Fernando Ruiz
Escuela de Vallecas
Proyecto Fin de Carrera Máster Universitario de Arquitectura
Universidad de Navarra
Tutor: José Ángel Medina
Tiempo y lugar son coordenadas básicas en toda obra de arquitectura, más intensas en cuanto hay que valorar determinadas acciones puntuales que inciden de manera dramática su definición. La localización en el Puente de Vallecas presenta, por un lado, la dificultad de saber adaptarse a una escala de la ciudad, como es la M-30, así como registrar e identificar que ocurre en el barrio de Vallecas, en la Avenida de la Albufera. Un espacio de la ciudad donde convergen distintas situaciones en las que podemos reconocer una singularidad que se repite en el entorno inmediato de nuestra parcela.
La fábrica de ladrillo aparece en el lugar con un carácter de historicidad palpable en el nuestra parcela, un sentimiento que nos hace reconocer al antiguo Vallecas de los años 20. Una tipología de edificación de planta baja más uno, referente al los edificios de carácter público de la época, Mercado Puente de Vallecas; el antiguo colmado, al antiguo matadero de 1923 situado en nuestra parcela. De este modo se define la línea principal del proyecto.
Recuperar aquella Escuela de Vallecas, surrealista reunida por el escultor Alberto Sánchez Pérez y por el pintor Benjamín Palencia.
El Trabajo Fin de Máster, surge como pretexto a la necesidad de un espacio que fomente el acercamiento de los habitantes. La superposición de lo tradicional y la vanguardia.
La propuesta se dispone a través de dos naves de fábrica de ladrillo de 21x11m y 24x8m aprox, nave Norte y nave Sur respectivamente. En posiciones diferenciadas, articulando entre sí un espacio. El programa queda estructurado en torno a este carácter situacional siendo las fachadas en medianera liberadas, y generando la Plaza de la Albufera que responde a los usos de carácter público del proyecto, mientras que las construcciones anexas a la naves que se edificarán, aprovechan la liberación del espacio y responden a los usos vinculados al Madrid Culinary Center. Además, la intervención propone una solución orgánica a las fachadas adherentes a la fábrica de ladrillo desgastada, mediante piezas prefabricadas de hormigón con molduras curvas de manera continua y prolongada por el proyecto hasta alzarse a la M30, mediante el Monolito de I+D e investigación. Una antítesis al ladrillo dispuesto a mano, enmarcando la preexistencia.
Para poder llevar a cabo estas premisas se ha seguido un proceso de intervención respetuoso, coherente y adaptado a las necesidades del programa y del lugar con el proyecto e imagen que ofrece el Madrid Culinary Center.
El espacio donde se encuentran las naves es ocupado por el programa de carácter noble, restaurante y cocina en planta baja, las de formación interactiva y patio entorno a la cocina, en primera planta.
A continuación, se introducen las comunicaciones verticales en el vacío entre estas dos naves recogidas y unidas a través de una nueva cubierta con acabados interiores de ésta que subrayen la superposición de modernidad y la tradición.
Un punto de referencia para el proyecto, atravesar estos alzados implica una transformación en el programa y de la relación del usuario del proyecto con la cocina; aprender, elaborar, servir, degustar.