El dilema de Finlandia en su deseo de ingresar en la OTAN

El dilema de Finlandia en su deseo de ingresar en la OTAN

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05 | 04 | 2022

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La invasión de Ucrania ha hecho ver el riesgo de no ser miembro de la Alianza, pero también el de intentar ingresar en ella

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Soldado del Ejército de Finlandia en unas maniobras (Fuerzas de Defensa Finlandesas]

La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha robustecido el sentido de propósito de la OTAN. Ante el intento de Vladimir Putin de reconstruir el espacio de influencia ruso, países que pertenecieron a la URSS o al Pacto de Varsovia hoy se sienten más seguros bajo el paraguas de la Alianza Atlántica. A la vista de lo ocurrido en Ucrania, que no ha contado con una cláusula 5 que la haya protegido, en Suecia y Finlandia ha crecido el apoyo a una posible entrada en la OTAN. De los dos países, Finlandia es el que, por su larga frontera con Rusia, se encuentra más expuesto a la amenaza rusa si ese ingreso se ultimara. Diversas razones desaconsejan a los finlandeses correr un riesgo tan alto, pero pocas cosas están escritas en el cambio de era en el que nos encontramos.

Vladimir Putin ya indicó en su día que podía vivir con la pertenencia a la OTAN de los países Bálticos, presumiblemente porque desde allí es difícil impulsar una gran incursión militar sobre suelo ruso. En cualquier caso, Estonia y Letonia, que comparten frontera con Rusia, se sienten más seguras con la presencia de tropas de sus aliados y el principio de defensa colectiva establecida por el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, el cual estipula que un ataque contra uno de los miembros se interpretará como un ataque a todos los miembros de la Alianza. Lo mismo sucede con Lituania y Polonia, que delimitan con el enclave ruso de Kaliningrado.

Fronteras más extensas con Rusia mantienen Bielorrusia y Ucrania, países situados además en la gran llanura europea y cuyos territorios han sido históricamente puerta de entrada de todas las invasiones que desde Europa Occidental ha sufrido el pueblo ruso. Eso explica el interés del Kremlin por mantener su influencia sobre Bielorrusia, a la que controla desde la caída de la URSS, y su nerviosismo ante el acercamiento de Ucrania hacia la Unión Europea y la OTAN.

La duda, quizás más académica, sobre si un rápido ingreso de Ucrania en la OTAN, cuando se le abrió la puerta en 2008, hubiera evitado la presente invasión ha llevado a otros países del entorno tradicionalmente neutrales, como Suecia y Finlandia, a plantearse la posibilidad de acogerse al pacto defensivo de la Alianza. Finlandia ya sufrió el zarpazo ruso en 1939 en la Guerra de Invierno, cuando perdió parte de Carelia, y se vio forzada a una neutralidad que pronto dio origen al término de “finlandización”. Noruega pertenece a la OTAN desde la creación de esta, pero su frontera con Rusia es mínima y demasiado septentrional como para que a Moscú le inquiete. Si bien una Suecia en la OTAN puede amenazar el tránsito ruso por el Báltico, la mayor intranquilidad rusa vendría de una actitud no neutral de Finlandia, pues este país y Estonia forman el pasillo marítimo de acceso a San Petersburgo.

Relación con la OTAN y con Rusia

La amplia cooperación finlandesa con la Alianza Atlántica se remonta a 1994, con la incorporación de Finlandia a la Asociación para la Paz, un programa destinado a la cooperación bilateral entre la OTAN y diversos estados europeos.

De ahí en adelante las relaciones se fueron consolidando y hoy se extienden a diversas áreas. Por un lado, los esfuerzos van dirigidos a asegurar la interoperabilidad entre las fuerzas de la OTAN y las de Finlandia para contar con las capacidades y los recursos mutuos y avanzar en la habilidad de operar juntos en caso de necesidad. Aquí cabe destacar el acuerdo de 2017 para profundizar la cooperación en materia de ciberdefensa, aspecto esencial en un supuesto de guerra híbrida.

Otra área importante es la participación de Finlandia en misiones y operaciones de la OTAN, cuyo comienzo se remonta a 1996, con la operación de mantenimiento de paz en Bosnia-Herzegovina, y continúa a día de hoy en distintas misiones.

El tercer vértice de la relación implica, con carácter general, una mayor cooperación a todos los niveles, incluyendo entre otras áreas la contribución de recursos civiles, diversas actividades para combatir el terrorismo, la seguridad ambiental y el papel de la tecnología como arma.

