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Evolución del logotipo de Bimbo, empresa multinacional de México
Las grandes empresas trasnacionales de Latinoamérica –conocidas como multilatinas– han salido con fuerza de la difícil situación atravesada durante la pandemia. Después de casi diez años de progresiva reducción del flujo inversor en el exterior, en 2022 la inversión extranjera directa desde países latinoamericano conoció un récord histórico, con un incremento del 80% respecto al año anterior. Los datos aún por conocer relativos a 2023 indicarán si se trata de un rebote por la contención durante la crisis pandémica o se consolida una tendencia al alza.
Latinoamérica y el Caribe sufrieron especialmente las consecuencias de la emergencia sanitaria por Covid-19. Fue la región mundial con mayor incidencia mortal de la pandemia en términos relativos y registró un retroceso en su PIB del 7%, apenas compensado con un crecimiento del 7,3% en 2021. En contraposición a lo que podía anticiparse en un contexto político y económico global complejo, 2022 fue un año positivo para la economía latinoamericana. La región experimentó un crecimiento de un 4,1%, ritmo más elevado que el promedio mundial. Además, la Inversión Extranjera Directa (IED) de entrada en Latinoamérica presentó un repunte significativo, alcanzando una cifra récord de 224.579 millones de dólares, siendo esta 55,2% más elevada que la documentada en 2021.
Sin embargo, si hay un indicador que merece especial atención en la región, este es el de la IED de salida. Las empresas latinoamericanas invirtieron en 2022 en el exterior más que nunca, alcanzando niveles sin precedentes: 74.677 millones de dólares. Este montante representó un aumento del 80% respecto a 2021, excediendo así en más de 30.000 millones de dólares la cantidad invertida ese año precedente. Estas operaciones se suman al stock de inversiones de empresas de América Latina y el Caribe, que en 2021 era de 741.000 millones de dólares, según datos de UNCTAD.
Esto se realizó en un contexto interno favorable, pues la región supo beneficiarse de las consecuencias colaterales del conflicto en Ucrania, principalmente del alza de los precios de las materias primas, generando ingresos adicionales en los países exportadores de energía, metales y alimentos. Por su parte, los bancos centrales supieron anticiparse en 2021 a la creciente inflación. La subida de los tipos de interés resultó en dos tendencias positivas: el refuerzo de las monedas regionales (imprescindible para la internacionalización de las empresas) y la credibilidad de las políticas monetarias.
Con todo y sin menospreciar los niveles alcanzados en IED de salida, conviene situar estas cifras dentro del contexto global, ya que constituyen menos del 3% de los flujos de IED mundial. Por lo demás, solo a la luz de la inversión que se haya realizado en 2023 podrá determinarse si estamos en un ciclo ascendente: las previsiones de un menor crecimiento económico latinoamericano para este año y para 2024 –en torno al 2,3% según el FMI– no vislumbran un especial impulso.