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Los presidentes Lula y Macron en Brasilia, en marzo de 2024 [Ricardo Stuckert PR]
La ventana de tiempo para concluir y firmar el Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y Mercosur, el cual incluye un ambicioso acuerdo comercial, parece haberse cerrado. Las protestas de agricultores en los países de la UE evidencian un malestar que sus gobiernos no pueden agrandar abriendo la compuerta a los productos sudamericanos. Si ya varias capitales, singularmente París, habían insistido antes en bloquear el acuerdo, el presidente francés fue taxativo en su visita en marzo al principal valedor del texto, el brasileño Lula da Silva. Macron pidió negociarlo “desde cero”.
Fue considerado el acuerdo comercial más importante del mundo. El 28 de junio de 2019, después de más de 20 años de negociaciones, el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión Europea (UE) finalmente concertaron un Acuerdo de Asociación entre ambas entidades supranacionales. Solamente quedaban algunos detalles antes de que el texto pasara a los parlamentos de los respectivos países para su ratificación. Desde entonces, sin embargo, no ha habido avances y los cinco años transcurridos echan tierra sobre un documento del que cada vez los distintos gobiernos marcan más distancias.
El Acuerdo de Asociación preveía tres pilares. El principal y más difícil de consensuar, en el que la negociación ha quedado encallada, es el referente al aspecto comercial; los otros dos –diálogo político y cooperación– presentan menos problemas. Es posible que, detenido el primer punto, separadamente se impulse algún tipo de convergencia entre ambos bloques en los otros dos puntos, si bien el resultado quedaría muy por debajo de las aspiraciones.
En su día, el preacuerdo comercial fue saludado con grandes parabienes. Iba a convertirse en el mayor acuerdo de libre comercio del mundo, pues involucraba a 31 países. Estos sumaban 720 millones de personas y representaban aproximadamente el 20% de la economía mundial. A estas cifras hay que añadir las que aporta Bolivia, que recientemente se ha incorporado de modo pleno al club formado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.
En el momento de pactar el preacuerdo, el entonces presidente brasileño Jair Bolsonaro calculaba para su país un aumento del PIB de casi 70.000 millones de dólares en un lapso de 15 años. A lo que se le sumaba un crecimiento exponencial de alrededor de 78.000 millones de dólares hasta 2035 en las exportaciones brasileñas a la Unión Europea. Pero la mala praxis del presidente brasileño en lo que compete al Amazonas, dio pie a Europa, en un movimiento liderado por Francia, a agregar exigencias ambientales a lo firmado en 2019, que estipulaban sanciones para los países que no alcanzaran los objetivos climáticos propuestos en los Acuerdos de París.
Vista por muchos observadores como una excusa –al menos como algo que distraía de la principal reticencia francesa, centrada en el impacto que el acuerdo podía tener en su sector agrícola–, la cuestión medioambiental ocupó las discrepancias públicas expresadas desde Europa.
El ahora mandatario Lula da Silva ha hecho de la preservación del Amazonas un punto focal de su presidencia. Ha desarrollado esfuerzos como relanzar su Plan de Acción para la Prevención y el Control de la Deforestación en la Amazonía o la utilización de tecnología de última generación para el control y la preservación de miles de hectáreas de selva. Y aunque desde su llegada a Brasilia, la pérdida de árboles en la Amazonía brasileña se ha reducido un 39%, Francia sigue reclamando garantías medioambientales.
El regreso de Lula había sido interpretado en realidad como el impulso que necesitaba el acuerdo Mercosur-UE para ser finalmente cerrado con éxito. El propio dirigente brasileño tomó la presidencia de turno de Mercosur que le correspondía a lo largo de 2023 como la gran oportunidad para ello, e hizo todo lo posible para que la cumbre que el grupo iba a celebrar a finales de año fuera el escenario para el anuncio del acuerdo definitivo. Eso no fue posible y el proceso se dio simbólicamente por finiquitado en la visita que el presidente francés, Emmanuel Macron, hizo a Brasil en marzo de 2024. “El acuerdo con el Mercosur es un acuerdo terrible tal y como se está negociando ahora. Este acuerdo se negoció hace 20 años. No defiendo este acuerdo. No es lo que queremos”, dijo Macron, quien planteó renegociarlo todo “desde cero”.