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Misión de los cascos azules de Naciones Unidas [ONU]
La Inteligencia Artificial está teniendo su aplicación en muchos campos, también el de las relaciones internacionales, como ocurre en el aspecto específico de su uso en misiones de paz y operaciones humanitarias. Además de contribuir a la mejora de la respuesta de la comunidad internacional a situaciones específicas, también constituye una herramienta de cooperación entre los países.
Desde hace unos años, la Inteligencia Artificial ha emergido como una herramienta útil en el desarrollo de la sociedad. Todos los ámbitos de la vida humana se han visto transformados de una forma u otra, incluyendo el área de las políticas internacionales y la diplomacia y también el de la seguridad y la guerra.
Para el caso concreto, se va a considerar el papel que tiene en las misiones de paz y operaciones humanitarias. El principal objetivo de la IA en este ámbito es mejorar la eficiencia, precisión y seguridad de lugares más inestables y con pocos recursos. De esta forma, ha permitido obtener una respuesta más rápida y eficiente en situaciones críticas de crisis e incluso de conflicto. Además, también funciona como una herramienta de cooperación internacional, esencial en un mundo tan interconectado, fomentado la colaboración entre países y organizaciones.
No obstante, el uso de la Inteligencia Artificial plantea por otro lado desafíos éticos y sociales, como pueden ser la forma en la que se deben gestionar los datos personales y la responsabilidad en la toma de decisiones. Es importante que al analizar este tópico se consideren estos problemas, para obtener una visión más completa.
Aplicaciones comunes
Antes de empezar a analizar cómo la inteligencia artificial ha transformado la cooperación internacional y los desafíos que plantea, es necesario analizar distintos usos que puede tener en el ámbito de misiones de paz y operaciones humanitarias.
Una de ellas es que optimiza la logística en ambas cuestiones. El papel de la logística es clave, ya que permite planificar y determinar el mejor momento para el envío de materiales y personal a los lugares indicados. Al tratarse de un área poco predecible, dado que se suele administrar en contextos de crisis humanitarias y naturales, la introducción de la inteligencia artificial ha supuesto un claro avance. Ha hecho más eficiente la entrega de ayuda y la evaluación de necesidades, dependiendo de la zona geográfica. Una de las iniciativas más comunes en este ámbito es el uso de drones, usados por ejemplo durante las inundaciones de Libia en 2023. Estos drones son capaces de tomar imágenes de las zonas afectadas e identificar el nivel de ayuda necesario.
Por otro lado, también es útil como herramienta para el análisis de riesgos y prevención de conflictos. En este caso, el uso de IA se destina a analizar datos de crisis anteriores en un territorio concreto para poder prevenir su repetición en un futuro. De esta forma, las organizaciones internacionales pueden anticipar que cierta parte de sus recursos materiales y económicos tendrán que ser destinados a estas zonas y mitigar de cierta forma daños mayores. Un ejemplo de esta práctica se puede observar en países africanos como Senegal o Malí. La ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha sido una de las múltiples organizaciones que se ha sumado a esta propuesta y, a través de aplicaciones móviles, ayuda a más de 300.000 agricultores de estos países, la información necesaria para su trabajo. Gracias a esto, se ha mejorado la conservación de alimentos y las pérdidas innecesarias se han reducido, dando lugar a un incremento en la situación alimentaria.
También es importante mencionar que la inteligencia artificial ha sido utilizada para la búsqueda de personas desaparecidas o la reunificación familiar. Cuando un país se ha visto afectado por un conflicto o desastre natural, el primer plan de acción es intentar evacuar a la población, lo que suele ocasionar que muchas personas desaparezcan o pierdan la localización de sus familiares. La aplicación ‘Trade the Face’ es un claro ejemplo de este supuesto. Aunque su objetivo inicial fue buscar a migrantes, con el paso del tiempo ha evolucionado y actualmente es una de las herramientas online más importantes, en la que se pueden insertar fotografías de personas a las que se está buscando.
La cooperación internacional se ha visto favorecida por la inteligencia artificial. Cada vez es más común que se creen alianzas entre organizaciones no gubernamentales y organizaciones internacionales. El propósito de esto es coordinar respuestas efectivas y rápidas en zonas de conflicto.
