El acercamiento entre Kim Jong-un y Putin preocupa a Japón

El acercamiento entre Kim Jong-un y Putin preocupa a Japón

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26 | 12 | 2023

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Corea del Norte y Rusia refuerzan su cooperación ante la necesidad de Moscú de suministros militares para la guerra en Ucrania

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Kim Jong-un y Vladimir Putin durante el encuentro que mantuvieron en septiembre de 2023 en el cosmódromo ruso de Vostochni [KCNA]

La creciente colaboración entre Putin y Kim Jong-un preocupa a la comunidad internacional –y especialmente a Japón, de difícil relación con ambos países– por el posible intercambio de recursos bélicos que puede resultar de ella. Corea del Norte modificó en septiembre su Constitución para reforzar y ampliar su programa nuclear y en noviembre anunció el lanzamiento de su primer satélite espía militar. Japón percibe como una nueva amenaza tanto esa escalada como el espaldarazo que el régimen norcoreano parece estar recibiendo de Rusia, país con el que los japoneses mantienen viva la disputa por las Kuriles.

A pesar de las resoluciones y los avisos que ha recibido de la comunidad internacional, Corea del Norte ha continuado desarrollando su programa nuclear, alcanzando en 2022 un número récord en el lanzamiento de misiles. Además, en septiembre de 2023 modificó su Constitución para poder reforzar y ampliar su programa nuclear, lo cual convierte en permanente su intención de continuar con ese programa y deja claro a los demás países que no se va a desnuclearizar como Occidente exige. Dos meses después procedió al lanzamiento de su primer satélite espía militar, una acción que fue condenada por la ONU y por países como Corea del Sur y Japón. Precisamente a la actitud de estos dos vecinos hacia el régimen norcoreano se refirió Pyongyang a la hora de justificar su reforma constitucional, aludiendo a que la reforzada alianza de ambos con Estados Unidos constituye la “peor amenaza real” para Corea del Norte.

La reunión de Kim Jong-un y Putin en Moscú por el 75 aniversario de sus relaciones bilaterales, celebrada en septiembre, ha aumentado la tensión en el ámbito internacional dados los compromisos expresados acerca de una más estrecha cooperación militar y espacial. Según medios internacionales, durante la visita a Rusia el líder norcoreano habría ofrecido misiles antitanque y munición de artillería para apoyar a Moscú en la guerra de Ucrania, mientras que Putin habría pactado suministrar ayuda alimenticia y tecnología relativa a satélites y a submarinos de propulsión nuclear. Esto alarmó especialmente a Corea del Sur y a Estados Unidos, que advirtieron que ese trato violaría el derecho internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. También Japón expresó su alerta.

Es posible que Corea del Norte esté aprovechando que la atención diplomática global está centrada en la actual proliferación de conflictos (las guerras en Ucrania y en Gaza, la tensión en torno a Taiwán) para avanzar en su programa nuclear de forma más rápida y agresiva. A pesar de que ciertamente esos asuntos de emergencia internacional ocupan a las principales capitales del mundo, para Japón los movimientos de Pyongyang constituyen siempre una prioridad.

Japón probablemente está menos expuesto que Corea del Sur a un ataque norcoreano, pero los ensayos balísticos ordenados por Kim Jong-un le afectan igualmente de modo directo; además, Japón también se siente concernido por una entente entre Pyongyang y Moscú, dada la agria disputa que mantiene con Rusia por las Islas Kuriles. Estas acabaron bajo el dominio de la URSS como consecuencia del Acuerdo de Yalta en 1945, pero el reclamo japonés ha hecho que hasta la fecha ambos países no hayan firmado aún un tratado de paz. Las últimas conversaciones han quedado paralizadas por la retirada de Rusia de la mesa de negociaciones como protesta por el apoyo de Japón a las sanciones impuestas a Moscú tras la invasión de Ucrania.

Por otra parte, Corea del Norte y Japón también tienen motivos de rencor como la colonización de toda la península coreana por parte de Japón entre 1910-1945, por la que Tokio ha pedido perdón, o el secuestro de japoneses por el régimen norcoreano. En las décadas de 1970 y 1980, 17 japoneses fueron secuestrados para que enseñaran a los agentes de inteligencia de Corea del Norte la lengua y la cultura japonesas con el fin de mejorar su infiltración en el país. En 2002, Corea del Norte admitió sus actos, se disculpó y prometió no hacerlo de nuevo. Aunque devolvió algunos secuestrados a Japón, no dio una explicación satisfactoria sobre los demás, por lo que Japón nunca normalizó las relaciones.

A esos agravios anteriores se suman los recelos que provocan las alianzas que cultivan ambos países. Corea del Norte ha sido crítica con el acuerdo económico y militar entre Estados Unidos, Corea del Sur y Japón alcanzado en agosto de 2023, que a su vez reaccionaba frente al acercamiento entre China, Rusia y Corea del Norte por la guerra en Ucrania y la actitud hacia Taiwán.

En la primera década de este siglo, Japón afrontaba el programa nuclear norcoreano entre la firmeza de Estados Unidos y la actitud más conciliadora de Corea del Sur, China o Rusia. Debido a la historia de tensiones mutuas, Japón insistía en una resolución pacífica y no militar del problema; tampoco apostaba por forzar un cambio de régimen en Corea del Norte, sino que más bien defendía cambios políticos y económicos graduales.

Sin embargo, ante la clara intención de Kim Jong-un de seguir con el programa nuclear, e incluso ante un posible intercambio de armas con Putin, así como la amenaza evidente de China, la actitud de Japón ha cambiado. Preparándose para una situación de conflicto, el 16 de diciembre de 2022 el Gobierno de Fumio Kishida publicó tres documentos estratégicos orientados a la defensa del país: la estrategia de defensa nacional, la estrategia de seguridad nacional y el programa de fortalecimiento de la defensa. Estos documentos recogen las amenazas que se ciernen sobre Japón y abordan cómo afrontarlas en la siguiente década; también reconocen la importancia de las capacidades militares, así como de inteligencia y tecnológicas para procurar la disuasión y reforzar la diplomacia nacional.

Hasta ahora, la capacidad de defensa de Japón se había visto limitada por el artículo 9 de la Constitución; con este plan se aumentará radicalmente el presupuesto de defensa, pasando a constituir el 2% del PIB del país y a cubrir la adquisición de capacidades de contraataque (esto incluye la compra de 1.500 misiles que se desplegarán en 2026 para hacer frente a las potencias nucleares de la zona). Esta estrategia también llama a una colaboración más cercana con Estados Unidos en cuestión de capacidades de respuesta. Japón desea avanzar en su pretensión de ser capaz de defenderse a sí mismo y no depender tanto de Washington. Esto no significa que haya dejado de lado sus otras alianzas; en ellas busca justamente una cooperación que le permita compartir tecnología y equipos de defensa. En enero de 2023 el primer ministro Kishida realizó un viaje que le llevó a los principales países de Europa y Norteamérica para preparar la cumbre del G7 que tendría lugar en mayo en Hiroshima; en sus encuentros con los respectivos mandatarios trató de asuntos militares y estratégicos.

En conclusión, el continuo avance nuclear y los eventos que lo refuerzan (como la reunión entre Putin y Kim Jong-un) han llevado a Japón a sentir la necesidad de desarrollar y mejorar sus capacidades de defensa, y también a estrechar su alianza con otros países. Tokio se mueve con un mayor sentido de urgencia en la mejora de su sistema de seguridad nacional.