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Red eléctrica de conexión regional centroamericana [Empresa Propietaria de la Red]
El proyecto de interconexión eléctrica de Centroamérica cumple 25 años y lo hace en un contexto mundial de fuerte incremento de los precios del consumo eléctrico y de disrupciones en la distribución, aspectos que justamente vienen a destacar las ventajas de la integración regional de los mercados nacionales, como ocurre en el caso centroamericano. El Sistema de Interconexiones Eléctricas de los Países de América Central (SIEPAC) registró en 2019 un récord de los intercambios; en 2020 la cifra descendió por la pandemia, pero los desequilibrios introducidos por esta demostraron la conveniencia que para los países más deficitarios tienen las conexiones con sus vecinos.
Seis países de Centroamérica (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá) firmaron en diciembre de 1996 el Tratado Marco del Mercado Eléctrico de América Central, una idea que partía de las conexiones binacionales previas y que en 1987, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y especialmente de España, comenzó a dar serios pasos hacia su materialización. El Sistema de Interconexiones Eléctricas de los Países de América Central (SIEPAC) permitió la creación de una red eléctrica regional de 1.800 kilómetros, desde Guatemala a Panamá, que es propiedad de un consorcio de compañías nacionales, con participación de inversión extranjera; el primer tramo entró en funcionamiento en 2010 y en 2014 lo hizo el último.
El sistema ha ayudado a mejorar notablemente las cifras del sector eléctrico de la región: en quince años la capacidad instalada se ha doblado (de 9.014 MW en 2005 a 18.507 MW en 2020) y la generación anual ha crecido un 50% (de 34.374 GWh en 2005 a 51.521 GWh en 2020), de acuerdo con un reciente informe de la CEPAL. En ese tiempo las compras y ventas internacionales de los países firmantes del tratado se ha multiplicado por seis: de un total de 1.122 GWh en 2005 (la mitad de exportaciones y la otra mitad de importaciones) se ha pasado en 2020 a un movimiento trasnacional de 7.130 GWh (exportaciones de 3.095 GWh e importaciones de 4.034 GWh), en su gran mayoría en el marco de los intercambios del SIEPAC.
En su valoración del funcionamiento del SIEPAC a los 20 años del Tratado, el BID destacó que los beneficios económicos obtenidos por los países firmantes como consecuencia de las transacciones en el mercado regional había sido entre junio de 2013 y diciembre de 2015, periodo que recogía la plena implementación de la red, de 305 millones de dólares: un beneficio neto de 132 millones de dólares tras descontar los cargos y abonos asociados a los flujos de energía transferidos para sufragar o remunerar el servicio de transmisión y los costos de inversión, mantenimiento y operación de la infraestructura. Simulaciones que se habían hecho previamente habían indicado que el SIEPAC tendría un efecto positivo sobre el PIB regional de alrededor del 0.3% respecto a un escenario sin integración. El BID precisaba, de todos modos, que el beneficio que suponía el proyecto solo se produciría “a medida que aumenta el grado de integración, determinado por el nivel de coordinación de la planificación de la expansión de la generación y de la operación regional, arrojando los mayores beneficios en el caso de un alto crecimiento de la demanda”.