El relato de China

El relato de China

RESEÑA

12 | 02 | 2025

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Historia de la nación china, secuela de una miniserie documental en la BBC

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Portada del libro de Michael Wood ‘The Story of China’ (Londres: Simon & Schuster, 2020) 624 pgs.

A medida que China aumenta su estatura internacional para convertirse en una superpotencia con aspiraciones a reemplazar a Estados Unidos como el poder global dominante crece también el interés del público no especializado por adentrarse en la realidad del gran país asiático y conocer mejor de dónde viene para, en función de ello, tratar de vislumbrar en qué dirección apunta su futuro.

Fruto de ese creciente interés, comienza a proliferar una amplia gama de publicaciones monográficas sobre China, su historia y su presente en general, o sobre algún aspecto en particular relacionado con ella. Títulos como el aclamado ‘On China’ de Henry Kissinger, o como ‘Has China Won? The Chinese Challenge to American Primacy’ de Kishore Mahbubani, son solo algunas de las contribuciones más recientes al esfuerzo por desentrañar a lectores de ámbitos muy diversos los misterios y las claves de la fascinante civilización china.

‘The Story of China’ del periodista británico Michael Wood es uno de los libros que, por su calado, merece figurar en el elenco de los grandes títulos publicados sobre el gigante asiático. La obra está profusamente documentada; describe la historia de China en profundidad y sin alardes innecesarios de erudición; por ello, el conjunto resulta, a la vez, ameno y asequible a cualquier lector.

Esta obra, monumental por su extensión, nació entre los años 2014 y 2017 como secuela de una excelente miniserie documental que el mismo autor presentó para la BBC; conserva, en su prosa, toda la frescura de un lenguaje pensado para la comunicación audiovisual, muy plástico en las numerosas descripciones que hace de los lugares donde desarrollan su actividad muchos de los numerosos protagonistas que pueblan las páginas del libro.

Precisamente en el tono general que sabe transmitir reside uno de los aciertos de la obra, que no se limita a hacer un exacto y frío relato del largo y rico devenir de China a lo largo de los siglos, sino que entrevera hábilmente el indispensable dato histórico con numerosas referencias a la vida diaria de algunos de los muchos personajes, públicos y particulares, que han forjado la China que conocemos hoy. El producto final resulta difícilmente clasificable, a mitad de camino entre la Historia, la literatura de viajes, o la crónica periodística, pero es, sin duda, atractivo y fácil de seguir.

Con este método, a lo largo de sus diecinueve capítulos, ‘The Story of China’ recorre los temas centrales de la historiografía china: su nacimiento como estado hidráulico —paralelo al de las civilizaciones mesopotámicas— surgido de las impredecibles aguas del río Amarillo; la sucesión de dinastías con raíces geográficas distintas; la expansión del país hacia el sur a partir del núcleo inicial; la vertebración del territorio a través de una red de magnas obras públicas que unieron con canales las cuencas de los principales ríos, dándole un sentido de unidad territorial que mantiene con el paso del tiempo; el gobierno del país entendido como ‘mandato del cielo’; la proverbial creatividad china que legó al mundo avances como la pólvora o la brújula; la expansión hacia Occidente para buscar un escudo protector frente a invasiones procedentes de las estepas de Asia Central; el difícil control de Tibet y Xinjiang; el orden moral confuciano de obligaciones que inspira la vida política china desde hace siglos; la creación de una potente burocracia basada en una estricta educación y en un elevado sentido ético y de servicio al estado; la postración de China, desde su posición como la civilización más avanzada y sofisticada a la de mera colonia de Japón durante el ‘siglo de la humillación’; y tantos otros que completan la urdimbre del interesante tapiz chino.

El relato sirve también para revisar y poner bajo una nueva luz algunos de los mitos occidentales sobre China. Uno de ellos es, por ejemplo, el de la supuesta indiferencia, incluso aversión, del país hacia cualquier influencia cultural proveniente del exterior. Esta conocida actitud protectora china, adoptada, quizás, tras su traumático encuentro en el siglo XIX con un Occidente colonialista y técnicamente más adelantado, no se compadece bien con la apertura que China mostró en épocas anteriores —como los períodos Han y Tang— hacia las ideas externas. Interesante es, en este sentido, la descripción de la llegada a la corte del emperador Taizong de un monje cristiano que, más allá de experimentar la acogida que el emperador le dispensó, vio cómo ordenó la traducción de las Sagradas Escrituras para su conservación en la biblioteca imperial y cómo, en un ejemplo de tolerancia religiosa que no encuentra mucho parangón en otros ámbitos culturales de la época, llegó a autorizar la construcción de una iglesia cristiana. En la misma dirección de apertura apunta el relato del monje budista Xuanzang, recibido en China a su regreso de una larga peregrinación en India en el siglo VII de nuestra era.

Amén del interés que, por sí mismas, puedan tener obras como ésta, sirven también para divulgar la realidad de China en nuestro ámbito cultural, contribuyendo a mejorar, por poco que sea, el conocimiento sobre un país tan lejano como importante. Bueno sería que este conocimiento derivase en una mayor confianza mutua y, en definitiva, en un futuro estable y en paz.