"SER PROFESOR ES, SIN DUDA,
LA MEJOR PROFESIÓN DEL MUNDO"

Javier Novo, catedrático de Genética en la Universidad de Navarra

¿Qué consejos le darías a un profesor que acaba de empezar su carrera?
Ante todo, mucha ilusión porque se trata de un camino largo pero apasionante. Requerirá paciencia, aprender a cambiar cosas, probar, preguntar, ver cómo funcionan las innovaciones, cómo responden los alumnos… todo eso lleva tiempo pero es algo fascinante.

A mí siempre me ha ayudado pensar en lo que me gustaba o me parecía mal cuando era alumno, qué tipo de docencia me hubiera gustado experimentar. Es algo personal, lógicamente, pero hay aspectos comunes a la mayoría de las personas, que ayudan a evitar caer en los mismos errores.

A ti ¿qué te ha ayudado como profesor en los años que llevas impartiendo clases? ¿qué actividades, actitudes, consejos?...
Evidentemente, al principio resultó imprescindible el consejo de los profesores veteranos. Aunque cada uno tiene su forma personal de enfocar la docencia, lo fundamental es aprender de la experiencia de otros que han pasado por una situación similar, ver cómo han evolucionado, qué han aprendido ellos.

Con el tiempo, me resultó útil algún seminario sobre nuevas tecnologías (Peerwise, Socrative, Active learning,…), pero creo que a esto se le saca más partido cuando uno ya tiene cierta experiencia y va probando estas herramientas poco a poco.

Quizás lo que me ha resultado más útil han sido las evaluaciones de los alumnos. Al margen de que tengan razón o no en lo que dicen, es muy iluminador comprobar la percepción que tienen ellos, que a veces contrasta con la que tiene uno mismo. Eso te hace ver que lo que parecía evidente no lo es tanto, que hay que probar otras cosas, etc.

¿Dónde crees que está el secreto para que la enseñanza de un profesor sea buena?
Que los contenidos sean de calidad, actualizados, en primer lugar. Pero esto no llegará al alumno a no ser que la transmisión consiga hacerles pensar. Además de contenidos de calidad, es imprescindible también una transmisión de calidad; lo cual implica despertar el interés de los alumnos. Para ello es muy importante identificar los mensajes, pocos y claros, que se pretende transmitir, y buscar ejemplos adecuados para exponerlos en el aula. En mi experiencia, esto es lo más difícil, ya que nos escuchan alumnos que antes (o después) de nuestra clase han asistido (o asistirán) a clases de otras asignaturas, igualmente interesantes, sin dejarles tiempo a reposar los contenidos.

¿Qué experiencia docente crees que funciona bien en tus clases?
En los últimos años vengo comprobando la eficacia del aprendizaje activo: intentar que los alumnos saquen ellos mismos las conclusiones en vez de dárselas hechas. En el tipo de materias que explico, esto es relativamente fácil: presentar una figura y pedirles que la vayan interpretando y sacando conclusiones por su cuenta o en grupos, después ponemos en común lo que han visto y yo les resumo el mensaje más relevante. Podría haber dado yo el contenido directamente, pero lo habrían copiado y lo estudiarían de memoria; la diferencia, en cuanto a aprendizaje, es tremenda. El problema es que lleva mucho más tiempo, por lo que es crucial identificar muy bien los mensajes básicos que se quiere transmitir.

Motivación del alumno. ¿Cómo crees que se logra?
Es muy difícil, por las razones que he apuntado antes: varias clases seguidas sobre materias diversas, junto a prácticas y otras actividades. Esto a veces les aturde y van perdiendo fuelle a medida que ven que no llegan a todo y no entienden muy bien qué están haciendo. Algunos alumnos tienen mucha motivación, porque les apasiona su carrera; en cambio otros no tienen tanta, por diversas razones, y hay que ser consciente de que en esos caso es muy difícil motivar. Es importante identificar a los menos motivados para intentar minimizar el efecto negativo que puedan tener sobre el resto de la clase.

En mi experiencia, los alumnos responden con entusiasmo a mensajes o historias sobre las lagunas de conocimiento existentes en la materia impartida, y como ellos serán la siguiente generación que haga progresar el campo, la tarea inmensa e ilusionante que tienen por delante.

Según tu experiencia personal, ¿qué es lo mejor y lo peor de ser profesor?
Ser profesor universitario es, sin duda, la mejor profesión del mundo. La oportunidad de enseñar a docenas de estudiantes cada año, ver como aprenden a pensar y maduran como personas, es algo único. Además, exige estudiar constantemente para estar al día y esto lleva a aprender cosas nuevas; al mismo tiempo, uno debe pensar cómo transmitir esos contenidos de modo asequible y atractivo, lo cual supone enfrentarse cada día a nuevos retos.

Para mí, lo peor es todo lo relacionado con la gestión, especialmente en el caso de grandes grupos de alumnos. Y lo más frustrante, la experiencia de ese pequeño porcentaje de alumnos desmotivados que no aprecian el esfuerzo que se ha puesto en preparar las clases y organizar la asignatura, y acuden a clase a “estar” o a “pasar el rato”. Pero las caras de ilusión e interés de la mayoría suplen ese disgusto con creces.

¿Qué importancia le das a la coordinación con otros profesores de curso?
Es una cuestión que depende del tipo de materia que se imparta y del tipo de currículo. Por ejemplo, en los nuevos currículos integrados esto ya viene dado. En general, creo que todos los profesores que impartimos asignaturas afines hablamos entre nosotros para coordinar los contenidos y evitar repeticiones. Donde falta más diálogo es precisamente entre profesores de asignaturas que se imparten simultáneamente pero pertenecen a áreas de conocimiento más alejadas. En esos casos no se trata de evitar repeticiones o mensajes contradictorios, sino sobre todo intentar coordinar los ejemplos utilizados, para que los alumnos puedan ver un mismo problema (o historia) desde perspectivas distintas. Esto enriquece mucho y ayuda a dar una visión más global de los problemas, lo cual es fundamental en cualquier tipo de aprendizaje.