Desafíos y consideraciones éticas
A pesar de los avances que ha supuesto la inteligencia artificial en este ámbito, su rápida evolución ha dado lugar a la aparición de numerosos desafíos.
En la mayoría de las aplicaciones analizadas, se ha podido apreciar la utilización de datos. El empleo de datos sensibles, como fotografías y datos biométircos, puede resultar en una violación a la privacidad. Desde que se iniciaron estas prácticas, ha habido numerosos casos de filtración de datos debido a la falta de control y el acceso de hackers a estos. Uno de los retos a los que se enfrentan ahora los expertos es mejorar los sistemas para evitar su divulgación. Esto es muy importante cuando se trata de operaciones humanitarias y de personas desaparecidas, sobre todo porque se trata de proteger a las personas más vulnerables.
Un segundo desafío es la posibilidad de que ciertas instituciones usen la inteligencia artificial como instrumento para causar daños. La forma más clara en la que se ve este supuesto es en la creación de armas autónomas que pueden actuar sin la intervención humana. Drones, como el sistema Harop que se hizo famoso por su uso en el conflicto Nagorno-Karabaj en 2020, han ido multiplicándose en los últimos años.
En relación también con la automatización de las armas, se plantea la cuestión de posibles errores en la programación de las armas o la intromisión de hackers en el sistema. La gran preocupación es su falta de juicio humano y su velocidad de decisión que dejan poco margen para actuar en caso de un ataque repentino. Cuando esto ocurre, civiles han resultado heridos, lo que también manifiesta una violación del derecho internacional.
En definitiva, si bien la inteligencia artificial tiene grandes beneficios en el ámbito de las misiones humanitarias y operaciones de paz, su uso ha comenzado a destinarse hacia actitudes más nocivas para el ser humano. Esto ha resultado en manifestación de numerosos problemas éticos y sociales. Ahora, los actores del sistema internacional se empiezan a preguntar sobre una posible regulación más estricta de la inteligencia artificial.
Marco regulatorio
Debido a la rapidez con la que se ha creado y aplicado la inteligencia artificial, ha sido necesario desarrollar iniciativas y un marco regulatorio para poder controlar los desafíos mencionados anteriormente.
En primer lugar, Naciones Unidas creó el año pasado un nuevo órgano, el Cuerpo Asesor de Alto Nivel sobre Inteligencia Artificial. Su principal objetivo es potenciar un desarrollo sostenible y efectivo de esta tecnología, evitando los posibles abusos por parte de grandes empresas e intentar hacer llegar sus beneficios a los países que más lo necesitan. Recientemente, el órgano ha publicado un informe sobre siete medidas fundamentales, entre ellas la creación de un fondo mundial y un panel científico internacional. Así, se busca llegar a un futuro marco legal internacional uniforme al que todos los países deban adherirse.
Por su parte, la Unión Europea introdujo también el año pasado la Ley de Inteligencia Artificial. Esta se convirtió en la primera ley dedicada a esta novedosa tecnología. Dentro de los objetivos que busca es mejorar la asistencia sanitaria, hecho clave en la respuesta ante crisis humanitarias. A través de requisitos como el de transparencia y de su clasificación de los posibles riesgos que conlleva, ha conseguido establecer una regulación base a seguir por los estados miembros.
Por último, puede ser importante mencionar el Reglamento General de Protección de Datos, un reglamento europeo que ha sentado las bases para un mayor tratamiento ético de los datos personales. Entre sus provisiones se encuentra la evaluación de los riesgos específicos para las personas y las medidas específicas que se deben adoptar en tales casos. Así, se ha fomentado la armonización de la regulación, mejorando la cooperación.
Es posible que, conforme se vaya desarrollando más la inteligencia artificial y se prevea la posibilidad de un uso más nocivo, sea necesario buscar un marco normativo parecido al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
Así las cosas, si bien es cierto que la inteligencia artificial poco a poco va a ir mejorando la cooperación en las misiones humanitarias y las operaciones de paz, todavía es necesario tener ciertas restricciones sobre su uso debido a los posibles problemas que pueden surgir. Una vez que los estados y organizaciones comiencen a implementar regulaciones más amplias, se podrá considerar ampliar su ámbito de uso.