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"TRAS AÑOS DE UNA POSTURA POCO NÍTIDA, HA LLEGADO EL MOMENTO PARA UCRANIA DE DECIDIR SI QUIERE SEGUIR EL CAMINO EUROATLÁNTICO, LIDERADO POR LA ALIANZA ATLÁNTICA Y LA UNIÓN EUROPEA, O EL EUROASIÁTICO BAJO EL MANDO DE RUSIA"
Las recientes circunstancias, tanto en lo que afecta a la situación interna (emigración masiva de ucranianos al Oeste, los cambios políticos acaecidos en 2019, el duradero conflicto en el este del país y la creciente actividad desestabilizadora de Rusia, culminada por la invasión al territorio ucraniano en febrero de 2022) como a ciertos acontecimientos internacionales (sobre todo el ingreso de Macedonia del Norte a la OTAN en marzo de 2020 y las perspectivas de Georgia para ello), han hecho que, tras años de una postura poco nítida, haya llegado el momento para Ucrania de decidir qué camino quiere y está determinada a seguir: el euroatlántico, liderado por la Alianza Atlántica y la Unión Europea, o el euroasiático bajo el mando de Rusia.
En el contexto internacional, el devenir de Ucrania es de importancia estratégica. Teniendo en cuenta su localización y tamaño, se ha convertido en un pivot state entre Occidente y Oriente, cuyos intereses siguen siendo opuestos. Desde la perspectiva occidental (aunque a menudo ésta se ve influenciada por la óptica rusa, representada por la OTAN y asumida especialmente por Polonia incluso antes de que esta se convirtiera en un miembro de la Alianza, una Ucrania independiente es clave para la seguridad no solo en Europa Centro-Oriental, sino en toda la región euroatlántica. Por su parte, y al margen de las reivindicaciones historicistas, para Rusia el estatus de Ucrania es vital para cumplir sus ambiciones imperiales: sin Ucrania, Rusia puede tener pretensiones solamente en Asia, mientras que controlándola se garantiza una posición dominante también en Europa.
La creación de la Vicepresidencia del Gobierno para la Integración Europea y Euroatlántica de Ucrania en 2016 anunciaba la toma de un umbo prooccidental. En febrero de 2019 este derrotero fue reiterado mediante enmiendas a la Constitución: la introducción de referencias a “la identidad europea de la nación ucraniana y la irreversibilidad del rumbo europeo y euroatlántico de Ucrania”, así como la ampliación de las competencias constitucionales del Consejo Superior relativas al proceso de la integración de Ucrania en la OTAN y la UE como miembro de pleno derecho. El presidente Petro Poroshenko propuso un plan de acción para que la membresía de Ucrania en ambas organizaciones fuese “cercana y realista”. No obstante, las exigencias presentadas al bloque euroatlántico por la diplomacia ucraniana, por un lado, y el constante incumplimiento de las promesas que aquel recibía, por el otro, causaban disgusto en los líderes de la OTAN y de la UE. Cuando llegaron las elecciones de 2019 no quedaba claro si la intensificación de acciones para la integración era señal de una transformación de fondo, inspirada en parte por avances de Macedonia y Georgia, o si, en cambio, se trataba de un mero elemento de la –perdida– campaña electoral. En los comienzos de su presidencia, Volodymyr Zelensky también mostró una actitud un tanto ambigua: si bien en su primera visita al extranjero viajó a Bruselas, donde se reunió con los líderes de la UE y de la OTAN, al mismo tiempo decía que “a Ucrania nadie le espera en la UE” y que “no entiende qué es la OTAN”.