Las reducidas reformas no logran sacar a Cuba de la crisis

Las reducidas reformas no logran sacar a Cuba de la crisis

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27 | 02 | 2023

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Las medidas monetarias han incrementado la inflación; el agravamiento de la situación ha multiplicado el exilio, y la menor población ha restado jornaleros en las cosechas

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Tienda en MLC (moneda libremente convertida), donde se paga en dólares, en La Habana [Muebles D'Cuba]

Las reformas económicas introducidas por el Gobierno de Miguel Díaz-Canel en Cuba no han supuesto de momento avances sustanciales para la isla; incluso algunas, por limitadas, han tenido efectos contraproducentes. El país sigue atravesando una de las peores crisis de su historia. El carácter restrictivo de la apertura y su implementación en una coyuntura internacional complicada reducen las perspectivas de mejora, en medio de problemas de suministros eléctricos, baja producción azucarera y una inflación descontrolada.

Cuba lleva dos años de reformas sin que estas estén mejorando perceptiblemente la situación en la isla. En octubre de 2019, Miguel Díaz-Canel se convirtió en presidente del país; su primer paquete de medidas se puso en marcha enero de 2021. En abril de ese año Raúl Castro dio un último paso atrás, cediendo a Díaz-Canel también su puesto de jefe del Partido Comunista de Cuba. Los problemas que enfrenta el nuevo dirigente cubano no ayudan a la consolidación de su liderazgo, lejos de la senda de transformaciones que sí han sabido aplicar China y Vietnam.

A comienzos de 2021, superado el año de parálisis internacional provocada por el Covid, Cuba aplicó una reforma monetaria largamente debida. Precisamente la tardanza en aplicarla restó eficacia a su implementación. La isla venía de una década de estancamiento económico, con un crecimiento nulo del PIB entre 2009 y 2018; en 2019 y 2020 hubo una fuerte caída del PIB, que fue del -10,9% en el año de la pandemia. En 2021 el crecimiento fue del 1,3% y el Gobierno dice haber cerrado 2022 con un aumento del 2%. Pero esa ligera mejora se ha visto anulada por la alta inflación: el Gobierno habla de una inflación del 77,3% en 2021 y del 37,2% en 2022, si bien expertos independientes la elevan al 270% o incluso el 470%, cifras que sitúan a Cuba como el país americano más inflacionario después de Venezuela.

Las sanciones estadunidenses, acrecentadas por Donald Trump y muy poco aliviadas por Joe Biden, no contribuyen al avance económico, pero tampoco son razón de la poca eficacia de las reformas impulsadas por Díaz-Canel.

La reforma monetaria consistió en tres medidas interrelacionadas: (i) la Tarea Ordenamiento, que supuso lasupresión del peso cubano convertible (CUC), el establecimiento de un nuevo tipo de cambio oficial devaluado del peso cubano (CUP) y la reforma de precios y de salarios y pensiones; (ii) la puesta en marcha de la red de establecimientos con moneda libremente convertible (Tiendas MLC), con el fin de eliminar la dualidad monetaria en Cuba, y (iii) la creación de un nuevo mercado cambiario, para así combatir la existencia de un mercado negro.

La Tarea Ordenamiento no ha tenido éxito porque para lograr el efecto deseado se tenían que haber liberado las fuerzas productivas, haberse dado una liberalización de precios y el establecimiento de un mercado de libre empresa regido por la oferta y la demanda, algo que el régimen cubano no está dispuesto a asumir. No solo no se ha procedido a una apertura así, sino que se ha mantenido intacto el monopolio de los militares en determinados sectores económicos, que se encuentran al frente de una vasta red de empresas estatales subsidiarias e ineficientes a través del consorcio Grupo de Administración Empresarial, S.A. (Gaesa).

En realidad, no se ha eliminado la dualidad monetaria (dólar y peso cubano) y el país sigue funcionando con tres mercados: el mercado estatal, manejado en pesos; el mercado informal, que opera en dólares y en pesos, y el mercado dolarizado casi en un 95%, controlado por Gaesa, y que dado su volumen ha supuesto una dolarización encubierta de la isla.

Las medidas comenzaron a implementarse en un momento de gran inestabilidad en el país, lo que generó aún mayor inquietud; contrariamente a lo esperado, la reforma tuvo un efecto negativo, pues al elevarse el salario mínimo y las pensiones, los precios de los productos también se movieron al alza. Esto generó que el peso cubano se devaluara rápidamente. Los salarios de los trabajadores perdieron de un golpe su valor nominal en un 400%; hoy los cubanos son 700 más pobres que cuando comenzó la Tarea Ordenamiento. El descontento social generó en verano de 2021 las graves protestas ciudadanas vistas en varias ciudades cubanas y que fueron duramente reprimidas.

Empresas privadas

Las turbulencias monetarias no han ayudado a la creación de nuevas empresas, que era una de las principales apuestas del Gobierno, como modo de generación de puestos de trabajo que redujeran la abultada nómina de las deficientes empresas estatales. Una de las reformas puestas en marcha consistió en autorizar la creación de empresas privadas con empleados, ampliando la iniciativa privada desarrollada hasta entonces de modo individual con el llamado ‘cuentapropismo’. A finales de 2021 se habían creado unas quinientas micro, pequeñas y medianas empresas; un año después la cifra ha llegado a 6.000, si bien constituye solo el 1% del ‘cuentrapropismo’, como ha puesto de relieve el economista de origen cubano Carmelo Mesa-Largo. Este ha destacado cómo la producción agrícola ha bajado un 7,7% entre 2016 y 2021, mientras que, si tenemos en cuenta las cifras de 1989, antes de la caída de la URSS (con el hundimiento Cuba perdió a su gran valedor y entró en el difícil momento del ‘periodo especial’), vemos que la producción industrial ha caído 45 puntos en estas tres décadas y que el valor de la exportación de mercancías es un 67% inferior.

En concreto, Cuba está experimentando pésimas campañas azucareras. La zafra de 2021-2022 fue solo un 5% del promedio de 8 millones toneladas que se daba décadas atrás. En las malas campañas agrícolas, también en el caso del tabaco y el café, han influido las condiciones climatológicas, los graves problemas energéticos que padece la isla, con frecuentes y prolongados apagones eléctricos, así como el problema demográfico: la marcha de hasta 300.000 personas en 2022 –un éxodo comparable a la crisis de los ‘marielitos’ de 1980 y de los balseros de 1994– y el progresivo envejecimiento de la población restante, que ya ha dejado de crecer y se está contrayendo. En 2016, Cuba alcanzó su récord de población, con 11.342.012 habitantes; a partir de ahí, la cifra va en retroceso y se espera que hacia final de este siglo se haya desplomado hasta 6,5 millones de personas.

Ni siquiera el turismo se está recuperando del todo tras el hiato pandémico, como sí han logrado otros destinos caribeños como Cancún, Punta Cana o Cartagena de Indias. El Gobierno espera alcanzar este año 3,5 millones de turistas, aún por detrás de los 5 millones prepandemia. Sin embargo, hay expertos que consideran que 2,3 millones es un objetivo más realista.