Por otro lado, Finlandia también mantiene amplias relaciones con su vecino ruso, propiciadas por una proximidad geográfica que aconseja la cooperación mutua. Dentro del Ministerio de Asuntos Exteriores de Finlandia existe una unidad específica dedicada a las relaciones entre los dos países. Esas relaciones quedan resumidas en el informe del gobierno de Helsinki sobre Política de Asuntos Exteriores y de Seguridad de 2020. En él se aborda la cooperación ruso-finlandesa en cuestiones bilaterales e internacionales, tanto en asuntos de seguridad como en los retos globales del cambio climático o del desarrollo de la región del Ártico, así como en lo que afecta a la economía y el comercio.

Por tanto, Finlandia no solo se encuentra estrechamente vinculada a la OTAN, con la cual comparte valores, sino que también se ve abocada a cooperar con Rusia y mantener una relación cordial con ese vecino país, lo mismo que Rusia con Finlandia.

Debate sobre el ingreso

El debate sobre un posible ingreso de Finlandia en la OTAN se ha visto avivado por la agresiva política exterior de Rusia, especialmente a partir de la invasión de Ucrania, que Moscú justifica como una acción preventiva ante un nuevo intento de expansión de la OTAN, esta vez incluyendo un territorio que es vital para la seguridad de las fronteras rusas. Ante un sistema internacional que considera no servir a sus propios intereses, Rusia está intentando forzar un cambio en su beneficio, recurriendo abiertamente a la guerra.

Esta actitud incumbe directamente a Finlandia como país que comparte 1.340 kilómetros de frontera con Rusia. Moscú ha advertido que una entrada en la OTAN de Finlandia y Suecia tendría numerosas consecuencias, incluidas las militares. Esa amenaza ha llevado a una parte importante de la población finlandesa a ver la integración en la OTAN como garantía de protección frente a un ataque ruso. A principios de marzo, el 53% de los finlandeses defendía el ingreso; dos semanas después llegaba al 62% y ese apoyo aún puede subir más. Solo el 16% rechazaba la pertenencia a la Alianza.

La OTAN defiende su política de puertas abiertas, consagrada en el artículo 10 de su documento fundacional, permitiendo la entrada a los países europeos que se identifiquen con sus principios y deseen contribuir a la seguridad comunitaria.

Tanto presidente del país, Sauli Niinistö, como la primera ministra, Sanna Marin, han invocado la libertad de Finlandia para solicitar la entrada en la OTAN si así los finlandeses lo consideran necesario. Una iniciativa ciudadana de recogida de firmas ha permitido someter esta cuestión a debate en el Parlamento nacional. El asunto debería decidirse por mayoría de dos tercios y quizá pueda avanzarse alguna decisión el próximo mes.

Argumentos en uno y otro sentido

Hay razones, no obstante, que desaconsejan tomar una senda que podría complicar la situación de Finlandia.

En primer lugar, tanto Finlandia como Suecia han recordado a la UE la existencia de la cláusula de defensa mutua en caso de ataque militar, incluida en el artículo 42 del Tratado de Lisboa. Aunque esa garantía no es tan categórica e inequívoca en el recurso a la fuerza para hacer frente a una agresión sufrida por un país socio como la que establece el artículo 5 de la OTAN, la pertenencia a la UE supone para Finlandia un alto grado de apoyo y mejora su capacidad de respuesta, pues un ataque a los intereses o integridad de Finlandia también lo es a la Unión Europea.

Por otra parte, ya existen desde hace décadas relaciones muy consolidadas entre la OTAN y Finlandia. A pesar de que no ser miembro implica quedar fuera de la protección del artículo 5 del Tratado de la Alianza, la cooperación ya existente aumenta el grado de seguridad de Finlandia, así como sus capacidades de defensa y de coordinación con otros países. También hay que destacar la existencia de consolidadas relaciones bilaterales con varios miembros de la OTAN en materia de defensa, entre ellos Estados Unidos, lo cual igualmente contribuye a su fortaleza.

Finlandia, como Ucrania, se encuentran fuera de la protección que otorga la OTAN, pero al menos los finlandeses cuentan con el frente de apoyo diplomático e institucional de los demás socios de la UE, de la que Ucrania no forma parte.

La actitud de Putin respecto a Ucrania ha hecho ver el riesgo de no ser miembro de la Alianza, pero también el de intentar ingresar en ella. Las declaraciones rusas sobre las posibles respuestas a la entrada de Suecia y Finlandia en la Alianza, incluida la militar, genera inseguridad, especialmente teniendo en cuenta que Rusia ha cumplido esa amenaza en el caso ucraniano. No está claro que lo mismo le fuera a ocurrir a Finlandia, pues su territorio no es tan estratégico para Rusia como el de Ucrania. Además, diversas potencias nucleares están más asertivamente a su lado. Estados Unidos ya había declarado su intención de no intervenir militarmente en defensa de Kiev, incluso en el supuesto de guerra, pero puede no actuar del mismo modo si Rusia atacara Finlandia o Suecia. Pero si una cosa caracteriza la era que se está abriendo, es precisamente la no predictibilidad en el juego de potencias.