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Buque de Exxon en el bloque Stabroek de Guyana [Exxon]
Guyana constituye, sobre el papel, una enorme historia de éxito: es el país del mundo con mayor crecimiento económico, que este año se acercará al 40% del PIB. El descubrimiento de campos de petróleo ‘off-shore’ en 2015 y el comienzo de su explotación en 2019 están aportando a este país un ‘boom’ sin precedentes. Pero Guyana, uno de los países más pobres de América, se enfrenta a la ‘maldición de los recursos’: el riesgo de depender excesivamente de una única fuente de ingresos y la perspectiva de un desequilibrio socioeconómico derivado de un enriquecimiento tan rápido como exclusivo de unas elites.
El caso de Guyana es bastante singular, aunque se trata de una historia que ya se ha repetido muchas veces. Desde el reciente descubrimiento de importantes yacimientos de petróleo frente a sus costas, Guyana se encuentra en una encrucijada. Invertir en la industria del petróleo y del gas reportará sin duda muchos beneficios a este pequeño país sudamericano de apenas 815.000 habitantes y con altas tasas de pobreza, pero hay riesgos graves que debería tener en cuenta.
La explotación de varios pozos en una amplia zona ‘off-shore’ guayanesa (el bloque Stabroek) por parte de un consorcio internacional liderado por Exxon está suponiendo la producción de 380.000 barriles diarios de petróleo y se espera que en 2027 alcance los 1,2 millones de barriles diarios. Esta última cifra supera la producción actual de Venezuela, país que precisamente disputa el control de esas aguas, en un conflicto dormido y que ahora, a raíz del enriquecimiento de la antigua colonia inglesa, el Gobierno en crisis venezolano está avivando.
Efectos positivos: mejora económica
En el mejor de los casos, Guyana podría gestionar bien su industria petrolera e imitar a productores de éxito como Estados Unidos, Canadá y Noruega. Probablemente no llegará a esos niveles, pero la producción y exportación de hidrocarburos supondrá una ventaja económica, pues Guyana es el cuarto país más pobre del hemisferio occidental, sólo superado por Haití, Surinam y Nicaragua. El comienzo de la explotación está siendo ya revolucionario para la economía guyanesa, impulsando un crecimiento del PIB que, en función de las cantidades extraídas y del precio internacional del crudo, podría ser de entre un 300% y 1000% para 2025, transformándolo en la economía con la renta per cápita más alta de Sudamérica. Así, con la explotación petrolera, desde 2020 el aumento del PIB ha pasado a ser de dos dígitos (43,5% en 2020; 20,1% en 2021; 62,3% en 2022, y un estimado 38,4% en 2023), elevando el PIB per cápita de 6.950 dólares en 2020 a 20.560 en 2023, cifra que sin duda se verá multiplicada en los próximos años.
En Guyana, la mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y después de los primeros años de extracción de petróleo, la economía guyanesa está viendo los beneficios. Los valores de exportación se han disparado, lo que posibilita que también la importación de bienes aumente al mismo ritmo, sin riesgo de déficit comercial, poniendo al alcance de la sociedad guyanesa productos antes no alcanzados o solo importados en un corto volumen. En 2019 la partida de petróleo, productos derivados y otros materiales relacionados representó solo el 0,1% del valor total de las exportaciones de Guyana; en 2020 supuso el 40% en 2020, y el 70% en 2021.
Algunas empresas ya han acudido a Guyana, como Exxon, que ha invertido 30.000 millones de dólares en Guyana, 450 millones de los cuales se han destinado a proveedores locales, algunos a organizaciones benéficas locales e iniciativas de investigación, además de haber formado a más de 3.000 empleados guyaneses para trabajar en la industria de hidrocarburos. Se prevé que el aumento de la inversión extranjera ampliará la producción en sectores como la agricultura, la vivienda, la salud y el transporte, y mejorará la infraestructura eléctrica de Guyana.
Los beneficios no son sólo económicos, Guyana ganará geopolíticamente con el aumento del interés extranjero, en particular de Brasil. Guyana mantiene actualmente una importante disputa fronteriza con Venezuela por la región de Esequibo. Brasil siempre ha sostenido que no quiere conflictos en el continente y ha intentado mantener el ‘statu quo’ y proteger las fronteras de Guyana. Conseguir el favor de las compañías petroleras brasileñas y estrechar los lazos con Brasil en general ayudaría a Guyana a preservar su integridad territorial frente a un régimen cada vez más entregado al irredentismo en Venezuela.