La clave demográfica de lo que viene

El demógrafo británico Paul Morland prolonga el éxito de su anterior obra, The Human Tide, con esta nueva entrega, de la que es continuación. Como en la primera ya se abordaban los principales principios demográficos que explican el desarrollo del mundo desde que, coincidiendo con la Revolución Industrial, las naciones comenzaron a experimentar sostenidas explosiones demográficas, en esta segunda obra Morland desarrolla algunos aspectos no suficientemente explicitados antes por cuestiones de espacio o que miran más hacia el presente y el futuro. El texto se articula alrededor de diez cifras, tomadas de ejemplos que ilustran dinámicas demográficas en las que el autor quiere insistir.

Una de ellas tiene que ver con el incremento de la edad media de las personas que constituyen nuestras sociedades. Para abordar esto toma el caso de Cataluña y los 43 años de media que hoy tienen los catalanes; de ahí concluye que las posibilidades de que haya una revuelta social que fuerce de manera violenta la independencia de la región son escasas: las revoluciones más bien ocurren en países con poblaciones jóvenes. Esto también puede aplicarse a China: la protestas en Hong-Kong de 2019-2021 se sofocaron sin gran esfuerzo por parte de Pekín; sin embargo, las que tuvieron lugar treinta años antes en Tiananmen, con una cohorte juvenil mayor, hicieron zozobrar al régimen.

“No todas las sociedades jóvenes tienen tendencia a la violencia, pero casi todas las sociedades violentas son jóvenes”, afirma Morland, lo que le lleva a pronosticar un descenso futuro del fenómeno de las pandillas en Centroamérica a medida que la población envejezca. Esa regla no afecta propiamente a la violencia del crimen organizado, que gira alrededor de negocios específicos, muy lucrativos, por lo que el envejecimiento de la población en México no debiera conducir a una superación ‘per se’ del crimen relacionado con el narcotráfico.

Morland pone especial atención en el futuro demográfico de África, la gran cuestión que decidirá la suerte del mundo las próximas décadas. No está convencido de que África vaya a seguir miméticamente el proceso reproducido previamente de modo muy exacto por las demás sociedades: primero explosión demográfica, a partir de la reducción de la mortalidad infantil, y luego transición demográfica que reduce cada vez más la tasa de fecundidad, cayendo por debajo del nivel de reemplazo y conduciendo a un progresivo encogimiento de la población. África se encuentra ya en la fase de la transición, pero por cuestiones culturales muchos países del continente podrían mantener la tasa de fecundidad por encima del nivel de reemplazo. No es un asunto menor: de eso dependerá que hacia 2100 en el mundo vivan 15.000 millones de personas o solo algo más de 7.000 millones.

El haber empezado el proceso de cambios demográficos “dio a los europeos la ventaja de quien mueve ficha primero”, colonizando gran parte del mundo y liderando las estructuras económicas internacionales, pero “los africanos tendrán la ventaja de quien mueve el último”, advierte el autor. La capacidad que tengan los países africanos “para absorber sus miles de millones de personas en puestos de trabajos productivos e integrarles en la economía global definirá el destino del mundo en las próximas décadas”. Morland parece inclinarse a pensar que el flujo migratorio hacia Europa que hoy vemos no será de larga duración y que a medida que avance el siglo la mayor movilidad será dentro del propio continente africano.

Se trata de un libro dirigido al gran público que, aunque maneja algunos conceptos técnicos de un determinado campo del saber, es de fácil comprensión, pues no hay nada más real que la evolución demográfica y su impacto directo en los asuntos de hoy y en los del mañana.