado, el citado punto 42 también habla de “un calendario acordado con Marruecos” para esta normalización de la circulación. Un calendario que, oficialmente, es secreto por razones de seguridad, aunque haya fuentes que consideran que la falta de definición, en realidad oculta la falta de acuerdo entre las direcciones generales de aduanas de ambos países, que seguirían negociando para alcanzar uno satisfactorio a ambas partes. Asimismo, a través de la prensa oficialista marroquí, se deduce que Rabat planea unas aduanas atípicas, con fuertes restricciones.
En tanto se llega a un acuerdo, Marruecos está dejando de aplicar el “régimen de viajeros” incluido en su reglamento aduanero, planteando un problema que no ha sido tratado en la cumbre, y que se ha omitido en la declaración conjunta. La decisión unilateral de Marruecos de no aplicar este régimen implica que, ni los marroquíes que regresan a su país desde las ciudades autónomas españoles, ni los melillenses y ceutíes que vayan de visita a Marruecos, puedan cruzar la frontera con pequeñas compras para su uso personal o regalos para familiares.
Soberanía española y Sáhara Occidental
Si bien la soberanía de Ceuta y Melilla se obvian en la declaración conjunta, en el punto 8 de ésta “España reitera la posición expresada en la Declaración Conjunta adoptada el 7 de abril de 2022”, que reconocía que la propuesta marroquí de una autonomía para el Sáhara Occidental constituía “la base más seria, realista y creíble” para resolver el conflicto. Es decir: el reconocimiento que España, implícitamente, hace de los derechos de soberanía que Marruecos tendría sobre el Sáhara Occidental, no se ve compensado por uno, simétrico, en el que Marruecos reconocería la soberanía española sobre las dos comunidades autónomas. Al igual que sucedía con la aduanera, esta cuestión queda en el aire.
Respecto a la cuestión saharahui, en su comparecencia conjunta con su homólogo español, Aziz Ajanuch no solo elogió el cambio de la postura española respecto al Sáhara, sino que instó a Sánchez a “redoblar los esfuerzos conjuntos” para luchar en diversos ámbitos, entre los que citó “los grupos separatistas y las milicias armadas”, en una clara referencia al Frente Polisario.
Las palabras de Ajanuch demuestran que Marruecos no se va a conformar con la carta de Sánchez, sino que pretende que su vecino español incremente el respaldo diplomático a sus pretensiones. Rabat sabe que no le brindará una ayuda militar, pero sí presiona para que le transfiera, por ejemplo, el control del espacio aéreo del Sáhara Occidental que, en buena medida, se ejerce desde Gran Canaria. En consecuencia, el presidente de Nueva Canarias (NC), Román Rodríguez ha calificado esta cumbre como un “fracaso”, y las intenciones de Marruecos, como expansionistas, acusando al mismo tiempo al Gobierno español de sumiso, y de basar el marco de relaciones de buena vecindad en “hechos unilaterales y chantajistas” del rey y el Gobierno marroquí.
Por otra parte, la insinuación de Ajanuch a Sánchez suscitará, probablemente, algún revuelo en el sector minoritario de la coalición de gobierno cuyos ministros no quisieron acompañar al presidente a Rabat para no dar la impresión de secundar su radical cambio de posición sobre el Sáhara.
Finalmente, cabe hacer hincapié en el establecimiento de un mecanismo de diálogo reforzado entre ambos países, basado en el respeto mutuo, cuyo objetivo es “evitar todo aquello que sabemos que ofende a la otra parte, especialmente en lo que afecta a nuestras respectivas esferas de soberanía”. La cuestión es si este mecanismo refuerza la idea de que el Gobierno de Pedro Sánchez está dispuesto a aceptar que Marruecos no reconozca abiertamente la soberanía española de Ceuta y Melilla.
Consecuencias: Magreb y Europa
Cuando el 18 de marzo del año pasado Moncloa anunciaba que la propuesta de autonomía de Rabat era la “más seria, realista y creíble”, la reacción de Argelia no se hizo esperar: Argel daba por suspendido el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación que los dos Estados habían firmado en 2002, y el día siguiente entraba en vigor un boicot a las empresas y productos españoles en el país magrebí que se prolonga hasta la fecha. Además, en medio de una crisis energética provocada por la guerra entre Rusia y Ucrania, Argel ha anunciado que, a partir de ahora, Italia será su socio prioritario para la exportación del gas a Europa.
Todavía en el panorama internacional, el establecimiento de este nuevo marco de relaciones entre España y Marruecos está afectando a la imagen de España en la UE. Uno de los puntos en el que más han insistido las delegaciones de ambas partes es que España actúe como puente hacia Europa y Marruecos como puente hacia África para la otra parte. Justo antes de la RAN, el PSOE, partido en el Gobierno de España, votó en contra de una resolución del Parlamento Europeo que condenaba las violaciones de los derechos humanos en Marruecos, en una actuación que fue muy criticada tanto nacionalmente, como por sus socios europeos. Por lo tanto, no sería extraño que España empezase a aplicar, de un modo más activo que antes, un papel como mediador entre la UE y el país magrebí, aunque como siga siendo bajo estos patrones, podría costarle su reputación.
Por último, las consecuencias de las nuevas relaciones establecidas por España con su vecino del sur están creando conflicto dentro del propio país. Aparte del recelo de Canarias y la división interna del Gobierno (que junto con la oposición se desmarca por completo de esta nueva postura) los empresarios han expresado su claro descontento, al igual que el resto de la opinión pública española. Además, Ceuta podría ver perjudicado su deseo de ingresar en el Comité de las regiones de la UE (cuestión sobre la que lleva insistiendo al Gobierno español desde hace tiempo), pues si lograse incorporarse a este órgano consultivo se afianzaría el carácter europeo de la ciudad, lo que, seguramente, disgustaría a las autoridades de Marruecos.
En definitiva, la publicación de un documento que Moncloa calificaba de “histórico” o “sin precedentes” ha resultado ser, por todo lo expuesto anteriormente, una declaración superficial, ambigua y sin acciones concretas. Una cumbre que supuestamente debía escenificar un punto de inflexión en las relaciones bilaterales de ambos países y dominada por meras declaraciones parece que ha causado más problemas y conflictos que los que ya existían debido a sus consecuencias. Es evidente, además, que esta nueva posición ha tenido un gran impacto tanto a nivel nacional, como en las relaciones internacionales con Argelia en plena lucha contra Marruecos por la hegemonía regional, así como con respecto a la Unión Europea.
Aunque esta cumbre haya concluido con una declaración conjunta, todas estas razones expuestas indican que se trata de una declaración de intenciones, más que de medidas concretas de cumplimiento asegurado; para un futuro en el que parece que las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos influirán de manera importante en la región.