Nuestros hábitos tienen una gran importancia en la configuración de nuestro yo. Esta es una frase con la que están de acuerdo la mayoría de los grandes pensadores de la Historia, y que también puede suscribir la gente de a pie. Desde que nos despertamos hasta que nos acostamos, e incluso cuando nos enfrentamos a situaciones nuevas, nuestras decisiones están influidas por las acciones que hemos realizado a lo largo de toda nuestra vida. Los clásicos afirman que los hábitos son nuestra “segunda naturaleza”, tal es su arraigo en nuestra persona.

Sin embargo, la neurociencia actual entiende el hábito de una manera opuesta a como lo hacen ciertas corrientes filosóficas, como la aristotélico-tomista. Para la primera, es una rutina incontrolada que, una vez se inicia, se lleva a término sin que seamos capaces de detenerla. Para la segunda es una disposición que, si es correctamente adquirida, nos capacita para mejorar nuestra conducta y conseguir expandir los fines a los que la dirigimos. Es indudable que el ser humano puede adquirir hábitos negativos que automatizan su conducta, como es el caso de las adicciones. Pero no es menos cierto que las destrezas bien aprendidas, como tocar el piano, son hábitos positivos que abren nuevas posibilidades, llegando incluso a posibilitar la creatividad.

El grupo Mente-Cerebro se propone enriquecer la noción de hábito en la neurociencia actual, tanto a nivel teórico como empírico. El objetivo es conseguir alcanzar una mejor comprensión de este fenómeno, así como conocer los cambios cerebrales asociados a la adquisición de hábitos, tanto positivos como negativos.