En la imagen
El transbordador ‘Atlantis’, en el museo de Cabo Cañaveral [NASA]
Los lanzamientos son la base de toda actividad espacial. Sin embargo, una enorme infraestructura y preparación es necesaria, y los puertos espaciales son capaces de elaborar de manera conjunta y concentrada en una misma área geográfica gran parte de ella. Por eso, la posesión de un puerto espacial en suelo propio es un factor determinante para participar de modo decisivo en la actividad estratégica y económica de la industria espacial global.
Un puerto espacial es el espacio geográfico elegido para llevar a cabo el desarrollo de los proyectos de este calibre, especialmente la fase de lanzamiento. Esta incluye generalmente todas las actividades y operaciones hasta que la nave se estabiliza en su posición orbital definitiva, incluidas todas las actividades de apoyo. Además de la fase final de lanzamiento, en el centro espacial se pueden llevar a cabo actividades en las fases de desarrollo, fabricación, test y mantenimiento. La mayoría de los lanzamientos espaciales orbitales se han llevado a cabo desde puertos espaciales terrestres, pero es posible hacerlo desde puertos marítimos.
Un informe del Center for Strategic & International Studies (CSIS) dedicado a los puertos espaciales recordaba en 2019 que estos nacieron vinculados a las pruebas de misiles y algunos han seguido vinculados al sector militar, como es el caso del centro de lanzamiento de satélites de Wenchang (China), que comparte instalaciones con una base militar del Ejército de Liberación Popular (PLA). También, hace más de 60 años, la Unión Soviética ponía en órbita el primer satélite artificial desde el Cosmódromo de Baikonur, usando un derivado de su modelo de cohete R-7, considerado el primer misil balístico intercontinental. Históricamente, muchos de estos primeros puertos espaciales se construyeron en secreto para desarrollar este tipo de misiles en plena Guerra Fría, por lo que probablemente ha habido proyectos cuyos datos siguen sin conocerse.
El informe del CSIS contabiliza la existencia de 22 puertos espaciales orbitales en activo (los que han llevado a cabo al menos un lanzamiento orbital exitoso) y cinco puertos espaciales inactivos (los que desarrollaron actividades de puesta en órbita en el pasado, pero no lo han hecho al menos en los últimos diez años). A esto pueden añadirse los cinco puertos espaciales suborbitales que hoy funcionan y que probablemente en el futuro puedan realizar lanzamientos orbitales. El CSIS considera que otros quince puertos espaciales, a partir de proyectos ya existentes, podrán sumarse en el medio plazo.
Ahora bien, la construcción de un puerto espacial es un proyecto de gran envergadura, sujeto a un estudio detallado de las condiciones del lugar y de una serie de factores que afectan a los lanzamientos espaciales. Esto incluye consideraciones geográficas y políticas.
Consideraciones geográficas
Dentro de las consideraciones geográficas, la latitud juega un papel clave. Una baja latitud y, en consecuencia, proximidad al ecuador terrestre, reduce enormemente la distancia a las diferentes órbitas, y la cantidad de combustible y potencia necesarios para poner un objeto en órbita. Por eso los países miembros de la Agencia Espacial Europea se ven beneficiados por la existencia del puerto espacial de Kourou, en Guyana Francesa, situado a solo 5,2˚N del ecuador, siendo el más cercano a esta línea central terrestre en activo. Los cohetes lanzados desde este centro aprovechan la velocidad de rotación de la Tierra para conseguir resultados eficaces con menos esfuerzo.
Los lanzamientos en dirección este también son clave para aprovechar al máximo esta fuerza rotatoria de la Tierra. Por ello, aquellos puertos espaciales capaces de llevar a cabo estos lanzamientos de manera libre y sin impedimentos de ningún tipo (como pueden ser núcleos de población o la presencia de otro estado al este) sacarán el máximo partido a esta fuerza natural de nuestro planeta. Esto, sin duda, se traducirá en reducción de costes, ya que el combustible y la potencia necesarios serán también mucho menores. Se calcula que este tipo de lanzamientos aportan a los cohetes un impulso adicional de 1.650 km/h hacia el este en el puerto espacial de Kourou. Sin embargo, no todas las órbitas requieren un lanzamiento en dirección este. Por ejemplo, los lanzamientos de objetos a otras órbitas, como las polares (en las que los satélites viajan sobre los polos norte y sur) o las retrógradas (en las que los satélites viajan en dirección contraria a la rotación de la Tierra), se benefician de lanzamientos en dirección norte/sur y oeste, respectivamente. Por ello, la situación geográfica de un puerto espacial puede ser más o menos beneficiosa, dependiendo del objetivo de la misión.
Otro factor clave a considerar es la existencia de lugar disponible para dejar caer las etapas consumidas del cohete, o su combustible, sin causar daños. Por ello, los puertos espaciales deben estar construidos en zonas en las que no haya núcleos poblacionales cercanos, ni flora y fauna que aumente los factores de riesgo. A esto se le suma la necesidad de condiciones climatológicas favorables. En 1996, un cohete Long March 3B procedente del centro de lanzamiento de satélites de Xinchang (China) impactó cerca de un pequeño pueblo, acabando con la vida de seis personas. Este desastre es considerado como uno de los peores accidentes de lanzamiento espacial de la historia. La cercanía de áreas pobladas es un notorio problema de la localización de este puerto chino, hasta el punto de amenazar a los habitantes de la remota zona de Xinchang varias veces al año.