México, el foco de la relación de Trump con Latinoamérica

México, el foco de la relación de Trump con Latinoamérica

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23 | 11 | 2024

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La designación de Marco Rubio como secretario de Estado apunta a una presidencia más atenta a la región

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Trump durante un acto de la campaña electoral [página web oficial]

Además de ocuparse de las prioridades marcadas por la agenda internacional –las guerras en Ucrania y Oriente Medio– se supone que en su regreso a la Casa Blanca Donald Trump seguirá una política exterior acorde con su primer mandato. Caben, no obstante, algunas modulaciones. La selección de Marco Rubio como secretario de Estado, quien como senador se ha destacado por su activo papel en relación con Latinoamérica, invita a pensar en una presidencia relativamente más atenta hacia el propio continente. Probablemente habrá un énfasis mayor, si cabe, en la inmigración y el narcotráfico, haciendo de México un foco importante de esa interacción, en la que también habrá hueco para las cuestiones comerciales.

En su relación con Latinoamérica, la segunda presidencia de Donald Trump podría pasar de la relativa indiferencia a una postura más activa y decisiva. Concretamente, Estados Unidos centralizará una parte importante de sus esfuerzos en México, donde las políticas priorizarán una frontera impermeable a la inmigración irregular, una lucha intensificada contra el crimen y una renegociación del principal tratado de comercio. México se prepara para el desafío que supondrá un Estados Unidos más amenazante y con unas prioridades claras en materia de seguridad.

Durante el primer mandato de Trump, un punto fundamental de la política exterior fue la inmigración, que se vio reflejado también en algunos tratados. Por ejemplo, los Acuerdos de Cooperación de Asilo con Guatemala, El Salvador y Honduras, que permitían a Estados Unidos deportar migrantes de vuelta a alguno de esos países por tratarse de un “tercer país seguro”, aunque su eficacia fue reducida. Con respecto a ciertos países, Estados Unidos variará su proactividad dependiendo de sus intereses nacionales. Brasil no está en la posición más alta de las prioridades y en cuanto a Argentina, la buena sintonía con el presidente Milei podría traducirse en políticas concretas. En Perú, el nuevo puerto de Chancay, construido por la empresa china Cosco Shipping Ports, crea tensión por la creciente influencia del gigante asiático en la región. Por lo que afecta a Colombia, Estados Unidos ejercerá presión para que el gobierno de Petro aumente el control del narcotráfico, encajándolo de alguna manera con la cuestionada ‘Paz Total’ del presidente. En El Salvador, la simpatía hacia Nayib Bukele puede ayudar a fortalecer lazos, aunque las relaciones seguirán versando principalmente sobre la inmigración. Trump designó a Cuba como ‘Estado patrocinador del terrorismo’ antes de dejar la Casa Blanca y en este segundo mandato se espera una línea dura similar hacia la isla. La designación de Marco Rubio como secretario de Estado anunciada por Trump vendría a descartar la apertura de un diálogo amplio con la Venezuela de Maduro y ratificaría la línea de confrontación –a distancia– mantenida en su primer mandato; de hecho, el reconocimiento de Edmundo González como presidente electo que acaba de hacer la Administración Biden puede estar marcando ya esa orientación de mayor presión.

La confirmación de Rubio en el Senado supondría probablemente una etapa de mayor atención hacia la región por parte de Estados Unidos. Nacido en Miami de padres que huyeron de la revolución de Fidel Castro, Rubio tiene la reputación de ‘halcón’ y asume el plan de Trump para deportaciones masivas de migrantes. Asimismo ha aplaudido a Bukele y es crítico de Boric y Petro. En cuanto a Venezuela, tiene su propia ‘Doctrina Rubio’, la cual se materializó en su rol crucial para el reconocimiento de Guaidó como presidente interino de Venezuela en 2019.

Mirando a México

El país gobernado por Claudia Sheinbaum debe esperarse una continuación de políticas bajo el pretexto de la retórica de campaña en cuanto a temas de inmigración, deportaciones masivas y amenazas de aranceles. En su primer mandato, Donald Trump redefinió la política de fronteras y revisó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), renombrado como Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). La firma de este nuevo acuerdo permitió a Estados Unidos usar los aspectos comerciales para obtener ventaja en las negociaciones sobre la inmigración. Las posteriores presiones de Trump a México para implementar más controles de frontera fueron vitales para intentar una reducción drástica de flujo ilegal y se estableció la política de ‘Quédate en México’, la cual obligaba a aquellos que llegan a la frontera con Estados Unidos buscando asilo a permanecer en México mientras se decide su caso. No obstante, con Andrés Manuel López Obrador (AMLO) México se convirtió en el principal socio comercial de Estados Unidos, y sigue siendo así. Con ello, México tiene algo de margen para negociar si coopera en las prioridades de Estados Unidos, como hizo AMLO al prometer implementar mayor seguridad en la parte mexicana de la frontera.

Sin embargo, la retórica de la última campaña y las distintas posturas dificultan la relación entre Sheinbaum y Trump. Se espera que muchas de las promesas de Trump sigan adelante, y lo relacionado con la inmigración proveniente de México es un asunto prioritario. Más aún, el mandato de Trump se ve más habilitado al haber ganado el Partido Republicano el Senado y la Cámara de Representantes, lo cual amplía su margen de actuación.

Es importante añadir que ha aumentado la dependencia comercial de EEUU con México, por lo que no será sencilla la tarea de presionar en materia migratoria sin afectar la vertiente comercial. El eje de acción principal será la de seguridad en la frontera, como bien sugieren nombramientos como el del ‘zar de la frontera’ Tom Homan. Aunque no se haya mencionado el muro tanto como en las anteriores campañas presidenciales, seguirá la construcción y se reforzarán las unidades de control de fronteras. Un punto esencial de todas las interacciones diplomáticas será el concerniente al fentanilo y otros opioides, cuya entrada en EEUU están creando una crisis de salud pública urgente.

En el ámbito comercial, México cuenta con una oportunidad importante. El T-MEC tiene un mecanismo de revisión a los seis años, por lo que la revisión oficial será en 2026. Este trámite podría ser usado como instrumento para presionar a México, pero Sheinbaum también puede utilizarlo en su favor para mostrar la dependencia comercial de México y amortiguar así las amenazas de Trump; igualmente podría apoyarse en las compañías estadounidenses que se benefician del T-MEC y que dependen de sus plantas en México. Después de que México ha permitido que compañías chinas expandan su presencia en el país los últimos años, lo que genera temor en Washington de que busquen entrar en EEUU por esa puerta trasera, Sheinbaum ha propuesto a sus contrapartes del T-MEC un plan para reducir las importaciones de China.

La cuestión es hasta qué punto está dispuesta Sheinbaum a negociar y cooperar con la Administración Trump. Rubio acusó a AMLO avalar las tiranías de Cuba, Venezuela y Nicaragua, así como de rendirse ante los cárteles de la droga. Precisamente en relación al narcotráfico, el nominado por Trump como secretario de Defensa, Pete Hegseth, fue uno de los defensores de la iniciativa lanzada el año pasado para calificar de terroristas a los carteles mexicanos y con ello sustentar que puedan ser atacados por las Fuerzas Armadas estadounidense en territorio mexicano.