Los vínculos afectivos que establezcamos tendrán una importancia decisiva en nuestras vidas: tanto si acertamos como si no; y acertar, a menudo, parece una cuestión de buena o mala suerte. Por ello, comenzar una relación afectiva resulta tan ilusionante como puede resultar aterrador.
Tal vez la ansiedad, el conocimiento de los riesgos presentes, suponga un factor importante en la postergación del compromiso. Tratar de conseguir ese nivel de seguridad material antes de lanzarse a un compromiso tal vez sea una forma de minimizar los riesgos, de reducir esa ansiedad. El afán de seguridad, de control de la situación, es un rasgo que, en realidad, no favorece la formación de compromisos.
¿Cómo se construye esa confianza? ¿Podemos ayudar a los jóvenes a confiar más?