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El Aeropuerto Internacional de Palmerola ha comenzado sus operaciones, a 75 kilómetros de Tegucigalpa [AIP]
Quien haya volado a Tegucigalpa habrá experimentado la dificultad de despegar y aterrizar entre las múltiples colinas que conforman la ciudad. Tras un proyecto de nueve años, el Aeropuerto Internacional de Palmerola (AIP) quedó abierto al tráfico aéreo en noviembre, a 75 kilómetros de la capital hondureña, compartiendo pista con la principal base militar de EEUU en Centroamérica. La base, instalada a mediados de la década de 1980 cuando, hacia el final de la Guerra Fría, el comunismo parecía revitalizarse en la región (EEUU decidió invadir Granada y auxiliar a la Contra frente a los sandinistas en Nicaragua), alberga también la Fuerza Aérea de Honduras y la Fuerza de Tarea Conjunta ‘Bravo’.
El Aeropuerto Internacional de Palmerola (AIP) fue inaugurado el pasado 15 de octubre y recibió los primeros vuelos un mes después (hubo algunos retrasos en la ejecución de las nuevas conexiones por parte de las compañías aéreas). Intenta ser un revulsivo para el desarrollo económico del área de Tegucigalpa, donde el turismo se ha venido viendo condicionado por la escasa capacidad de tráfico del histórico aeropuerto de Toncontín, y también aspira a superar al aeropuerto de la capital de El Salvador como hub centroamericano en las rutas entre América del Norte y del Sur. El costo total de su construcción –levantar la nueva terminal y mejorar la pista y los accesos– ha superado los 200 millones de dólares, casi un 45% más de lo presupuestado inicialmente. Uno de los grandes financiadores ha sido España, que aportó 53 millones de dólares mediante un programa de reconversión de deuda.
La financiación y construcción del AIP ha sido un proceso largo que ha abarcado varias presidencias y excedido varias veces el presupuesto previsto. La iniciativa comenzó bajo la presidencia de Porfirio Lobo en 2012, quien encargó el proyecto a Servicios Aeroportuarios Integrados S. A. (Saisa), del Grupo Terra, con una inversión que se estimaba en 107 millones de dólares como cifra inicial. Pero ese acuerdo no siguió adelante y hubo que esperar hasta 2016 para que el proyecto, esta vez en la presidencia de Juan Carlos Hernández, tuviera el impulso definitivo. El presupuesto subió entonces a 163 millones de dólares, y en 2019 se incrementó en otros 46.2 millones. El AIP se ha culminado en 2021 con una suma final de 235 millones de dólares. Los responsables de la ejecución de las obras atribuyeron la revisión de las cifras a que, desde la primera concreción del proyecto, los sistemas aeroportuarios han evolucionado y ha habido una actualización de las normativas.
El AIP tiene como propósito contribuir al mayor desarrollo y crecimiento económico de Honduras en múltiples sectores. Así, se estima que incidirá en una reducción de los precios de los pasajes aéreos y que aumentará el empleo (de entrada, ha supuesto la creación de más de dos mil empleos directos hasta la fecha). Además, incrementará el turismo, pues las limitaciones del aeropuerto Toncontín solo son posibles 800.000 pasajeros anuales. Palmerola busca atraer los vuelos internacionales de Centroamérica, pues ocupa una ubicación favorable entre América del Norte y del Sur, y se presenta como un contrincante de valor frente al Aeropuerto Internacional de El Salvador.
La construcción del nuevo aeropuerto no ha estado exenta de polémica, por temor a que afecte negativamente el centro económico que rodea a Toncontín, dada la reducción de tráfico que este puede sufrir, pues los vuelos internacionales se destinarán exclusivamente a Palmerola, mientras que las viejas instalaciones quedarán para vuelos nacionales y regionales centroamericanos. Frente a Toncontín, que ha sido categorizado como uno de los aeropuertos más peligrosos del mundo, con una pista de aterrizaje de apenas 1.900 metros de longitud, Palmerola dispone de una pista de 2.440 metros, medidas de seguridad estandarizadas y tecnología de primer mundo.
En la batalla política para ponerse la medalla por la construcción del AIP también ha terciado el expresidente Manuel Zelaya, afirmando que Juan Orlando Hernández saludaba “con sombrero ajeno” al atribuirse los méritos por la apertura del nuevo aeropuerto, pues fue en la presidencia de Zelaya cuando se construyeron las amplias vías que comunican Tegucigalpa con Comayagua, donde se encuentra el AIP, y fue él quien culminó en la sala Oval de la Casa Blanca la negociación con Estados Unidos para abrir la base estadounidense a uso civil.
El AIP comparte ubicación con la base aérea “Coronel José Enrique Soto Cano”, mejor conocida como “Soto Cano” o “Palmerola”. La base estadounidense fue erigida por Washington entre los años 1984-1985, durante la Guerra Fría, con la vista puesta en la revolución sandinista en Nicaragua. En el complejo de Palmerola está la base de la Fuerza Aérea de Honduras, así como la Fuerza de Tarea Conjunta “Bravo”, la unidad binacional constituida con el Comando Sur estadounidense. EEUU dispone en la base de hasta 500 efectivos, que se turnan en grupos y cuya principal misión es participar en operaciones conjuntas con las fuerzas locales en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.
Aunque inicialmente pudo haber duda sobre la disposición de ambas partes a compartir uso –civil y militar–, las de autoridades hondureñas han señalado que se trata de algo positivo para el país, mientras que las estadounidenses han destacado la oportunidad de colaboración que brinda el IAP.